--Pamplona, 15 de marzo, horas más tarde--Se acaba de dar una ducha de esas que te sienta muy bien pero que te dejan destrozada y cansada, se había puesto lo primero que había encontrado en el armario para que cuando vinieran Carlos, Raoul y la sorpresa no pareciera una dejada, aunque lo cierto es que si hubiera sido por ella ni se hubiera duchado y hubiera estado en el sofá con la guitarra todo el día.
No quiso secarse el pelo con el secador, después de quitarse la humedad con la toalla, lo dejó al aire, pequeñas gotas le caían por la espalda, le gustaba esa sensación, le recordaba a muchas cosas, se negó a ponerse zapatos, ni zapatillas, quería ir descalza por su casa, aunque fuera de esas cuatro paredes la gente estuviera refugiándose entre capas y capas de ropa.
Cogió el paquete de tabaco que estaba encima de la barra que separaba la cocina del salón y sacó un cigarro, lo sostuvo entre los dedos de su mano derecha y se quedó mirándolo mientras reflexionaba sobre la llamada que había recibido antes, ¿Un abogado? ¿Qué quería un abogado madrileño de ella?, ya no estaba vinculada a absolutamente nada del mundo de la música, no había vuelto a ir a la capital salvo en contadas ocasiones para ir a algún concierto al que le había obligado Aitana a ir, su mejor amiga de la academia siempre había intentado que participara en su vida y en su carrera, al principio, cuando todo ocurrió había sido, junto a Carlos, su mayor pilar, al igual que en la ruptura.
Pero, cuanto más se alejaba Amaia de todo, Aitana triunfaba más y más, esos primeros conciertos a los que acudió le pidió por favor que la ayudarán a entrar sin que nadie se enterara, aunque alguien siempre acababa viéndola, por eso, después de alguna que otra pelea bastante fuerte con Aitana, decidió no volver a ir, por muy orgullosa que se sintiera de ver cómo sesenta mil personas corearan las canciones de su mejor amiga en cada ciudad a la que iba.
Se puso el cigarro entre los labios y, acercando la llama del mechero, dio una calada profunda al cigarro, encendiéndolo, el humo la llenó por dentro, su olor le traía recuerdos, puede que no lo admitiera nunca delante de nadie ni a ella misma, pero esa era una se las razones por las que había empezado a fumar, los recuerdos.
El timbre de la casa empezó a sonar con insistencia, Amaia sonrió y fue a la puerta para abrir.--Barcelona, 15 de marzo, horas más tarde.--
María Jesús, Toni, Alfredo y Dana miraban a Alfred, que no paraba de ir de un lado a otro en el salón de la casa de sus padres en el Prat, estaba nervioso, hacía muchos años que su madre no le veía así, no desde antes de su viaje.
—Deja de dar vueltas, hijo...
Alfredo se levantó de la silla en la que estaba sentado y le cogió de los hombros, Alfred miró a su padre a los ojos durante varios segundos y, asintiendo, se sentó en la silla que quedaba libre al lado de Dana.
—¿Y qué es lo que te ha dicho ese abogado?
—Me ha pedido por favor que acudiera a una reunión con su cliente este lunes que viene, en Madrid.
—Pero...
—Eso es muy raro...
—Le he pedido más datos, me ha proporcionado información sobre el bufete de abogados, el edificio... Pero me ha dicho que no podía decirme nada de su cliente hasta el lunes...Dana posó la mano en su rodilla, Alfred empezó a acariciarla, le tranquilizaba tenerla cerca, sentir el roce de su piel, sentir su mirada. María Jesús les observaba, le gustaba Dana, le gustaba mucho, era una chica risueña, sincera, feliz, y contagiaba esa felicidad a su hijo, le conocía lo suficiente como para saber que estaba enamorado, desde el primer día que la levó a su casa para comer un domingo lo notó, vio ese brillo, ese brillo que tantos años llevaba sin ver, pero no todo iba a ser bonito, no podía salirle algo bien a su hijo en el amor por una vez, a los pocos meses, una mañana que fue a visitarles él solo, les contó que su relación con Dana era tan verdadera como efímera, ella tendría que irse, ambos lo sabían y ambos lo asumían, decidieron disfrutar al máximo el uno del otro ese tiempo, pero ella era su madre, ella le conocía, ella sabía que iba a sufrir cuando Dana se fuera, pues su hijo era así, sentía demasiado profundo, aunque la inevitabilidad fuera tangible.
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Realidad
Fiksi PenggemarAlfred, Amaia y sus catorce compañeros de concurso han terminado la gira de Operación Triunfo 2017. A partir de ahora empieza el verdadero camino. ¿Conseguirán mantener todo lo que han construido juntos? ¿Se desvanecerá todo como en un sueño?