La luz de la tarde se cuela por el ventanal e invade el despacho del doctor Pearson. El silencio me acaricia los labios y luego se enrolla en mi cuello lentamente.
—Esta mañana la enfermera Leonora se ha quejado de vosotras, Sabina. —recalca el doctor Pearson frunciendo levemente los labios
Oups. La voz de mi conciencia se oculta detrás de su abanico negro pasándome la palabra a mí.
—Me declaro culpable. —susurro bajando la mirada hacia mis dedos
El doctor Pearson niega con la cabeza, esboza una sonrisa y coge un bolígrafo de tapa azul entre sus manos. Me pregunto dónde estará su pluma estilográfica.
—No te regaño porque me alegro por el vínculo que has creado con Mía, Faith y Xia. Siendo este muy necesario para tu recuperación.
—¿Por qué es necesario para mi recuperación?
— Está científicamente demostrado que relacionarse con otras personas y socializar impulsa la estabilidad emocional. Y el hecho de que interactúes con alguien más que no sea solo tu psiquiatra posibilitará tu mejora. —me dice el doctor Pearson con tono profesional
—Diciéndolo así, ¿usted cree que estoy yendo por el buen camino?
El doctor Pearson asiente con la cabeza y redacta algún que otro fugaz detalle sobre mí en su informe.
—¿Y qué hay de tus otras amigas?
—¿A quién te refieres?
—Tus amigas fuera de Hiraeth. Las que formaron parte de tu vida antes de que ingresaras aquí.
— No tengo amigas. — me encojo de hombros intentando parecer indiferente
Pearson ladea la cabeza e inspecciona mi rostro. Abre camino en mi trigal y oscura mirada y desemboca en un fortuito encuentro con mi alma. Hace un candente esfuerzo por entenderme. Y entender todo el significado que hay detrás de lo que sale por mi boca.
— Fue por Lux. ¿Me equivoco?
— No. Nunca lo haces. — se me eriza la piel de una forma bruta y dolorosa obligándome a cerrar los ojos
A veces odio la vuelta a mi pasado. Retroceder a mis recuerdos. Al dolor. Pero tanto yo como la voz de mi conciencia sabemos que regresar en el tiempo es la única forma que tenemos de dejarlo marchar.
"..."
El continuo sonido de la lluvia se amalgama brutamente con las diversas conversaciones que circulan por la cafetería.
—Hoy no hace tanto sol, Sabina —Murmura Mandy con una sonrisa — ¿Te has traído también la crema solar?
Oh no. Mi pulso se acelera tanto que mi cuerpo empieza a temblar sin pausa. Suspiro hondo e intento mantener la calma hasta que Zara me pilla desprevenida y me quita las gafas de sol que llevo puestas. Puedo ver como en su rostro la gracia desaparece y le da la bienvenida al miedo. A un miedo impotente. Preocupado y exuberante.
Esta mañana intenté ocultar el hematoma de mi ojo con algo de maquillaje, pero creo que ha sido en vano.
—No me puedo creer que sigas permitiendo que Lucifer te agreda. —brama Zara apretando los dientes
—¿Por qué suponéis a la primera de cambio que es Lux?
—Y si no es Lux, ¿entonces cómo te lo has hecho?
— Me caí.
— Últimamente estás teniendo una muy mala racha con las caídas. —Responde Mandy indignada y yo intento por todo lo alto contener las lágrimas. No voy a llorar. No voy a hacerlo. — Sabina, por favor. Lucifer te está matando.
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Diario de una enferma mental ©
RomanceSabina Bowman despierta en un psiquiátrico sin saber por qué. Desesperada por escapar, traza un arriesgado plan: seducir a su psiquiatra, el doctor Pearson, para conseguir el alta médica. Sin embargo, su estrategia da un giro inesperado cuando conoc...