38. Negociaciones.

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--Barcelona--

El audio se cortó y se quedaron en silencio, la cafetería ya estaba vacía, lo más probable era que el dueño y los camareros quisieran echarlas de allí para recoger todo e irse a casa con sus familias, pero algo en el ambiente hacía que no pudieran intervenir.
Amaia, después de cerrar la aplicación donde tenía el audio, apagó la pantalla de su móvil, que estaba en silencio y sin vibración para que nadie las interrumpiera, y lo sostuvo en la mano. María Jesús esperaba a que la rubia que tenían en frente, que sostenía un montón de papeles, dijera algo.
Anahí tenía una gota de sudor frío recorriéndole la espalda, oír su propia voz en la conversación de hacía varios días amenazando a Elena... Repasó de nuevo alguno de los papeles, conversaciones, cientos de conversaciones de su cuenta de Twitter y de whatsapp con sus amenazas y sus maltrato, firmadas y selladas por un notario.

—¿No vas a decir nada?

María Jesús alzó una ceja de una manera casi exacta a como lo hacía su hijo.

—¿Qué queréis?

Anahí sopesó sus opciones, podía intentar demostrar que eran pruebas falsas o incluso sobornar a quien hiciera falta para que las invalidarán... Pero si hacía eso, todo ese material saldría a la luz igualmente y acabaría con toda su carrera y todo lo que había construido con "esfuerzo"...
Tragó saliva intentando disimular el miedo que tenía, porque si, Anahí tenía miedo, estaba asustada por primera vez en su vida.

—¿En serio eres tan estúpida como para no saber qué queremos?—intervino María Jesús.

Soltando los papeles encima de la mesa, Anahí se recolocó en su silla, tenía que tranquilizarse, no podía dejar que las dos mujeres que tenía en frente notaran lo que estaba sintiendo, en sus labios apareció una sonrisa pérfida y cruel.

—Claro que lo sé, señora, pero quiero que me lo diga usted.

Amaia metió el móvil en el bolsillo de su abrigo y se quitó las gafas de sol por primera vez en todo el día.

—Déjanos en paz de una puta vez, Anahí, o todo esto saldrá a la luz, tú tienes contactos, pero yo también y puedo hacer que cualquier medio de comunicación publique esto y hundirte, se te acabaría el chollo de manipular a todo el mundo en tu beneficio.
—Ay, niña estúpida... ¿Vas a intentar jugar conmigo a un juego que yo he inventado y del que conozco todos los trucos?
—Déjate de gilipolleces, Anahí, no sólo puedo filtrar esto a la prensa sino que puedo presentarlo como prue...
—¿Crees que no puedo conseguir que invaliden eso? ¿Qué parezca todo mentira y que encima quedes tú peor de lo que vas a quedar por lo de las drogas? Eres más imb...

María Jesús observaba a las dos jóvenes y el cabreo iba aumentando en su interior.

—¡BASTA!

Ambas guardaron silencio.

—Sabemos lo que estás dispuesta y eres capaz de hacer porque lo hemos comprobado y sufrido. Este encuentro no ha sido en una cafetería fuera de la vista de todo el mundo por casualidad, podíamos haber presentado estas pruebas delante de un juez directamente, podíamos haberlas mandado a todos los medios de comunicación o podíamos haber hecho muchas cosas públicas contra ti, como bien ha dicho Amaia, tú tienes contactos, pero nosotras también.

Anahí observaba la candidez con la que hablaba María Jesús, siempre la había admirado mucho, no debemos olvidar que había sido una fiel seguidora de Alfred durante todo el concurso y sentía, o por lo menos al principio del camino, mucho cariño hacia toda la gente cercana a él. Asintió.

—Estamos aquí para negociar.—continuó María Jesús— Podemos parar esta guerra absurda de alguna manera, todos tenemos cosas que perder en ella y todos acabaríamos bastante mal si entramos en el campo de batalla.

--Madrid--

Javier acaba de recibir la llamada más extraña de su vida, últimamente le estaban sucediendo las cosas más extrañas del mundo y seguía con la firma convicción de que, no sabía ni cuándo ni cómo, pero se había convertido en parte del reparto de una telenovela o de una novela muy mala.
Cuando recibió la llamada estaba tranquilo en la habitación que le había dejado su amigo en el piso, los demás se habían ido de fiesta, pero a él no le apetecía, todas las reuniones con los abogados, la comida con Toni, las llamadas de su madre que sabía todo pero no con todos los detalles... Estaba cansado y preocupado, su hermana no se había puesto en contacto con él y estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para no coger el teléfono y llamarla. El timbre sonó, ya estaban allí.

—¿Tú sabes dónde está Amaia?

Aitana entró como un torbellino sin saludar al hermano de Amaia, que se quedó mirándola asustado.

—¿Cómo?

Carlos entró en la casa y saludó a Javier con un movimiento de cabeza, este, al ver que detrás de él no había nadie más, cerró la puerta y se acercó a la mejor amiga de su hermana.

—No sabemos donde está Amaia.

Frunció el ceño y miró a los ojos del rubio, estaba preocupado, de eso no cabía duda.

—Aitana, explícate porque me estás poniendo muy nervioso.
—Que no sabemos donde está Amaia, lo último que sabe él—señaló a Carlos— es que se fue contigo a la reunión con los abogados, a mitad de la mañana recibió un mensaje de que no iba a ir a su casa...
—Están todas sus cosas en mi estudio, la maleta, la ropa, la guitarra, todo.
—Yo la llamé un poco después de la hora de comer y me dijo que iba a estar con Carlos de excursión en un pueblo... No sabemos donde está.

Javier se sentó en el sofá y se tapó la cara con las manos, lo sabía, sabía que aquella mirada de su hermana no iba a traer nada bueno.

—¿Habéis intentado llamarla?
—Si, tiene el móvil encendido pero no lo coge.

Aitana se sentó al lado de Javier y empezó a mover las piernas, aún más nerviosa que antes.

—¿Y Alfred?
—Tiene el móvil apagado.
—Joder...

--Barcelona, otra vez--

—Negociemos.

Amaia volvió a colocarse las gafas de sol y miró a María Jesús, no eran tontas, no iba a ser tan fácil, no podía ser tan fácil.

—Vosotras os deshacéis de todo esto, nada sale a la luz...
—¿Y tú?
—Yo os dejo en paz, dejó que sigas con tu carrera musical, no interfiero en absolutamente nada de lo que tenga que ver contigo...
—Siempre hay un pero, suéltalo ya, Anahí.

Anahí sonrió y se levantó arrastrando la silla con un ruido demasiado desagradable.

—Pero yo me llevo a Alfred de gira por Latinoamérica los próximos meses y las denuncias por posesión, venta y consumo de drogas recaerán en mi hermanito. Os doy una semana para decidir, si en una semana no sé nada de vosotras todo continuará como hasta ahora.

Y salió de la cafetería, perdiéndose por las calles de una Barcelona, un poco menos luminosa que otras noches.

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