parte 54

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Ella aún no puede creer al pequeño que tiene entre sus manos, cómo juega y mira curioso a dos pares de ojos gatunos que lo miran desde una esquina de la gran cama, eso causa risas en la rubia y por supuesto que algo de ternura con los tres felinos.

Rápidamente acaricia a ambos para que no se sientan menos o dejados de lado, mientras que los ronroneos no tardan en llegar ocupando toda la habitación, haciéndole saber que los dos gatos más viejos de la casa ya no se encuentran celosos.

—¡No sean celoso, los quiero a todos por igual!— Exclama entre risitas.

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—¿Crees que sea feliz?— Pregunta.

Thomás se sorprender cuando es encontrado, en su living con su gato encima de sus piernas, por la rubia de tan sólo unos 12 años... 

Ella lo mira apretando sus labios con dulzura. El sonríe y asiente ante los ronroneos del gato.

—¿No se supone que deberías de estar en tus clases particulares?— Alza una ceja y la mira perspicaz.

Sophia tiñe sus mejillas de rosado... 

Thomás se ríe de costado y ella lo mira con dulzura para intentar comprarlo.

—La señora elfiein tuvo una urgencia y tuvo que abandonar la clase.— Explica fácilmente.

—Y por eso te tomaste tu últimas dos horas libres para visitar a tu mascota.— Alza sus cejas y ella asiente apretando sus labios.

—¿A dónde más podría ir sin que él lo sepa?— Suspira y cierra los ojos, recordando a su padre.

Thomás tiene los ojos oscuros y furiosos al haber escuchado hablar de el, por supuesto que ya había sentido cuando la rubia había traspasado la barrera hacia el infierno y no había otro lugar al que fuera que no fuera su hogar.

Le había enseñado a transportarse solo a aquella ubicación y en caso de que eso fallara, dos de los demonios que siempre la siguen a todos lados constantemente la ayudarían a llegar si problema.

—¿Que te hace dudar de eso?— Sus ojos se tornan rojizos cuando vuelve a hablar pero ahora pregunta por el gato, no queriendo tocar el tema de su suegro y ella le sonríe ante aquella acción, mientras que toma asiento a su lado acariciando al gato.

—Es que a veces no puedo estar todos los días con el, y tengo miedo de que se aburra con vos.— Sube sus hombros sinceras lograndole sacar una pequeña sonrisa de costado al morocho... —Ademas lo extraño mucho.— Hace un leve puchero y suspira.
—Podríamos solucionar eso... Si vivieras conmigo.— Propone.

Ella sonríe con inocencia y niega con la cabeza.

Thomás también se ríe y hace aparecer un cuenco con golosinas en la mesa que tiene enfrente, Sophia abre sus ojos divertida y toma un caramelo masticable para llevárselo a su boca. —No te preocupes por el.— Afirma.

El gato vuelve a ronronear cuando Thomás acaricia su lomo.

—¿No?— Hace una mueca divertida.

—Nos llevamos bien, y muy pronto vas a poder verlo todos los días.— Le guiña un ojo y ella sonríe volviendo a tomar otro caramelo y sonriendole para luego acariciar a su gato. —Incluso me acompaña a mis aventuras al circo.— Agrega.

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