A las tres de la madrugada, Joy me reclama a las puertas de mi habitación. Está ataviado con un traje negro que combina con una camisa blanca entreabierta, dejando al descubierto parte de su pecho. Se me acelera el pulso por lo atractivo e implacable que está.
—¿A dónde vas así de elegante, Carter?
—A un sitio. ¿Te gustaría acompañarme?
Le miro perpleja y sin apenas pestañear.
—Estoy internada en un psiquiátrico que presenta una súbita vigilancia, y que no me permite hacer ninguna locura. ¿O habías pasado por alto ese pequeño detalle?
—Señorita Bowman, es un centro de salud mental no un psiquiátrico. —me corrige volteando los ojos—Y sé lo que me hago. Usted solo diga que sí. — añade aguardando mi respuesta y yo esbozo una media sonrisa.
—Antes debo discutirlo con mis consejeras.— Cierro la puerta y me giro para hablar con mis compañeras que me miran como si ocultaran un secreto
—¿Joy?— intuye Faith dando un trago a su bebida energética — Ya era hora. Pensé que envejecíamos de tanto esperarle. Oh, siento que mi alma ha muerto. Necesito organizar su funeral y luego irme de viaje para olvidar el dolor. ¿Alguna sugerencia, chicas? Espera, ¿qué estabas diciendo Sabina?
—Joy quiere que tengamos una cita esta noche. Y no sé si es fuera de Hiraeth. —me rasco la coronilla, nerviosa
Mía da dos palmaditas emocionada y salta de su cama como una niña, envolviéndome el corazón.
—Deja de pensar tanto. Tú ve y disfruta. — murmura Faith abandonando su bebida y arrastrándome a la puerta—Vive el momento, querida que todo se vive solo una vez.Te lo dice un alma anciana.
—¿Y la ropa? Deberías ver a Joy, está increíblemente guapo. — pregunto retrocediendo dos pasos hacia atrás — No puedo ir con el cutre camisón blanco.
—Tú solo hazme caso por una vez en tu vida y acepta la propuesta. Está todo controlado. Confía en mí.— Faith abre la puerta y me saca del cuarto sin darme tiempo a reaccionar
Ella saluda a Joy con un movimiento de cabeza y antes de dejarnos a solas la oigo susurrar:
—Pasadlo bien. Y Joy, no me la traigas hasta las tantas de la mañana. Os doy solo un par de horas. Intentad aprovechar el momento. Oh, creo que podría ser una buena madre. ¿Verdad? —y cierra la puerta
Joy suelta una suave carcajada y encaja su mano con la mía profesándome seguridad. Una seguridad que anhelo todos y cada uno de mis días y que, desearía haber tenido en mi niñez.
Recorremos el pasillo a oscuras y en silencio hasta que nos aproximamos a los servicios. En ese momento, Joy me tiende una bolsa negra con algo de ropa. Qué considerado.
—¿Te puedes cambiar sola o necesitarás ayuda? — bromea y yo volteo los ojos, divertida
— Soy capaz de hacer muchas cosas por mi misma, Carter. No todas las mujeres somos doncellas en apuros. — respondo, y él alza ambas manos a modo de disculpa, y tal vez de derrota
Con determinación, cojo la bolsa y entro a los servicios para cambiarme. Allí, en la intimidad del pequeño cubículo, me atavío con un vestido en carmín ajustado, unos tacones negros y un fular con transparencias que aporta un toque de elegancia al conjunto. Me miro al espejo y se me corta la respiración. Lux nunca permitió que me vistiera de esta manera. Y me hace sentir tan diferente ahora. Tan nueva y deseada que no sé como tomármelo.
—¿Lista, señorita Bowman? —susurra Joy desde el umbral de la puerta, y yo me apresuro
Salgo hacia el pasillo y cuando él me ve, parpadea un par de veces y abre la boca, sorprendido. Sus pupilas se dilatan y su respiración se hace irregular.
—Guau. —susurra sin dejar de comerme con la mirada
Esbozo una sonrisa y doy un par de vueltas sobre mi eje con coquetería.
—Es usted un espectáculo digno de admirar. —añade Joy con una seguridad desborradora— Pero antes de que me distraiga, tengo una cosa más para usted, señorita Bowman. —me sujeta por los hombros con suavidad y me gira hacia la pared.
Noto una suave tela sobre mis ojos que oscurece mi campo de visión impidiéndome ver del todo. De repente, Joy me coge en volantas y me tapa la boca con una de sus manos para que no grite. Oh.
—¿Otra vez sacando a la luz tus dotes deportistas, Carter?—bromeo y oigo como ríe
—Shh, es por precaución, señorita Bowman. Entenderá que aquí no es muy común ver a una paciente con tacones de trece centímetros. —responde con gracia
Asiento y consiento que me lleve en brazos por los pasillos y por las infinitas escaleras de Hiraeth. En un momento impreciso, me baja al suelo y oigo como introduce una llave en alguna cerradura y abre la puerta. ¿Dónde nos encontramos? ¿Habremos salido de Hiraeth? Oh.
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En mi tiktok @inessdeluna publico contenido variado sobre la trama, los personajes y avances.
xoxo© Obra protegida por los derechos de autor
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Diario de una enferma mental ©
RomansaSabina Bowman despierta en un psiquiátrico sin saber por qué. Desesperada por escapar, traza un arriesgado plan: seducir a su psiquiatra, el doctor Pearson, para conseguir el alta médica. Sin embargo, su estrategia da un giro inesperado cuando conoc...