25. Echar de menos.

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Había soñado con ella esa noche, volvían a estar en aquel hotel de Lisboa, la noche de la final de Eurovisión, la noche en la que perdieron el concurso pero que ganaron libertad, la noche en la que habían salido de fiesta un rato y en la que al volver se habían dejado llevar por la pasión, pues ambos sabían que lo que estaba por venir era increíble pera daba miedo, mucho miedo, y esa noche se besaron, se lamieron, se mordieron, se comieron, se follaron, se fusionaron en uno solo como si fuera su último día en la tierra, pero ella no estaba allí, ella estaba lejos, en España, en los conciertos... Ella que según Anahí le había dicho que estaba demasiado ocupada con los ensayos para que la llamara, ella, ella, ella, ella... La echaba de menos, tanto que hasta le dolía en la piel.

—Creo que algo le pasa a tu móvil, Alfred.

Al salir de la ducha aquella tarde después de haber salido él solo a correr por Central Park, Anahí le había contado que acaba de recibir la llamada de Amaia, que lo había cogido y había estado hablando un rato con ella, que iba a estar centrada en los ensayos y que lo mejor era que no la llamara, Alfred tuvo una mala sensación ante esta situación, Anahí era una mujer algo extraña, cuantos más días pasaba con ella más la conocía y más se daba cuenta que había actitudes de ella que no le gustaban nada, intentaba controlarle a niveles que Alfred no podía soportar, una noche, después de superar casi por completo un ataque de ansiedad por la presión de estar allí solo lejos de su gente, decidió que lo mejor era dar un paseo nocturno él solo, Anahí no le dejó, tuvieron una bronca por la que los dueños del hotel en el que se alojaban en habitaciones diferentes les tuvieron que llamar la atención, acabó escapándose a hurtadillas de la influencia de Anahí. Y con lo del móvil pasó exactamente igual, ¿qué derecho tenía ella a coger ninguna llamada de su móvil? Lo cierto era que el móvil se había estropeado, no sabían cómo, pero estaba quemado por dentro, Alfred quiso ir a comprarse otro, pero Anahí tenía otros planes.

—Mira, vamos a pasar unos días en Orlando, en The Wizaring World de Harry Potter, era una sorpresa que quería darte antes de que volvamos a España, tu tío tiene mi móvil si pasa algo, le mandamos un email para decirle que si ocurre algo se ponga en contacto con este número y todo controlado, no te preocupes, y en nada llegamos a España y te compras otro.

Y allí estaba, tirado en la cama de una habitación de hotel de lujo en Orlando, cerca de los Estudios de Universal en los que está The Wizaring World, con una erección incontrolable por el sueño que acaba a de tener y una sensación de desazón muy extraña en el cuerpo. Necesitaba ponerse en contacto con ella, hablar con ella, escucha su voz, aunque fuera un solo minuto...
Se levantó de la cama, miró el reloj de muñeca que se había quitado la noche anterior antes de dormir, era muy pronto, había quedado con Anahí en unas tres horas para bajar a desayunar, volver al parque y terminar de ver las cosas que no habían visto el día anterior.
Abrió la ventana e hizo la cama en silencio, se fue hacia la ducha y se desnudó, tenía el pelo más largo, llevaba bastantes días sin afeitar, esa mañana no le apetecía ponerse las lentillas, así que dejó las gafas apoyadas en el mueble del espejo.
Bajo el agua de la ducha de nuevo la imagen de Amaia vino a su mente, ¿cuántas veces se habían duchado juntos? ¿Cuántos besos y cuantas caricias habían hecho que sus pieles ardieran a pesar de la baja temperatura del agua que caía lenta sobre ellos? Dolía, necesitaba sentirla cerca, besarla, cantar con ella, hacer magia...
Salió de la ducha, se puso unos vaqueros y su sudadera gris, las gafas de sol, cogió la cartera y las gafas de ver e intentando no hacer ruido para que Anahí, que estaba en la habitación de al lado, no se enterara, salió del hotel.
Hacía calor a pesar de ser pronto por la mañana, ese calor pegajoso de los lugares costeros, pero no le sobró la sudadera, le protegía y por dentro sentía un frío que no le hacía sentir bien.
Caminó hasta entrar en una cafetería y preguntó si podían dejarle hacer una llamada o sabían de algún sitio donde pudiera hacerlo, pidió un café mientras la camarera hablaba con su jefe y se quitó las gafas de sol para ponerse las de ver.

—Si, puede hacer una llamada.
—Muchísimas gracias, se lo pagaré con el café.

Marcó el número que se sabía de memoria, pero se encontró con el móvil de Amaia apagado o fuera de cobertura, joder, que buen momento para quedarse sin batería... Pensó en llamar a sus padres pero no quería preocuparles, ¿y si llamaba a Javier?, no, seguro que tenía mucho que hacer con Amaia en los conciertos... Suspiró y marcó otro número...

—¿Sí?

La voz de Roi le supo a gloria.

—Tío, creo que no tengo mucho tiempo, estoy llamándote desde una cafetería y tampoco quiero abusar de la amabilidad de esta gente.
—¿Alfred?
—Claro, joder, ¿quién iba a ser si no?
—No se, tío, ¿ha pasado algo?
—Se me ha roto el móvil, llevo varios días así, pero vuelvo pasado mañana a España...
—¿Y me tienes que llam...?
—Roi, escúchame, cuando puedas, habla con Amaia, cuéntale lo del móvil y dile que la qui...

Alfred vio como una figura pequeñita y rubia le quitaba el auricular del teléfono de la mano y lo colgaba, Anahí tenía una expresión indescifrable, Alfred no sabía si era de enfado, de rabia, de odio, de dolor... Se volvió hacia el camarero y dejó más billetes de los necesarios para pagar el café y la llamada, le cogió de la mano y le sacó de allí.

—Pensé que habíamos dicho que ibas a esperar a volver a España...
—Anahí...
—¿No estás a gusto aquí conmigo? Te he regalado este viaje, te he traído al parque de Harry Potter porque sé que te encanta y es una de tus cosas favoritas y tú... Tú sales del hotel para ponerte a hacer llamadas sin contarme nada.
—Joder, Anahí, sabes que nada de eso es verdad, claro que estoy muy ilusionado y contento por estar aquí contigo, me has ayudado mucho este tiempo, eres mi amiga, pero yo quería hablar con Amaia.
—Te dije lo que me dijo el otro día.
—La echo de menos.

Alfred se quitó las gafas y se frotó los ojos, Anahí se acercó a él y se colgó de su cuello abrazándole, él le devolvió el abrazo y suspiró, de verdad que la echaba de menos, a pesar de estar disfrutando del viaje, la grabación del videoclip había sido increíble, una experiencia que no olvidaría en la vida, y los viajes, la ciudad, la gente, Anahí, todo estaba siendo muy especial, pero le faltaba ella, su risa, sus bromas, su naturalidad, sus besos, su piel, sus miradas, todo.
Anahí no se soltó de su cuello en varios minutos, pero lo que podía parecer un abrazo inocente, solo ocultaba minutos en los que ella estaba maquinando en su cabeza como hacer para que dejara de echar de menos a la niñata de Amaia.

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Aclaración espacio-temporal:

No he calculado en la realidad cuanto puede tardar un vuelo de ida NY-Orlando(Florida) pero lo he intentado cuadrar para que en la llamada que hizo Amaia y que cogió Anahí ellos estuvieran aún en NY y ella en Madrid, por lo tanto lo que ocurre en este capítulo coincide con la tarde/noche del día de después de que Amaia se entere de todo de boca de Carlos.
Disculpadme de verdad por no cuadrar los tiempos con la realidad, pero quería que en la trama ocurriera así.

Un cariñazo.
Miss T. Girl

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