Entre las casas

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Anoche, alrededor de la una de la mañana, mi esposa e hija pequeña caminaban hacia el auto luego de que pasamos la noche en la casa de mi cuñado. Vive en un vecindario inseguro en los suburbios, así que siempre estamos conscientes de nuestros alrededores. En tanto me disponía a entrar al auto, noté a un joven afroamericano viéndome con su mirada fija. Lo vi de vuelta y asentí, pero él solo se quedó ahí parado, observándome.

Me hizo sentir incómodo, pero mis instintos paternos me impulsaron a acercarme y pechar al hombre, fanfarroneándole con mi mejor «¿Quieres pelea, carnal?». En tanto lo hice, el hombre levantó su mano para apuntar hacia mí, como si me estuviera amenazando, y luego se fue corriendo más rápido que cualquier otra persona que había visto. Habiéndome sentido como si mi pene creció un par de centímetros, supuse que era seguro volver a mi auto y retomar mi viaje a casa, pero no antes de abollar accidentalmente el maldito buzón metálico del correo. Aun así, no me detuve, pensando que le diría a mi cuñado que lo golpeé cuando llegara a casa.

Tuvimos que hacer una parada en una minitienda para comprar leche, algunas botanas —por supuesto— y otras cosas. Mi esposa entró a la tienda, mientras que yo me quedé con mi hija en la camioneta. Cuando volvió, le abrí el baúl del auto para que pudiera guardar las bolsas. Tras cerrarlo, entró a la camioneta y empecé a retroceder del estacionamiento. Noté que el vidrio trasero estaba empañado con distintivas marcas de mano, y le pedí a mi esposa que no pusiera sus manos en el vidrio para cerrar el baúl. Ella me contestó que no lo hizo. Ambos volteamos y notamos que las marcas parecían pertenecer a alguien con dedos delgados, quien se apoyó en el auto y arrastró su mano. Inspeccionamos las demás ventanas y descubrimos que la ventana izquierda de atrás estaba empañada de la misma forma.

Llamé a mi cuñado de inmediato y le hice saber que el cretino que vi al otro lado de la calle pudo haber estado husmeando en mi auto. Me imaginé que eso explicaba el por qué me estaba viendo tan intensamente. Mi cuñado me dijo que echaría un vistazo por su ventana y llamaría a la policía para que patrullaran el área. Mi esposa, hija y yo estábamos bastante exhaustos, así que apagamos nuestros celulares y nos fuimos a la cama al llegar a casa.

Esta mañana, entre mi esposa y yo teníamos más de treinta llamadas perdidas, todas de la esposa de mi cuñado. Le devolví la llamada y estaba histérica. Pensé que sus autos fueron saqueados o dañados. La culpa se abultó en mí al instante. Sabía que no debí haber provocado a aquel tipo. Pensaba para mis adentros que fue así como se debió de haber desquitado. Luego, ella comenzó a divagar sobre algo que fue mutilado y dejado en harapos.

Aparentemente, fue la hija adolescente de su vecino. Su «cuerpo» fue encontrado afuera de la casa de mi cuñado, entre la casa de ellos y la casa adyacente de la víctima. La pobre chica se había escabullido de su casa para salir y trataba de volver a entrar cuando alguien, o algo, la tomó y arremetió contra ella hasta asesinarla. Fue destripada y dos de sus miembros fueron separados de su cuerpo. Hasta ahora, no han recuperado su mano derecha.

Mi estómago dio un vuelco cuando vi las noticias. El hombre afroamericano no me estaba mirando. Petrificado, veía más allá de mí, en las sombras, a fuera lo que fuera que estaba matando a esa chica. No me señaló a mí, señaló a algo detrás de nosotros, a ello.

Los policías acaban de salir de mi casa. Intentaban recopilar información del hombre que vi, dado que es un posible testigo o sospechoso. Les aseguré que no pensaba que fue el asesino basándome en mi experiencia con él, pero aun así no descartaron nada. Los detectives también decidieron que sacarían las medidas y las huellas de las marcas de mano en las ventanas de mi vehículo. Debido a la complexión de la mano, creen que es femenina.

Como si no fuera suficiente para joderme el mundo que este maníaco —esta COSA— arrastrara la mano de la chica por mi vehículo mientras se nos acercaba por detrás, también he sido informado de que he extraviado la matrícula de mi auto. Después de todo, parece ser que no fue el buzón de mi cuñado lo que golpeé.

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