Para el final de la década, comenzaron a caer personas del cielo. Siempre estaban desnudas, sin ninguna prenda; siempre con una sonrisa petrificada en sus rostros.
Al comienzo solo fueron unos cuantos, pero luego cientos y miles caían de una sola vez, destruyendo autos, hogares y bloqueando las autopistas.
Se hicieron descubrimientos extraños por medio de investigaciones. Eran humanos, pero carecían de toda sangre, intestinos y corazón. Nadie podía explicar las sonrisas repulsivas que tenían, o de dónde provenían.
Fue una mujer en Costa Rica quien hizo el más perturbador descubrimiento. Identificó a uno de los cuerpos caídos como un pariente suyo que murió hace mucho, cuando ella era una adolescente. Entonces se concretaron más y más identificaciones.
Dentro de poco, las personas estaban descubriendo a sus allegados fallecidos por medio de las grabaciones de video que circulaban en las noticias y por las pilas de cadáveres y crematorios. Nadie podía explicar por qué estaban regresando, cayendo desde el cielo.
Pasaron varios meses antes de que se observara algo todavía más angustiante. Luego de eliminar los cadáveres, no tomaba mucho hasta que el mismo cuerpo volviera a caer en picada desde el cielo. No nos podíamos deshacer de ellos, sin importar qué. Las personas estaban siendo asesinadas por el volumen creciente de cuerpos caídos, y no mucho tiempo después de su entierro, ellos también comenzaban a caer.
Mi madre fue asesinada por un cuerpo que la aplastó en plena calle. En cuestión de semanas, los noticieros reportaron un cuerpo que se había quedado atascado en el parabrisas de una avioneta. Vi el rostro sonriente de mi madre, más feliz de lo que jamás la había visto.
Dicen que el Infierno está lleno; que los muertos regirán la Tierra. ¿Qué hay del Cielo?
