El cabrito de mami

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Salí de casa en un apuro para recoger a mi hijo de la escuela. El tráfico fluía muy bien ese día, no había nada en mi camino aparte de algunos semáforos. Mientras estaba esperando en una luz roja, noté a una mujer.

No tenía idea de cuánto tiempo había estado parada ahí, observándome, pero después de haberla visto, no me podía voltear. Me estaba sonriendo como una lunática, saludándome con una mano mientras acariciaba el cabello de un niñito con la otra. El niño vestía con ropa café holgada y una máscara de cabra. Ahora bien, ese era un disfraz muy raro. Además, ¿quién se pone disfraces el día después de Halloween? Él también estaba meneando su mano y me miraba a través de esa máscara inquietante, pero su saludo se veía forzado e incómodo.

La mujer se comenzó a impacientar, moviendo su mano con más fuerza cada segundo. Esos ojos... podía sentir cómo su mirada me penetraba físicamente.

Me giré. Por alguna razón, tenía miedo. Quería irme de ahí. Cuando la luz se tornó verde, aceleré sin ver atrás.

Me dijeron que mi hijo no estaba en la escuela porque mi esposa ya lo había recogido, pero no estoy casado. Me entregaron una nota que ella me dejó. Se me escapan las palabras para describir lo que sentí al leer esa nota: «No digas que no te di la oportunidad para decir adiós».

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