Capítulo setenta y cinco

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Bajo la mirada hacia la carta y, con manos temblorosas, la abro para leer lo que Joy me dejó escrito:

"Querida Sabina,
Mis manos tiemblan mientras escribo, consumido por el temor de no volver a verte nunca más. En el momento en que leas esta carta, mi paradero será un enigma, y mi retorno, una incógnita. Pero lo que deseo, en este limbo de ausencia, es que las memorias de nuestro amor te acompañen. Un amor que se mostró intrínsecamente peligroso y tan sólido como la Luna, con la combustibilidad del Sol y la efímera brillantez de las estrellas, pero a la vez tan auténtico como la realidad que hemos compartido y de la que tantas veces quisimos huir.
Desde el instante en que te vi, con esa maraña de cabello oscuro, tus ojos profundos y tu encantadora labia, supe que serías la mujer que residiría en mi vida y alma para siempre. Tu mirada siempre ha sido genuina, explorándome cada vez como si fuese la primera vez, y te aseguro que, de todos los seres que he conocido, ninguno ha logrado verme como tú lo haces.
He procurado vivir cada momento contigo como si estuviéramos perpetuamente al borde del adiós, temiendo evaporarme de tu realidad. Y si esta carta ha encontrado refugio en tus manos, significa que, desgarradoramente, me he desvanecido.
Con un pesar que anida en mi ser, lamento que nuestra historia haya acabado así. Que nuestro futuro incierto haya llegado a su fin, y que nunca más pueda volver a tocarte, a besarte, o a decirte lo jodidamente feliz que me haces.
Ojalá nos hubiéramos conocido en otra vida, señorita Bowman, en una donde pudiéramos haber vivido treinta vidas más.
Te quiero con cada uno de mis alter egos, que ya es decir,
Jota"

Las lágrimas ruedan por mis mejillas y me estremezco. Oh, Joy, ojalá hubieras podido huir conmigo. Teníamos tantos planes y tanta vida por delante que ahora, después de huir, no sé cómo podré volver a hacerlo. A vivir de nuevo. O una primera vez.

Mason y Scott se despiden de mí con un movimiento de cabeza y, después de mirar en todas las direcciones, cierran cuidadosamente la rampa. Desde abajo, escucho cómo colocan la estatua de tres cabezas de nuevo en su lugar. Respiro profundamente, tratando de mantener la calma. Ilumino mi entorno con la linterna, pero no veo más que piedra desgastada y húmeda. Joy tenía razón, la única forma de escapar de aquí era memorizando las salidas del laberinto.

Me acerco a la pared de piedra y la toco, buscando las salidas. Camino con precaución por el camino oscuro y frío, recordando lo que memoricé. Primera salida a la derecha, segunda a la derecha, tercera a la izquierda, cuarta a la... Oh no. Mis oídos comienzan a zumbar con fuerza y todo da vueltas. Muchas vueltas. Siento que me voy a desmayar. Me detengo y trato de respirar, pero la falta de aire me lo impide. Es como vivir la pesadilla de un epiléptico ciego. Me sostengo en la pared para no caer, pero mi cuerpo ya no me responde. Y mi mente tampoco.


En mi tiktok @inessdeluna publico contenido variado sobre la trama, los personajes y avances.
xoxo

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Diario de una enferma mental ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora