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Antes de que ella pueda seguir escuchando más cosas, me lanzo para arrancarle el celular de las manos. Miro la pantalla un segundo y lo pongo en mi oído.
-…policía.
-Estás muerto, Wayne.
Y le cuelgo. Estúpido Steven. Maldito hijo de perra. Nunca había sentido tanto odio hacía él.
Estrello el celular contra la pared y éste se parte en mil pedazos. La batería por un lado, piezas de la pantalla por otro. Necesitaré uno nuevo.
-¿Estás muerto Wayne? –es la voz de _______.
Paso ambas manos por mi cabello y bufo. Volteo a verla. En sus ojos se puede reflejar la confusión. Me pregunto si Steven le dijo la verdad.
No le respondo y salgo de su habitación. Azoto la puerta y bajo las escaleras lo más rápido que puedo maldiciendo. Ahora es el momento que temía que llegara. Seguro ya lo sabe. ¿Qué le diré? ¿Cómo le explicaré sin que piense que quería meter preso a Matt?
Escucho sus pasos detrás de mí. Viene a toda prisa. Llego abajo y tomo un maletín que dejé al llegar. Aquí está todo lo que necesito.
-¡Cameron! –me grita desde lejos.
Y en un poco rato ya está abajo, observándome con sus hermosos ojos color miel.
-¿Qué significa todo lo que él me dijo?
-¿Qué…-me sorprende que me salga la voz- Qué fue lo que te dijo?
Se acerca lentamente, pareciera que quiere llorar.
-Me dijo que fingiste ser alguien más.
Me acerco a la mesa donde se hallaba el maletín y le doy un golpe con el puño. No encuentro como descargar la extraña ira que siento en este momento. No es contra ella, ni contra Matt, ni siquiera contra Steven. Sino contra mí. Me odio profundamente. Jamás debí de haber realizado esta investigación. Mejor dicho, no debí de haberme enamorado de ella. No debí de haberlo hecho.
-¿Me vas a contestar? –insiste impaciente.
Respiro lentamente y la miro a los ojos. No me había atrevido a hacerlo.
-Lo hice –mi voz suena como si no me importara.
-Él…él me dijo que no eres… que no eres un delincuente. ¿Es cierto?
