Capítulo 64

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Un aire entra por la puerta que ha quedado abierta y me enfría las mejillas que están húmedas por las lágrimas que he derramado. Un rato después Matt la cierra.

Sigo sin poder moverme aún, ni siquiera puedo borrar mi rostro lleno de perplejidad. Escucho las respiraciones agitadas de Matt y mi corazón latiendo violentamente. 

‘Un policía’ es… un policía. Ahora entiendo todo. Todas esas llamadas, esas veces que tenía que irse. La placa… Me siento tan estúpida al no haberme dado cuenta. Se ha ido, y jamás regresará. Si lo hace morirá. 

-______ -es Matt. Me llama en un susurro. 

Logro cerrar la boca y girar mi cabeza para mirarlo. Sus mejillas ya no tienen ese color rojizo, ahora su piel vuelve a estar igual de pálida que antes. Quizás ahora lo está de más. 

-¿S…sí? 

Guarda su pistola en un cartucho y lo pone sobre una pequeña mesita de caoba. Se acerca a mí lentamente y pone una mano sobre mi hombro. 

-¿Estás bien? 

Asiento con la cabeza y logro mover mis pies para alejarme. Matt me sigue, escucho sus pasos detrás de mí. 

Me siento en un mueble de cuero color blanco. Está frío. Pongo una pierna sobre otra y me recargo en el respaldo. Un mechón de pelo me cae sobre los ojos. Lo pongo detrás de mi oreja y suspiro. 

¿Qué podré hacer ahora? ¿Llorar más? Pero ya no puedo… Además, ¿de qué sirve llorar por él? 

Siento la presencia de Matt, y luego me doy cuenta que se ha sentado a mi lado. Claro, seguro ahora quiere hablar conmigo. 

Lo miro. 

-¿Qué ocurre? 

-¿Enserio estás bien, _____?

¡No! no lo estoy. 

Asiento. 

-Necesito que me expliques lo que pasó. ¿Cómo supiste eso de él? 

Matt se acomoda y me mira a los ojos. 

-Cuando me fui con esos hombres que vinieron esta mañana, nos encontramos con Walter, acababa de escapar. Entonces, él nos contó todo obviamente. Cameron lo encarceló, pero no sólo quería encarcelarlo a él, sino también a mí y a varios de nosotros. 

-¿A ti? Pero Cameron no… entonces… ¿por qué lo dejaste ir? 

-Porque… sé que te lastimaría que le hiciera daño…

Entonces, mis ojos comienzan a arderme. ‘No voy a llorar, no lo haré’ me digo. Pero las lágrimas me ganan. Claro que no quiero que lo dañen. Haya hecho lo que haya hecho. Mis labios empiezan a temblarme, tengo que apretarlos para evitar curvarlos hacía abajo. Un rato después también me ganan y en mi rostro se dibuja una mueca de tristeza.

Negocios Miserables (Cameron Dallas y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora