parte 55

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—Tengo ganas de comer una torta de chocolate.— Admite.

Thomás sonríe cuando Sophía sube sus hombros ante la mirada que él le regala.

—¿Ahora?— se ríe.

—Sippp.— Muerde su labio inferior.

—¿Querés que lo hagamos o querés que vayamos a comprar una?— La sonrisa de esa es impagable cuando escucha la propuesta que le hace.

—Quiero que hagas una como esa que hiciste para mi cumpleaños del año pasado.— Muerde su labio inferior y aplaude emocionada cuando Thomas se levanta de la silla del comedor en la cual estaba utilizando su computadora para posicionarse al lado de ella en el sillón y guiñarle un ojo chasqueando los dedos...

—Supongo que estás hablando de esta torta.— La misma se hace presente en la mesita que tiene en frente a ellos viéndose muy apetitosa.

—¿Tenés algún tipo de elfo como Harry Potter escondido en la cocina que hace estas delicias?— Sonríe.

Thomas suelta una carcajada.

—No necesito de un tonto elfo.— Sus ojos brillan y ella aprieta sus labios muy disgustada con su comentario respecto a la saga de Harry Potter.

—¡¡No le digas tontos a los elfos de Harry Potter!!— Brama.

Thomas se dibuja una aureola imaginaria en la cabeza haciendo que ella sonría.

—Perdón princesita no te enojes conmigo.— Hace un puchero mientras que comienza a cortar de manera humana dos porciones de la torta, apurándose antes de que su hermana y Aron lleguen para una maratón de películas como suelen hacer los fines de semana.

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Thomás tira su lapicera hacia la mesa de su escritorio y bufa rascando sus ojos levemente rojizos.

Tiene notables ojeras debajo de ellos, las cuales aún no se fueron por más magia que haga con sus manos, el sonido tintineante de todos los empleados utilizando el teclado lo está enfermando.

—Paciencia... Paciencia.— Se dice a si mismo.

Porque sabe que vale la pena estar cerca de Sophía, por más que esté rodeado de humanos qué son insignificantes para él, en las oficinas del centro donde ella ya hace más de dos semanas que volvió a su rutina y él no puede más con su sistema nervioso, bebió la sangre que Aron le consigo aquella noche.

Pero no hizo más que rechazarla a las dos horas, cómo había sucedido con las demás que había probado, sintiéndose aún más debilitado, no se iba a mostrar así adelante de su amigo y mucho menos adelante de ella, quien parece llevarlo bien, con la piel un poco más pálida de lo normal pero con esa energía de progresar constante que la caracterizaba.

Relame sus labios con su fría lengua y cierra los ojos conteniendo el dolor que siente por todas sus venas, esa sensación de vació, de estar secándose por dentro lo está matando poco a poco,  no hay nada que pueda ser que lo calme un poco en esa sensación, si estás entrando en el trabajo humano y en su trabajo original para poder mantener un poco la mente desconcentrada de lo que le está pasando en realidad en su vida, pero no puedo evitar que haya cosas de la cotidianidad que lo lleven a ella...

Aron entiende de la situación, sabe que no puede entrometerse, pero también es su mejor amigo quién está de esos modos, y son muchos años los compartidos cómo para querer verlo así, si bien durante muchos años lo maldijo y le deseo lo peor por hacerle la vida tan difícil a Sophia los tiempos han cambiado y tiene en claro cuáles son las responsabilidades de cada uno...

DESTERRADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora