36. Nudos que se deshacen.

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---Barcelona, dos días después---

—T'estimo.

Alfred colgó el teléfono y se quedó mirado a un punto que ni él mismo sabía cuál era, llevaba un rato allí sentado, en un banco cualquiera de una calle cualquiera de Barcelona, Anahí había entrado a hacer unas gestiones en el edificio de enfrente y él se había quedad allí, le había pedido por favor que le dejara, que necesitaba quedarse fuera.
Y la llamó, fueron unos pocos minutos, pero es que necesitaba oír su voz, saber que todo lo que estaba haciendo esos días era mentira para conseguir un fin superior, pero le estaba costando demasiado, ya no fingir el papel de amigo, dar abrazos o sonreír cuando no tenía ni ganas de tenerla cerca, lo peor era cuando Anahí sacaba el tema de ruptura, cuando tenía que decir en voz alta cosas que le hacían sentir culpable aunque no fueran de verdad.

—¿A quién quieres?

Anahí llegó y se sentó a su lado, tenía en la mano unos papeles, que guardó en su gigantesco bolso justo cuando empezó a sonar su teléfono y se puso a hablar de cosas que a él no le importaban nada, su móvil vibró aún en su mano, varios whatsapp de su amiga Marta.

    -Esta noche en casa de David.-
    -No sé si podré.-
    -Si puedes.-
    -Marta, de verdad, no sé si puedo.-
    -Te paso a buscar a las 20:00.-

-Madrid, ese mismo día-

—No podemos hacer eso.

El abogado de Amaia miró a los ojos de la joven y se pasó la mano por el pelo cano, llevaban más de media hora de reunión y era la primera vez que ella abría la boca, en la sala estaban Javier, Toni, los abogados de Alfred, su abogado y Amaia.

—Es la única solución.
—Si lo hacemos va a salpicar a Alfred porque sigue ligado a la empresa y sobre todo a Carlos, yo no quiero eso.
—Aunque esté de tu lado, Amaia, fue cómplice de Anahí, hagamos lo que hagamos le va a salpicar.

Bajó la mirada hacia sus manos y suspiró, resignada.

—¿Y cómo vamos a hacerlo?
—Vamos a ir a juicio público con el absurdo tema de las drogas, vamos a presentar todas las pruebas que tenemos contra Anahí, Carlos, Leopoldo, la empresa que ha promovido todo esto, Elena...

Amaia dejó de escuchar todo lo que estaban hablando a su alrededor, no quería estar allí, no quería que todo esto hubiera pasado, pensó en el último momento en el que habían estado tranquilos, recordó el último concierto de la gira de OT, la euforia y el miedo...

—¿Amaia?

Su hermano tocó su hombro para hacerla volver del mundo de los recuerdos y cuando vio su mirada supo que algo iba a pasar y no era nada bueno.

--Madrid, ese mismo día pero en otro lugar diferente--

Carlos daba vueltas por el piso, estaba nervioso, unas horas antes Amaia se había ido a la reunión con su hermano y los abogados después de una corta llamada con Alfred, y él tenía un nudo en la garganta que no podía deshacer ni tragarse, se sentía culpable, si él no hubiera accedido a los planes de su hermana... ¿A quién quería engañar? Anahí se hubiera buscado a otro pardillo para hacer su "trabajo".
Se encendió un cigarro justo cuando sonó el timbre de la puerta, se acercó para abrir.

—Lo siento, no sabía a quién llamar.

Se alejó de la puerta dejando una mirada de soslayo al chico que estaba en el umbral de la puerta. Raoul entró sin dejar de observar a Carlos, cerró la puerta tras de sí y, con cautela, entró en el piso.

—No te preocupes, no estaba haciendo nada importante.

Le dio una calada al cigarro y lo dejó en un cenicero que tenía en la barra de la cocina.

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