Colocó la última flor que iba en uno de los rizos que tenía recogido, se miró en el gran espejo que tenía delante, era un tocador que habían llevado a la casa para ella.
En silencio, observó con detenimiento el maquillaje que le acababan de realizar, era sutil y favorecedor, había pedido llevar los labios de color rojo, le habían puesto un labial fijo para que le durará todo el día, giró la cabeza para volver a contar si llevaba puesta todas las pequeñas flores que había decidido llevar, se levantó y miró como llevaba el vestido palabra de honor, que se le ajustaba hasta debajo de las caderas donde la falda caería larga hasta sus pies descalzos, dio una vuelta sobre sí misma, sonriendo antes la imagen le le devolvía el espejo, soltó todo el aire de sus pulmones justo cuando sonaron unos golpes en la puerta.—Adelante.
La puerta se abrió y apareció su madre, Javiera llevaba un vestido sencillo y bonito, se acercó a su hija para abrazarla.
—Hija, el novio te está llamando.
Después de darse un beso en la mejilla y de huir cuando su madre se dio cuenta de que iba descalza, recorrió el pasillo del piso en el que se encontraba su habitación hasta la otra punta.
—Ten cuidado.
—Es que...
—Ten cuidado.Luz estaba intentando subirse a uno de los árboles del jardín de la casa, la pequeña era un torbellino y cuánto más crecía más torbellino era, casi había llegado a la rama a la que quería subirse, pero apoyó mal uno de sus pies y cayó hacia atrás cayendo en el césped, Alfred corrió hacia ella para levantarla, tenía los ojos llenos de lágrimas y le temblaba el labio porque estaba intentando no romper a llorar, la cogio entre sus brazos y la niña se abrazó a su cuello.
—Te lo estaba advirtiendo.
—Perdóname, tío Alfred.
—No hay nada que perdonar, mi Luz, solo tienes que tener cuidado.Se abrazó aún más fuerte a él y dejó caer las lagrimas que estaba acumulando, sollozó, Alfred cerró los ojos y sonrió, acariciándole la espalda para consolarla.
—No me llores.
Ana estaba fumándose un cigarro junto a Yadel y algunos de los demás ex concursantes de Operación Triunfo que habían sido invitados a la boda, no pudo evitar mirar en la dirección del sollozo de su hija, pero justo en ese momento el sollozo se transformó en carcajadas, tanto de la niña como de Alfred que jugaba con ella entre sus brazos.
—Mira.
Aitana se giró para mirar la imagen sonriendo, Cepeda y Roi también se giraron para mirar.
—Brillan
—Son dos luces.
—Creo que el destino hizo que estuviera en el momento del parto, que algo cósmico hizo que tuviera que estar ahí en ese instante.
—Están muy unidos.
—Si, me da miedo que lo pase muy mal cuando Alfred empiece la gira.Vieron como Alfred y Luz se tiraban en el césped y empezaban a hacerse cosquillas.
—Él le ha prometido que va a venir cada vez que pueda a casa y que le va a traer un regalo de cada una de las ciudades en las que haga un concierto, pero conozco a mi hija y si ya lo pasa mal cuando no viene algún fin de semana, no me quiero imaginar cuando sean varios meses.
—A veces pienso que le quiere más a él que a mí que soy su padre.Los presentes soltaron una carcajada por la broma de Yadel y no dejaron de observar cómo jugaban en el césped manchándose la ropa sin querer.
Amaia entró por la puerta y la cerró de golpe, sin aliento por entrar corriendo, se encontró a un estupefacto Carlos que la miraba sentado desde la cama con el ceño fruncido.
—Mi madre casi me mata por ver que voy descalza.
Le enseñó el pie y le sacó la lengua, Carlos soltó una carcajada y le hizo señas para que se sentara a su lado.
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Realidad
أدب الهواةAlfred, Amaia y sus catorce compañeros de concurso han terminado la gira de Operación Triunfo 2017. A partir de ahora empieza el verdadero camino. ¿Conseguirán mantener todo lo que han construido juntos? ¿Se desvanecerá todo como en un sueño?