Realidad

10. Una fiesta, una nueva amiga y la cama de un hotel.

Llevaba toda la mañana con su hermano de un sitio para otro, reuniones con productores, compositores, la discográfica... Amaia estaba bastante cansada, después de la interrupción de la tarde anterior por culpa de la llamada de la nueva amiga de Alfred no tuvieron tiempo de estar juntos, María Jesús y Alfredo llegaron poco después cuando Alfred estaba todavía con la mitad del plato de comida sin terminar a unas horas que no eran para ello, se llevó una bronca de su madre, pero todo quedó en familia, terminaron los cuatro viendo un programa de televisión bastante entretenido, sus manos no paraban de jugar juntas, se fueron a dormir pronto, pero incluso en la oscuridad y el silencio de la noche con la puerta de la habitación cerrada lo máximo que hicieron fue besarse hasta quedarse sin aliento.

—Ya has oído, hay que empezar cuanto antes a mov.... Amaia ¿me estás escuchando?

Javier miró a su hermana con mala cara y suspiró.

—Claro que te estaba oyendo, llevo toda la mañana oyéndote hablar, hablar y hablar...
—No seas cría, Amaia, estamos hablado de tu carrera, de tu futuro, es importante.

Asintiendo se volvió a enfrascar en una conversación que, si bien era importante, le aburría a niveles insospechados, ella lo único que quería era subirse a un escenario con un piano y dejar que la música lo llenara todo o meterse en un estudio y hacer exactamente eso para que quedara plasmado eternamente.

Alfred estaba inmerso en una canción, tenía los cascos puestos y los ojos cerrados mientras cantaba delante del micrófono, era la última maqueta que iba a grabar para presentarla a la discográfica con su proyecto de "1016", estaba siendo un proceso lento pero muy especial.

—Vale, Alfred, ya estamos.

La voz del técnico de sonido amigo suyo que estaba en la mesa de mezclas detrás del cristal le sacó de su ensimismamiento, la canción era muy personal, como todas, pero esta le llegaba muy dentro y le traía recuerdos algo dolorosos.

—¿No repetimos ninguna parte?
—Yo creo que no, pero ven, lo escuchas y decides.

Con un gesto de aprobación se quitó los cascos, los dejó en el lugar indicado para ello y se estiró dejando salir todo el aire de sus pulmones, haber pasado toda la noche pegado al cuerpo de Amaia le había dejado un poco... Caliente. Estaba que se subía por las paredes, habían quedado en Barcelona esa misma noche para cenar y salir un rato por ahí, pero tenían un plan, ella le diría a su hermano que se iba al Prat a dormir y él le decía a sus padres que se quedaba con Amaia en el piso de su hermano, una pequeña mentira piadosa para poder estar solos sin ningún miedo a interrupciones ni a oídos indiscretos de familiares.
Justo cuando estaba imaginando con demasiada nitidez a Amaia retorciéndose gracias las caricias de su lengua, su móvil empezó a vibrar en el bolsillo derecho. Era un whattsapp de Anahí:

"Hola, desaparecido García, te llame ayer y me colgaste, esas cosas no se hacen y menos a tus mayores."

Alfred no pudo evitar sonreír, que tuviera siete años más que él no significaba nada, pero desde el primer momento habían bromeado con ello.

"Lo siento, no quería colgarte, pero estaba haciendo cosas."

La imagen de Amaia sobre él desnuda de cintura para arriba y subida a sus caderas entró en su mente.

"Ya me lo imaginaba, ¿componiendo?"
"Algo parecido."
"Estás más misterioso de lo normal, y ya es decir."
"Me gusta el misterio."
"Lo sé"

Anahí acababa de tener una nueva reunión con su jefe, el plan estaba terminado, se había tirado toda la noche pensando y buscando soluciones para que todo el mundo saliera ganando, bueno, todos menos la relación sentimental de Alfred y Amaia, que según su jefe era la menos importante.
Emails de ida y vuelta a la sede de Madrid y a algunos amigos del sector que vivían en la capital, otros tantos emails al representante de Alfred en nombre de su jefe... El acuerdo al que había llegado era que ella se encargaba de todo si delante de Alfred su imagen pasaba desapercibida, era la que manipularía cada acción al milímetro y él nunca se enteraría de su implicación, todo parecería una dulce casualidad.

"¿Te apetece salir de fiesta esta noche?"
"¿No estás demasiado mayor para salir tan a menudo?"
"Lo del otro día no fue una fiesta, te estoy hablando de un pase VIP a una de las salas más famosas de la ciudad, te estoy hablando de reggaeton en vez de trombón."
"He quedado ya, Anahí."
"Puedes decirle a Marta y a tus amigos que se vengan también."
"No he quedado con ellos."
"Dime ya con quién has quedado para saber por quién rechazas una noche de desenfreno después de meses de duro trabajo."
"Con Amaia"

Anahí se llevó una mano a la boca, era la oportunidad perfecta para conocer a Amaia y analizar de verdad como era, a través de una pantalla podías tener una idea más o menos fiel a la realidad y más con una persona tan transparente, pero si quería que el plan saliera bien tenía que conocerla en persona.

"Venga, Alfred, venís un ratito, una copa o dos, un par de bailes y volvéis a casita."
"¿A casita?"
"Claro, sois dos bebés, ¿no tenéis toque de queda?"

Alfred contestó con varios insultos y la hora a la que acudirían, le mandó un whatsapp a Amaia que le respondió con un emoticono de un ramo de flores y un corazón rosa con estrellas.

—¿Y dormís en el Prat?
—Te lo acabo de contar, Javi...

Amaia se había puesto un vestido camisero de color negro con medias a juego, tenía bastante escote, le quedaba perfecto a su cuerpo, de calzado llevaba unos botines bastante planos pero elegantes, se había hecho un semirecogido con sus rizos, los labios rojos y los ojos de gata.

—Mira, Amaia, ni los padres de Alfred ni yo somos gilipollas, a estas alturas...

Javier fijó su mirada en la de su hermana pequeña, que la desvió avergonzada.

—No podemos tener ni un secreto.
—No es eso, Amaia, tienes diecinueve años, eres famosa y me preocupo por ti, has vivido lo que es que te persigan por las calles.
—Queremos estar solos, Javi...
—Lo sé, he tenido tu edad y he tenido novia, solo dime dónde vais a ir para teneros localizados por si ocurre algo.
—No va a pasar nada.
—Nunca se sabe, Amaia, tú solo dímelo.
—De acuerdo vamos a...