16. No me fio ni confio.

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—Mire, es una oferta muy interesante y muy importante, pero no podemos tomar una decisión tan precipitadamente, le agradecería que nos dejara toda esta documentación para poder meditarlo con tranquilidad.

El tío de Alfred se giró hacia su sobrino que tenía una expresión muy extraña, tenía el móvil en la mano y una conversación de whatsapp abierta, Alfred le devolvió la mirada, asintiendo y bloqueando la pantalla del móvil sin contestar.

—De acuerdo, pero no tarden mucho en tomar esta decisión, hay muchas cosas que organiza y, si aceptan, mañana mismo podríamos salir hacia Nueva York.

Alfred miró a los ojos de Anahí que miraba a su jefe atenta a las palabras que este pronunciaba, ella no se había dado cuenta de que la estaban mirando, tenía una sonrisa que en el poco tiempo que la conocía nunca había visto, una sonrisa de suficiencia y prepotencia que no le gustó nada, frunció el ceño y desvió la mirada hacia su tío, quería salir de allí cuanto antes, quería llegar a su casa, estar con sus padres y llamar a Amaia, en ese instante necesitaba irse a la playa él solo, con su guitarra, su libreta y la soledad.

—Estaremos en contacto.

Su tío y el señor se dieron la mano mientras Alfred salía, sin mirar, atrás del despacho, buscó la salida con la mirada, pero la mano pequeña de Anahí se posó en su hombro.

—Alfred, yo no sabía nada de esto.

Se volvió para mirarla, parecía sincera, pero él no la creyó.

—Déjalo estar, Anahí.
—Si hubiera sabido algo te lo hubiera dicho anoche, aunque salisteis corriendo...

Alfred alzó una ceja y ella le retó con la mirada.

—Llevamos meses aguantando muchas cosas, mucha presión, mucha gente que solo quiere estar con nosotros por interés, no tengo porqué darte explicaciones de si ayer Amaia y yo nos fuimos corriendo o volando, es nuestra vida.
—No te estaba pidiendo explicaciones, Alfred, te estoy diciendo que habíais dicho que os veníais conmigo en el coche y salisteis corriendo, también te estoy diciendo que yo no sabía nada de esto, ¿por qué no puede creerme?
—Porque no nos conocemos lo suficiente.
—Sabes que eso es mentira, nos conocemos muy bien, te abriste totalmente conmigo cuando estabas en el anonimato en Twitter, no me vengas con tonterías.

Alfred apartó la mirada para girarse hacia la puerta del despacho que seguía cerrada, Anahí apartó la mano de su hombro, dentro de su cabeza no paraba de idear cosas para que el plan no fallara.

—Las redes sociales son una cosa, la vida real es otra.

Anahí fue a abrir la boca para decir algo justo cuando el tío de Alfred salió de allí con un montón de papeles en las manos, Alfred no se despidió de nadie y salió de allí delante de su tío. El jefe le dijo a Anahí que entrara al despacho.

—El manager está prácticamente convencido.
—Pues Alfred no, no se fía de lo que le has dicho, ni de mí.
—Soluciónalo, necesito que estéis en Nueva York antes del domingo.

Alfred se subió al taxi y permaneció en silencio, su tío le conocía lo suficientemente bien como para decirle nada en ese momento, le indicó al taxista que les llevara al Prat. La mente de Alfred iba a mil por hora, no podía ser todo tan bonito, algo fallaba, ¿Anahí allí? ¿Irse a Nueva York? ¿Un vídeo de su single así porque sí? Que no, que no le encajaba, no podía se todo tan fácil, no podía...
Llegaron a su casa y al entrar María Jesús le miró frunciendo el ceño, se dieron un abrazo, ella miró a su tío que venía detrás y le hizo un gesto para que lo dejara estar, al separarse le dio un beso a su padre y se fue a su habitación sin decir nada.

—¿Qué ha pasado?

María Jesús, Alfredo y el tío de Alfred se sentaron en el salón y estuvieron hablando durante horas revisando papeles, Alfred se quedó en su habitación, al entrar dejó el móvil y se quitó la ropa que llevaba desde anoche, se quedó descalzo, se puso el pantalón de pijama y una camiseta vieja, dejó el móvil encima de su escritorio, pensó en llamar a Amaia, pero necesitaba relajarse, no podía hablar con ella en ese estado, dio un par de vueltas más por la habitación y cogió el trombón.

—Madre mía, Toni...

La madre de Alfred se llevó las dos manos a la cara y suspiró, conocía bien a su hijo.

—No vamos a hacer nada que él no quiera, lo sabes desde siempre.
—Se está intentando refugiar en la música, cuando lo hace es que algo no va bien.
—Nos lo han vendido demasiado bien, tenemos que revisar estos papeles con el abogado de la discográfica, no me termino de fiar de la empresa y Alfred tampoco, aunque conociera a la chica esa.
—¿Qué chica?
—La asesora, Anahí o algo así, no le he preguntado, pero se conocían.
—Eso es muy extraño...

Los ojos cerrados y el alma puesta en cada nota, Alfred dejó que la música fluyera desde el trombón por todo su cuerpo, le daba paz, una paz que no podía explicar a nadie, le calmaba por dentro, cuando tocaba y cuando cantaba nada más importaba, absolutamente nada.
Cada músculo de su cuerpo se fue relajando y la mente se le fue despejando, un cosquilleo le recorrió la espalda justo al terminar el solo que estaba haciendo, dejó el trombón en su funda y respiró hondo, justo cuando su móvil vibró tres veces, un mensaje de Anahí:

"Sabes quién soy, no te he engañado en estos meses, confía en mí, independientemente de lo que hagas con el contrato que te ha ofrecido mi jefe, si lo aceptas yo estaré a tu lado, sino lo aceptas también estaré ahí, por si te hace falta, como en tu canción"

Y dos mensajes de Amaia:

"Alfred, no me has contestado antes, no sé si sigues en la reunión o ya has salido."
"Yo ya he salido, me han ofrecido unos conciertos por España con cantantes muy importantes, Javier me ha dicho que nos lo pensemos hasta mañana, pero lo más seguro es que firmemos, el primero es en Madrid pero el segundo es en Tenerife, podré conocer a la familia de Agoney y Ana me ha dicho que sí puede venir me llevará a sus lugares favoritos. Cuando puedas llámame, necesito oír tu voz."

Ignorando deliberadamente a Anahí contestó a Amaia, fue a su armario, se vistió cómodo y metió cuatro pantalones, dos sudaderos, y un par de camisetas, al igual que varios calzoncillos y calcetines en una mochila, cogió la funda de la guitarra y salió al salón, su madre fue la primera en mirarle, su padre sonrió y su tío negó con la cabeza casi a punto de echarse a reír.

—Te vas con Amaia.

María Jesús no lo preguntó, lo afirmó, y se levantó para darle un abrazo a su hijo.

—Necesito este fin de semana.
—Voy a hacer que revisen todo esto los abogados, tienes la última palabra, como siempre.—dijo su tío señalando los papeles que estaban encima de la mesa.
—Cuando vuelva, te prometo que cuando vuelva hablamos de todo eso.

Se despidieron y Alfred llamó a un taxi, mientras esperaban María Jesús y él se quedaron solos en la cocina.

—Mama, necesito que hagas una cosa por mi.
—¿El qué?
—Necesito que averigües todo lo que puedas sobre una cuenta de Twitter...

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