Wʜᴇʀᴇ Wᴇ Aʀᴇ Tᴏᴜʀ || Z.M

Capítulo 34.

{CAROLINA’S POV}

El viaje de vuelta fue así: bajamos por el teleférico sin hablar, Zayn llamó a su tío por el teléfono, me subí en la parte de atrás, ellos no intercambiaron palabras, y cuando llegamos al lugar de las cabañas, yo me bajé rápidamente y Él se quedó arriba por unos minutos, luego me rebasó, abrió la puerta y entró sin mirarme.

Es por eso que luego exploté.

—¿Se puede saber cuál es tu maldito problema? —Le grité a Zayn una vez que estuvimos de vuelta en la cabaña.

—Tú sabes perfectamente qué es lo que ocurrió, no te hagas —Me respondió, dejando su abrigo en uno de los sillones e ignorándome increíblemente.

—No, en realidad no entiendo qué rayos es lo que te pasó —Le volví a gritar, haciendo que por fin me mirara—. O sea, ¿Tú puedes perfectamente hablar con otras personas pero yo no?

—Sí —Dijo simplemente.

—¿Qué rayos le pasa a tu cabecita de súper-estrella? —Le dije a punto de llorar, me frustraba no poder golpearlo—. Amigo, estamos en el siglo veintiuno, el machismo ya no corre.

—No estoy siendo machista —Dijo Él, con la mandíbula apretada.

—¿Ah no? Entonces, ¡Explícame por qué rayos me obligas a no hablar con los chicos! —Exigí, pero nuevamente se hizo el tonto y no me miró.

—Prefiero que esta «discusión» quede aquí, no quiero enojarme por estupideces —Dijo Él e hizo camino hacia la habitación.

Maldición, no iba a permitirle que me dejara con la palabra en la boca, ¡Ni siquiera mi papá se ponía así de aprehensivo! Caminé detrás de Él, decidida, le saqué una vuelta en la habitación y le pegué una bofetada.

No lo sé, creo que lo hice inconsciente.

—¿Y eso fue porque…? —Dijo de lo más calmado, sobándose la mejilla. Tenía el ceño fruncido y en sus ojos podía percibir la ira.

—¡Porque me has dejado hablando sola! —Grité nuevamente—. Yo no sé qué mierda te crees al prohibirme ciertas cosas, idiota, ¡Es que me tienes enojadísima, y me frustra no poder decir lo que quiero decir! —Añadí mordiéndome la mejilla interna.

—Carolina, sabes perfectamente que al iniciar este viaje te dije que no te acercaras a los rubios, ¿Y qué es la primera estupidez que haces? —Dijo Él, acercándose cada vez más—. ¡Comienzas a hablar con ellos, y encima, el estúpido te quería besar!

—¡Y tú estabas hablando con esa chica! —Contraataqué—. Eso es lo que me enferma, ¡Yo no puedo hacer nada pero tú sí!

—Pero yo no la iba a besar —Comenzó a caminar hacia mí, haciendo que inercialmente retrocediera—. Esa es la gran diferencia, ¡Ese imbécil casi lo logra! —Se acercó aún más, por lo que toqué la pared con mi espalda—. ¿Sabes cómo me pone eso? ¿Tienes alguna idea?

—Muévete, Zayn —Le pedí, pero lo único que hizo fue moverse más hacia mí.

—Claro que no, ahora por fin quedará claro que eres mía, Carolina —Dijo fuertemente y me regaló un corto beso en mi mandíbula—. Para que ningún otro hombre se atreva siquiera a mirarte.