A la hora del desayuno, la enfermera Leonora aparece por el bullicioso comedor junto a Xia, quien parece tener mejor aspecto que la noche anterior. Cuando ambas se acercan a nuestra mesa y Xia toma asiento, oigo a la enfermera susurrarle:
—Recuerda lo que hablamos, ¿de acuerdo? Y si necesitas cualquier cosa, estaré por aquí.
Xia asiente soltando una bocanada de aire y fija la mirada en el plato que tiene delante de ella: huevos revueltos con salchichas. Frunce levemente el ceño y opta por coger un vaso de agua. Observo cómo mete su dedo meñique en el líquido y cuando siente que no está lo suficientemente caliente, se lo bebe.
—¿Creéis que el humo que inspiré ayer podría matarme? —pregunta la joven de las mil quemaduras, abriendo los ojos de par en par
—No, claro que no. Inspiraste muy poco humo. —responde Mía con la boca seca. Sé que se muere por probar el desayuno, pero hoy como en muchas otras ocasiones, está en huelga de hambre
—Pero... ¿me veis con vida? Es que siento que ayer una parte de mí murió.
—Yo te veo con mucha vida, Xia. —murmuro alargando la mano y encajándola con la suya, profesándole confianza—Mucha más que ayer.
Ella asiente, no muy convencida, y le da otro largo trago a su vaso de agua.
—¿Me oís respirar? Es que creo que no lo estoy haciendo. Y eso... podría dejarme inconsciente. —susurra hiperventilando levemente
—No, tranquila. Te escuchamos respirar perfectamente bien.
—De acuerdo. —la joven de las mil quemaduras frunce levemente los labios y baja la mirada hacia su vaso de agua
Xia se pierde entre todo el caos de sus pensamientos, aquellos que la castigan, que la arrollan quitándole tiempo y vida. Aquella vida de la que ella habla, y que venera en secreto.
—¿Están ricas las salchichas? —pregunta Mía en un susurro ronco — Se me hace la boca agua solo de mirarlas. —y se tapa la cara con las manos refunfuñando algo incoherente
Vivo en mi propia piel el sufrimiento que recorre y castiga la mente de Mía. Sé que ella ama indudablemente a la comida, pero también la teme. Tanto que la destruye poco a poco, como un cuerpo que se derrumba a caída libre.
La luz de las nueve de la mañana se filtra suavemente por las cortinas blancas, iluminando la sala contigua. E iluminándonos a nosotras. La doctora Robin trae consigo una caja de colores y nos indica que dentro hay cartas enviadas por personas de fuera.
—Son cartas escritas por gente de vuestro entorno.
Oh. ¿Habrá una carta para mí? Espero que sí. La voz de mi conciencia cruza los dedos.
La doctora Robin nos reparte un sobre a cada una y al recoger el mío diviso la letra de mi madre perforada en el papel. Mi corazón empieza a bombear con fuerza, y con miedo. Creí que desde que fui internada en Hiraeth no volvería a saber nada de ellos.
Abro el sobre con dedos temblorosos y leo:
∞
Querida Sabina,
Sabemos que estás muy decepcionada con nosotros por habernos alejado de ti durante todo este tiempo. Y realmente comprendemos tu enfado, pero nos gustaría explicarnos para que entiendas el ende de nuestras decisiones.
Mucho antes de tu ingreso en Hiraeth, intentamos hablar contigo y convencerte para que te alejaras de Lux, pero le amabas tanto que para ti lamentablemente esa opción no existía. No podías concebir la idea de estar sin él y lo comprendimos. O casi.
Pasado un tiempo de reflexión, intentamos denunciarle para acabar con todo. Sin embargo, él nos amenazó con que, si se lo comunicábamos a las autoridades, te mataría y luego se suicidaría. Recordamos que dijo que no tenía problema en hacerlo, por lo que no tuvimos más remedio que alejarnos de ti. Lo hicimos para mantenerte con vida. Una vida que al final te acabó destruyendo.
Esperamos de todo corazón que Hiraeth te esté haciendo bien, que te cure el alma y que sigas teniendo esas locas e intensas ganas de vivir, porque hay vida después del dolor. Y tú te la mereces.
Cuando salgas de Hiraeth estaremos esperándote para recuperar el tiempo perdido.
No olvides nunca que eres lo más importante para nosotros y que pase lo que pase, estamos contigo.
Te queremos y te querremos siempre,Mamá y papá
∞Me hundo en un océano de lágrimas. Lágrimas bañadas en pasado corrompido, en presente reacio, y en extrañar, ehar de menos, y perdonar.
La doctora Robin se aproxima a mí y posa su mano sobre mi hombro con cariño.
—¿Sabes que saco de todo esto? —pregunta y yo niego con la cabeza secándome los ojos con el dorso de la mano
—Respuestas. Respuestas sobre vosotras que antes no había conseguido.
Levanto la mirada y observo a mis compañeras, cada una experimenta una montaña rusa de emociones en respuesta a las cartas que la doctora Robin nos ha entregado. Xia, la joven de las mil quemaduras sostiene el trozo de papel con una sonrisa radiante en su rostro. Está contenta. Feliz. Faith, la conejita Duracell, lee en voz alta su carta mientras corretea por la habitación, riendo entre párrafo y párrafo y callándose entre frase y palabra. Pero mis ojos y atención se detienen en Mía, que parece haber quedado atrapada en un estado de shock. Su mirada se pierde en el frío vacío y su cuerpo tiembla levemente. Oh no, ¿qué le ocurre?
La doctora Robin se acerca a Mía e intenta entablar una conversación con ella, pero no lo consigue. La joven de cabello ámbar amarillo se ha inhibido de todo lo que la rodea. Incluso de ella misma. Robin coge las riendas de la situación y extrae su walkie talkie del bolsillo de su bata reclamando la ayuda del doctor Pearson.
Pasados unos minutos que parecen una eternidad, el doctor Pearson aparece por la puerta ocultando su preocupación detrás de sus gafas de pasta. Fija su mirada en Mía y se acerca a ella con cautela, tratando de evaluar su estado. Con una diminuta linterna, inspecciona sus ojos verdes y trata de devolverla a la realidad formulándole preguntas sencillas, como su nombre, su edad y su ubicación actual. Pero nada parece hacer efecto en la joven, que sigue inmersa en su propio mundo, ajena a todo lo que sucede a su alrededor.
Ante la gravedad de la situación, el doctor Pearson llama al celador Scott y a la enfermera Leonora para trasladar a Mía a su despacho. No tengo idea de lo que está pasando, pero solo espero que Mía regrese al mundo real sana y salva.
∞
En mi tiktok @inessdeluna y mi Instagram @inessdeluna publico contenido variado sobre la trama, los personajes y textos reflexivos.
xoxo© Obra protegida por los derechos de autor
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Diario de una enferma mental ©
RomanceSabina Bowman despierta en un psiquiátrico sin saber por qué. Desesperada por escapar, traza un arriesgado plan: seducir a su psiquiatra, el doctor Pearson, para conseguir el alta médica. Sin embargo, su estrategia da un giro inesperado cuando conoc...