Capítulo final

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Abro los ojos bruscamente y una intensa luz eléctrica invade mi visión, cegándome por un instante. Parpadeo con rapidez y examino mi entorno, tratando de descifrar dónde me encuentro. Las paredes blancas contrastan con la vieja e incómoda cama. A mi lado hay un cubo de metal y un poco de papel. Bajo la mirada hacia mi debilucho cuerpo y me doy cuenta de que tengo clavada en mi piel una aguja conectada a un suero. Mi camisón blanco está rasgado y tiene restos de sangre. Oh no. No puede ser.

De repente, la puerta de metal de la habitación se abre y veo al doctor Pearson aparecer en el umbral.

—Doctor Pearson, ¿dónde... dónde estoy? —pregunto con la respiración entrecortada, temiendo la respuesta.

El doctor Pearson se acerca a mí, frunciendo el ceño mientras examina mi estado.

—Te encuentras en aislamiento.

—¿Aislamiento? ¿Por qué? Pensé que había escapado con... ¿dónde está Joy?

El doctor Pearson suspira, intentando encontrar las palabras adecuadas.

—Aquí no hay nadie llamado Joy, señorita Bowman. —responde al fin

Mis pensamientos se agolpan fríamente, tratando de entender. No es posible que Joy no siga estando en Hiraeth. Yo lo dejé allí.

—No puede ser. ¿Y el ala de hombres? Pregunte por él, doctor Pearson. —inquiero, sintiendo como la angustia me controla el alma

—No puedo. Este es un centro de salud mental exclusivamente para mujeres. —informa él con cautela

Mis palabras se quedan atascadas en mi garganta, luchando por asimilar lo que acabo de escuchar.

—Pero...planeé mi huida con Joy durante semanas. Estuvimos descifrando un enigma... Y al final él me ayudó a escapar... Había una rampilla debajo de la estatua de tres...

—El señor Carter nunca existió. Es uno de tus alter egos. —me interrumpe el doctor Pearson y yo me ahogo en mi propio y áspero aliento

—¿Qué? No puede ser. No... —balbuceo, negando con la cabeza—. Necesito ver a Xia, Mía y Faith. Ellas corroborarán mi verdad. No estoy loca doctor Pearson. —bramo con la respiración irregular

El doctor Pearson convierte sus labios en una fina línea, dándose un par de segundos para responderme y yo ansío escuchar su respuesta. No puede ser verdad. No.

—Ellas tampoco existen, señorita Bowman. Son parte de tus alter egos. —revela, consiguiendo que mi mundo se desmorone una y otra vez, sin pausa

Parpadeo, incrédula y me aferró a la frágil esperanza de que todo esto sea una pesadilla.

—Sé que es difícil de aceptar, pero...—dice el doctor Pearson sopesando sus palabras

—¿Y Lux? Recuerdo que me internaron aquí después de que intentara suicidarme porque él me... —le interrumpo, estremeciéndome.

—Lux es el alter ego reverso y tenebroso que odia al sistema, incluyéndote a ti. Según tus declaraciones y descripciones, Lux tiene una apariencia idéntica a la persona que abusó de ti cuando eras niña.

¿Qué? Pero si Lux es uno de mis alter egos y no abusaba de mí, ¿entonces quién lo hacía? No logro comprenderlo del todo.  

— Cuando tu padrastro se mudó con tu madre y contigo, empezó a abusar de ti. Tú solo tenías tres años. —prosigue el doctor Pearson como si hubiese leído mis pensamientos. Unos que se arraigan a mi piel como si de un tatuaje permanente se tratase.

—No recuerdo tener un padrastro... creí que...pero ¿y mi madre? ¿ella no sabía que abusaban de mí?—digo a la vez que mis ojos se llenan de lágrimas

Diario de una enferma mental ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora