El perro que cojeaba

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Un animal sin nombre caminaba con sus tres patas por la vida, la cuarta pata no podía quedar sobre el suelo, por más intentos inútiles que el can diera esta jamás se quedaría en la superficie.

Sus ojos oscuros solo se centraban en un mundo colapsado de maldad, los hombres caminan con superioridad mostrando su lado más primitivo de egoísmo al no ayudar a quienes no tienen voz ni voto. Los ladridos de angustia no son relevante como tampoco es el hecho de que solo se muestren amables cuando otros seres de su misma especie se encuentren circulando.

Los animales son instintivos, y saben donde alberga un peligro.

El perro no se muestra agradable con nadie, sabe de donde viene como también quién es. Camina con orgullo con sus tres patas sin mostrarse lamentable ante el ojo humano. No es común a los demás, y por eso no es querido, sino que es rechazado como también repudiado.

Las personas son crueles, indiferentes ante aquel ser que no esta completo.

Pero ese animal no es digno de ser amado por esos seres que cambian de emociones en cuestión de segundos, merece mucho más amor de lo que recibe. Y ese can sabe lo que vale.

Cojea por el mundo mostrando su superioridad ante los otros, no por creerse mejor, sino para que vea el mundo lo que es. Un animal incompleto que esta lleno de orgullo pese al desprecio que recibe.

Solo sus dos patas delanteras mantienen la estabilidad para moverse, una de las traseras sigue en la tierra más la que cojea sigue elevada porque él sabe que su lugar esta en los cielos donde los dioses le han estado esperando por años para que llegue a reinar entre los demás animales.

Su inteligencia es única, su fortaleza indestructible y su orgullo siempre en lo más alto ha de estar.

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