35. Playa, obturador, rubios, cabreo... Comienza el juego.

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No hacía mucho calor, acababan de salir de come del pequeño restaurante que él conocía y, como ya lo habían hablado, se fueron hacia la playa. Estaba muy callado, ella no tenía pensado presionarle, aunque tuviera ganas de hacer una fiesta por la situación, tenía que guardar las formas. Caminaban uno al lado del otro, él con las manos metidas en los bolsillos de los vaqueros, ella con su melena rizada y rubia suelta moviéndose detrás por el poco viento que hacía y agarrada a su enorme bolso.

—No sé cómo voy a hacerlo.
—¿El qué, nene?

Alfred disimuló bastante bien la expresión que le vino detrás de las gafas de sol, desde el día anterior le estaba costando horrores no ponerse a gritar todo lo que pensaba, pero no podía, tenía que fingir hasta que todo estuviera bien atado y poder pararle los pies.

—Dejarla.

Anahí giró la cara hacia el lado contrario apartándose el pelo y disimulando una amplia sonrisa.

—Hay muchas maneras, ¿pero estás seguro de lo que vas a hacer?
—Claro que estoy seguro, no me creo que solo sean amigos, no ha intentado ponerse en contacto conmigo desde que la vi de lejos en el aeropuerto y encima iba con él...
—¿Y si luego te arrepientes?
—¿Arrepentirme de hacer que una persona que me ha engañado salga de mi vida?
—Bueno... ¿Y tu amiga Ana te dijo quién era el chico rubio ese?

Alfred la miró ¿en serio tenía tanta cara?

—No, solo me dijo que se llamaba Carlos, pero...

Cruzaron sus miradas, ya podían sentir cerca el olor del mar que se les metía por cada rincón, la playa de Alfred, su lugar, su calma.

—¿Pero?
—Es una sensación que tengo, al ver las fotos que me enseñaste de la prensa y en el aeropuerto, aunque estuviera lejos, me suena mucho, se parece a alguien y no sé a quién...

Anahí tragó saliva.

Javier había estado hablando con unos amigos para que su hermana y él pudiera quedarse en un piso decente y no en una habitación de hotel mientras permanecieran en Madrid, un amigo suyo de siempre, que conocía desde pequeños en Pamplona, vivía allí, pero sólo tenía una habitación, Amaia decidió quedarse en casa de Carlo, él no estaba muy de acuerdo, no conocía de nada a ese chico y después de saber lo que esa loca estaba haciendo y siendo su hermano... No se fiaba, pero su hermana si y después de todo lo que les había pasado en los últimos meses tenía que aprender a confiar en ella.
Acaba de darse una ducha, y estaba decidiendo que pijama ponerse para descansar cuando su móvil empezó a sonar.

—Hola, María Jesús.

Amaia se dio la vuelta en la cama mientras veía como Carlos terminaba de ponerse la camisa, nunca le había visto así, llevaba un traje negro, la chaqueta se la pondría antes de salir, dejó el último botón sin abrochar y se volvió hacia a ella.

—¿Cómo estoy?
—Demasiado guapo.
—Pues levanta el culo y vete arreglando, vamos a llegar tarde.

Amaia suspiró y dio un par de vueltas más en la cama ante la atenta y sería mirada de Carlos, parecía una niña pequeña, ambos se quedaron en silencio y se monearon a reír, Amaia se levantó y se acercó para abrazar a su amigo, no era tonta como todo el mundo decía o quería que pareciera, sabía perfectamente cómo la miraba, sabía perfectamente lo que él había empezado a sentir, el problema radicaba en que pesaba mucho más en la balanza el sentimiento de amistad, quería protegerle, quería curarle las heridas que tenía porque le había cogido mucho cariño.

—Me ducho y nos vamos, ¿a qué hora...?
—En el restaurante se pasaran sobre las ocho, después en la fiesta será diferente, tenemos que estar atentos para reconocerles.

Con un beso en la mejilla se fue hacia el baño y dejó que el agua caliente hiciera ese efecto purificador que tenía siempre en ella.

Anahí enterró uno de sus pies descalzos en la arena, Alfred estaba sentado a su lado, no la miraba, no hablaba con ella, simplemente estaba allí, juraría que tenía los ojos cerrados detrás de las gafas de sol.

—Anahí...
—¿Qué pasa?
—Quiero que estés conmigo cuando deje a Amaia, no creo que pueda hacerlo yo solo.

Con un mono rojo y unos zapatos cerrados sin mucho tacón, el pelo en un semirecogido que le quedaba espectacular y unos pendientes de aro grandes, la sonrisa de Amaia era amplia y sincera, estaba con Carlos sentada en uno de los restaurantes más exclusivos de Madrid, el plan iba en marcha, cuando les habían servido el vino y habían pedido ambos se habían dado cuenta de la presencia de los paparazzi, había bastante gente en otras mesas, pero Amaia estaba tan acostumbrada que el sonido del obturador de la cama le llegó a pesar del bullicio.

—Uno es bastante bajito, tiene una barba descuidada y los ojos azules, a su lado hay una mujer algo más mayor.
—¿Tiene el pelo corto?
—Si.
—Es ella, mi hermana siempre tiene los mismos contactos, el otro debe ser su ayudante.

Carlos alargó la mano por encima de la mesa y acaricio la de Amaia, de nuevo el sonido del obturador. La cena no fue incomoda, ya les habían localizado y sabían quiénes eran, empezaba el juego. Después de cenar llegaron a la sala donde se celebraba la fiesta a la que iban a acudir, muchos famosos e influencers, mucho postureo del que Amaia odiaba y del que Carlos estaba tan acostumbrado que parecía un pez en el agua aunque su amiga sabía que por dentro estaba deseando huir de allí.
Bailaron, bebieron y hablaron con mucha gente.

—¡¡Amaia!!

Aitana se acercó corriendo, detrás de ella estaban Cepeda, Roi, Nerea y Raoul, los abrazos y las presentaciones se sucedieron Carlos se integró en el grupo muy bien, Amaia había puesto al tanto a todos de la situación y de lo que debían hacer.

—Ahí están.

Lo que sucedió a continuación fue un caos de flashes, gente exclamando, la música sonando demasiado fuerte y un desconcierto generalizado.

Amaia bailaba con Carlos justo cuando Aitana y Luis empezaron a besarse delante de todo el mundo, y no fue un beso dulce, se empezaron a comer el uno al otro sin importarles nada más, a su vez, Nerea apartó a Amaia del rubio de ojos verdes, puesto que ocupó Raoul que se puso a bailar muy pegado a él.

-Al día siguiente-

Anahí estaba sentada en su despacho, mirando la pantalla del ordenador donde estaban las fotos que su contacto había hecho la noche anterior, cogió el teléfono y marcó un número.

—¿ME PUEDES EXPLICAR QUÉ COÑO ESTÁS HACIENDO BAILANDO CON EL LLORICA ESE DE RAOUL CUANDO DEBERÍAS HABER ESTADO BESÁNDOTE CON LA NIÑATA DE AMAIA COMO TE ORDENÉ? LA CONFIRMACIÓN DE LOS OTROS DOS SOLO NOS HA HECHO PERDER DINERO, GILIPOLLAS.

Carlos se giró hacia su derecha, Amaia estaba a su lado, en la cama de su piso, mirándole con cara de sueño, cuando descolgó el teléfono y puso él manos libres la voz de Anahí llegó hasta el vecino del quinto.

—A veces no puedes controlarlo todo, Anahí.

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Hola, queridxs lectorxs:
Ganó casi por unanimidad la opción A, iré intercalando tramas, espero que no sea muy lioso, ya sabéis que siempre, si es que wattpad me deja, os contesto a todos vuestros comentarios.

Gracias por estar aquí conmigo, leerme y hacer que esta historia sea tan especial para mí.

Un cariñazo.

Miss T. Girl.

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