parte 53

1.3K 112 27
                                    

Aron arquea sus cejas llegando a la oficina de su amigo.

—Cuñado.— Murmura ironico al verlo.

Aron sonríe de costado con burla, mientras que se cruza de brazos.

—Thomás, ¿Vas a desatar una guerra o algo?— Ya no lo pregunta divertido.

Le preocupa gravemente cómo esta entrenando a los nuevos demonios y cómo están los ángeles aprendiendo cosas nuevas y algunos siendo severamente castigados.

Él niega con la cabeza cuando su amigo se sienta frente a uno de sus cómodos sillones en su sucursal del infierno, parece muy concentrado en su macbook, mientras que ni siquiera le dirige la mirada a su amigo, pero si coloca una taza de café frente a él cuándo este ocupa el asiento disponible.
Bonita cortesía.

—En absoluto.— Responde de manera monótona.

—Dejame decirte que no parece otra cosa que no sea una guerra, incluso una bastante peligrosa y poco recomendable.— Comenta bastante irónico mientras que bebé de su taza de café gustoso.

—¡¡Parece que estás asustado!! ¡¡Me extraña, Aron!!— Alza la vista hacía su amigo y cuñado y se muestra con sus ojos colorados los cuales no han dejado de estar de esa tonalidad desde que habló por última vez con la rubia.

—El término correcto es preocupado por mi amigo, para ser sincero no me parece que estés muy bien que digamos desde hace algunos días.— Aclara subiendo sus manos.

—Son cosas que las tenía atrasadas, me estoy poniendo al día nada más, hay que tener mano dura... nada más que eso, no hay porque preocuparse.— Chasquea la lengua y le enseña algunas fotografías de los nuevos Ángeles y de sus nuevas tareas.

—En ese caso veo que te lo estás tomando muy en serio, ¡No me juzgues por no es algo a lo que estés acostumbrado a hacer!— Sonríe irónico.

—No quiero que nadie piense que acá se puede hacer lo que ellos quieran... Quiero que seamos estrictos. Quiero saber quiénes son cada uno de ellos y tener control sobre todos...— Sonríe forzado e irónico.

Incluso suena y se ve muy raro en él, ya que el no sonríe, jamás, nunca, y menos en el otro lado, en la tierra vaya y pase y eso se le debe a Sophia, pero en el infierno o en el cielo jamás se ha visto, por lo que el rubio alza sus cejas bastante sorprendido por la actitud de su amigo y se reclina un poco hacia atrás en su asiento.

—Ya veo...— Hace una mueca y mira a todos desde las pantallas de led que adornan la oficina.

—¡Estoy bien... Por más que pienses es lo contrario!— Lo regaña escuchando sus pensamientos.

—A esto le llamo el ojo de Dios...— Se ríe y se sirve un trago luego de haber terminado en dos sorbos el sabroso café.

Thomás hace una mueca de desagrado al oír ese apodo.

—Necesito que estés al pendiente de los nuevos reclutas, hay muchos ángeles que no encuentran su vocación, y yo no puedo perder el tiempo dejándolos que se metan en problemas, cualquier tarea en la que los veas que pueden desempeñarse ponelos ahí...  Si son malos, que mueran o mándalos a la tierra a intentar recuperar almas perdidas al borde del abismo. ¡Me da igual lo que hagan no quiero a nadie sin trabajar o sin ninguna tarea!— Agarra el puente de su nariz y chequea unos datos en la computadora de su trabajo en la tierra.

Suspira mezclando sus sentimientos con su trabajo.

—Por supuesto, lo que vos digas, enseguida me pongo a trabajar en eso.— Sube sus manos y lo mira.

—Gracias.— Responde cansado.

Thomas cierra los ojos pero cuando  los abre siguen estando del mismo tono, y Aron se sorprende de aquello, sabiendo que no pueden ser buenas noticias de ninguna manera.

DESTERRADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora