--Una semana y dos días después. Lunes. Barcelona.--La gente estaba saliendo de sus trabajos, era la hora de comer, muchos volvían a sus casas y podrían disfrutar de la tarde libre con sus amigos, sus familias o sus mascotas, otros solo tenían una hora para llegar al restaurante que más les gustara, comer y volver a sus quehaceres.
Hacía frío y estaba lloviendo, cada día que pasaba el otoño se hacía más presente para culminar en un invierno que, contra todo pronóstico, y a pesar del cambio climático, se avecinaba gélido. Entre toda la marea de gente con abrigos calentitos y paraguas estaban ellos, las familias García Castillo y Romero Arbizu.
María Jesús y Javiera hablaban entre ellas de todo lo que acaba de ocurrir en el despacho de aquel edificio, Ángel y Alfredo estaban más callados, intentando asimilar todo lo que sus mujeres habían planeado y habían conseguido a sus espaldas y a espaldas de todos, Javier, Ángela y Toni hablaban con los tres abogados, dos de Alfred y uno de Amaia, sobre los pasos a dar a partir de ahora y sobre cuestiones legales sobre el futuro musical de ambos.
Alfred permanecía en silencio, pensativo, mirando a todas y cada una de las personas que había a su alrededor.—¿En qué piensas?
La mano de Amaia subió por su espalda y empezó a acariciarle la nuca, fijó su vista en la de él e intentó sonreír, se sentía rara, muy rara, todo lo que había pasado en los últimos meses se había acabado, todo había terminado, estaban en el punto de partida de nuevo, como si la noche anterior hubieran estado en la fiesta del último concierto. Alfred negó con la cabeza y cogió a Amaia de la cintura.
—Parece mentira.
—¿El qué?
—Que se haya terminado.
—Hemos firmado todos los papeles, has leído las cláusulas, esa...—intentó buscar una palabra que no fuera tan malsonante como todas las que se le venían a la mente al pensar en Anahí— Esa no puede hacernos nada más.
—No me fío.
—No seas paranoico, Alfred, todo está en manos legales, si hace algo las consecuencias para ella pueden ser nefastas, ¿crees que va a destruirse a sí misma para seguir jodiéndonos a nosotros?Se encogió de hombros, la respuesta era una afirmación más grande que la Sagrada Familia, pero prefirió no decir nada, sus familias ya estaban tranquilas, felices de que todo hubiera terminado, no iba a ser él el que sembrara la duda, tampoco quería dar rienda suelta a ese pequeño sentimiento anidado en su cabeza.
—¿Dónde vamos a comer?—preguntó Javiera.
—Podéis venir a casa, cerca hay un restaurante de unos amigos.—propuso Alfredo.
—Mamá, nosotros luego tenemos que irnos, hemos quedado.—dijo Amaia.
—Pidamos unos taxis.--Mismo día. Misma hora. Misma ciudad. Diferente ubicación--
Salieron del edificio desde el parking, el chofer no tuvo ni que preguntar la dirección a la que se dirigían, después de tener todo atado y bien atado, iban a volver a su urbanización de lujo, a su mansión de lujo y a su vida de lujo, su asquerosa vida de lujo.
—¿Al final te vas a venir?
Raquel miró a su hija, mantenía la esperanza de que algo en ella cambiara después de aquello, después de la firma, de ver a esas familias destrozadas por su culpa, tenía la esperanza de que se arrepintiera, de que se diera cuenta de que el camino que había cogido no era el correcto.
—Mi vida está aquí, no sé que pintó yo yéndome con vosotros.
Ignacio se pasó la mano por el pelo cano y suspiró, no tardaron mucho en llegar a la calle donde estaba el piso compartido de Anahí, el silencio que se creó en el coche era tan incomodo que a veces costaba hasta respirar, cuando su hija se bajó del coche, ambos se miraron a los ojos, su mujer los tenía húmedos, ¿qué habían hecho mal?

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Realidad
FanfictionAlfred, Amaia y sus catorce compañeros de concurso han terminado la gira de Operación Triunfo 2017. A partir de ahora empieza el verdadero camino. ¿Conseguirán mantener todo lo que han construido juntos? ¿Se desvanecerá todo como en un sueño?