Reté a mi mejor amigo a que arruinara mi vida: lo está logrando. Parte 6

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NoSleep*, ¡gracias de nuevo por su apoyo! Este día he estado saltando de una tienda a otra para evitar ser rastreado, así que hoy pasé escribiendo intermitentemente y respondí a tantos de sus comentarios como pude. Casi me encuentro de lleno con David cuando estaba por publicar esto. Discúlpenme por haber tenido que ocultarme antes de volver a sacar mi teléfono y hacer la publicación a la hora de siempre. EDITADO: Supongo que lo publiqué a tiempo después de todo.

Lo siento por el incidente de que la quinta parte haya desaparecido. Fue mi culpa, y los moderadores de NoSleep fueron muy serviciales al momento de restaurarla.

Retomaré la narración, como siempre.

[*Nota del traductor: NoSleep es un subforo del sitio web Reddit, en donde fueron publicadas todas las partes.]

Me encontraba en una celda vacía, tratando de tomar una pequeña siesta dado que había estado despierto toda la noche. Pero mi mente iba a mil por hora y se me dificultada conciliar el sueño. Continuaba ensayando lo que iba a decir una vez que Hernández finalmente viniera a recogerme.

Habían vaciado mis bolsillos dentro de contenedores de evidencia, me tomaron mis huellas digitales y un oficial se dirigía a revisar mi auto. No soy tonto. Sabía que la evidencia apuntaría a la policía a tres conclusiones.

Uno, que estuve en el hogar de David recientemente. Después de todo, la información en la memoria USB que contenía los mensajes entre David y su cómplice había sido actualizada solo un día antes.

Dos, esa memoria los podía hacer creer que yo había secuestrado a Katie.

Y tres, que había robado las posesiones de David, incluyendo información médica confidencial.

Seguía tratando de simular la conversación con Hernández. Esperaba que aconteciera de la misma forma en la que transcurría en mi cabeza.

Fui despertado por un golpeteo ligero en las barras. Mis ojos se entreabrieron y vi a un hombre de traje parado ahí, acompañado por un oficial.

—Hola. Me disculpo por despertarte —dijo tímidamente—. Mi nombre es Terry Jayson, tu defensor público. ¿Podemos hablar?

—Sí, por supuesto —dije, sentándome. El oficial entró y me esposó. Ambos fuimos conducidos a la sala de interrogación en donde había conocido a Hernández por primera vez.

—Confío en que van a apagar las cámaras —le comentó al oficial.

El policía asintió, removiendo mis esposas, y cerró la puerta.

—Puedes llamarme Terry —dijo, acercándose para estrechar mi mano. Nos sentamos el uno frente al otro con la mesa de por medio—. Escuché un poco acerca de tu caso en un resumen del jefe de la estación —mencionó, sacando fólderes de un maletín.

—Es... pues, es largo —admití.

—Eso dicen. Voy a tener que disculparme por adelantado. Es probable que tengas que repetir tu historia muchas veces durante estos procedimientos. Para prevenir esto lo mejor posible, tú y yo nos vamos a sentar y vamos a dejar por escrito tu versión de los eventos. De esa forma, puedes apoyarte en tus declaraciones y tener la certeza de que lo que dices es consistente y exacto. ¿Suena bien?

Tenía sentido, así que asentí.

—Primero, tengo un contrato aquí para que lo firmes, el cual estipula que accedes a permitirme ser tu representante en un proceso judicial.

Empujó un papel y un lápiz por la mesa. Le di un vistazo y firmé en el final. Los tomó de nuevo.

—¿Te gustaría que te llame Zander o por tu apellido? —me preguntó con una sonrisa serena.

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