Capítulo veintiséis

1.5K 133 15
                                    

De repente, numerosos golpecitos se expanden por la robusta puerta de madera poniéndome alerta a mí y a mis tres compañeras.

—¿Sí? — grita Faith apagando rápidamente su cigarrillo en una de las baldosas de la ventana

—Un momento. — Exclama la muchacha de rizos dorados ocultando su barrita de chocolate debajo de la sábana y tragándose el resto con habilidad a la vez que Xia, la mujer de las mil quemaduras, introduce sus esmaltes de uñas dentro de un par de sus muñecas rusas y entonces encubre sus uñas pintadas con disimulo.

—Quiero hablar con Sabina Bowman. —una voz masculina se oye débilmente desde el otro lado de la puerta

Frunzo el ceño y me levanto de mi sitio con el corazón encogido.

—¿Quién puede ser? —Pregunto mirando de reojo a las jóvenes y ellas se encogen de hombros

Salgo al oscuro pasillo de Hiraeth y me encuentro a Joy. La tenue luz del cuarto se refleja en sus ojos azules del mar permitiéndome ver su entusiasmo. ¿Qué hace él aquí?

—¿Me das cinco minutos? —demanda Joy en un susurro, y yo asiento algo desconcertada

Cierro la puerta detrás de mí con cuidado y me aproximo a él. Huele tan bien que consigue que pierda la noción del tiempo por un momento.

—¿Y el celador Mason? ¿No temes que te vea?—pregunto mirando de reojo al celador, y Joy niega con la cabeza

—No. Es de los míos.

—Claro. Olvidaba que esa era una de las ventajas de ser un veterano. —bromeo volteando los ojos, divertida

Joy suelta una carcajada y yo sonrío casi sin querer. El sonido que desprende su risa consigue que en mi interior revoloteen pequeñas mariposas bañadas en azul. Un azul del mar idéntico al color de ojos de Joy.

—He hecho esta fugaz visita porque quería saber cómo estabas y darte las buenas noches, aliada. En mi defensa diré que ha sido extraño no verte en todo el día.

—Si tú supieras...— susurra la voz de mi conciencia entornando los ojos —Nosotras sí te hemos visto. Hemos estado observándote durante todo el día, aunque es cierto que no tenemos intención de confesártelo.

—¿Lo has arriesgado todo solo para darme las buenas noches, Carter?—inquiero, divertida

—No. También he venido para tomarte la temperatura y leerte un poema de Dante. —ataca Joy con una sonrisa

—Si además hubieras venido vestido de jeque, habrías acabado conmigo.

—Veo que eres una mujer muy exigente, Sabina. —se queja, negando con la cabeza

—Y tú un hombre bastante loco, Joy.  —digo con una sonrisa en los labios

—Eso dicen de los enfermos mentales. Será verdad.

Suelto una carcajada y me aparto un mechón de cabello de la cara.

— Esperemos que después de esta visita en la que te he incordiado un poco me permitas aparecer por tus sueños esta noche. —añade Joy guiñándome un ojo

— Si esta noche consigo entrar y salir de treinta sueños diferentes creo que alguna posibilidad tendrás de aparecer en ellos. Aunque solo sea como extra.

Él niega con la cabeza y suspira envuelto en diversión.

—Siempre puedo mejorar mis dotes de actuación y conseguir el papel de protagonista.

—Inténtalo. Aunque dicen que el elenco de audición es bastante exigente. — exclamo encogiéndome de hombros

—Los retos me incentivan a ser una mejor versión de mí mismo. ¿Qué sería de la vida sin dificultad?

Diario de una enferma mental ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora