11. Alcohol y fans locas.

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Odiaba profundamente cuando alguien les veía por la calle, en un restaurante cenando o comprando fruta con su madre en el supermercado, y se dedicaba a ponerlo en redes sociales con al ubicación exacta. Eso mismo había pasado mientras estaban cenando en aquel restaurante tan pequeño y desconocido para la gente que no conociera la ciudad como la conocía él.

—Tenemos que irnos...

Las doce chicas que se habían amontonado en la puerta del restaurante minutos después de que un chico, que también estaba cenando allí, les hubiera pedido una foto, estaban emocionadas y nerviosas, después de besos, abrazos, audios a amigos, vídeos y fotos, Amaia vio cómo Alfred se estaba empezando a agobiar, exactamente igual que ella, entrelazó sus manos y se despidió de todas ellas, que tuvieron un primer impulso de seguirles para ver dónde iban, pero una, la más sensata de todas, se negó.

—¿Va a ser así siempre?
—Se calmará, ahora empieza la nueva edición y todo cambiará...

Se metieron por una bocacalle para llegar antes al lugar donde habían quedado con Anahí, no había nadie allí, Amaia se paró en seco y tiró de la mano de Alfred para abrazarle con fuerza, tenía los brazos alrededor de su cuello, le acarició la nuca, él cerró los ojos y hundió su cara en el cuello de ella.
Ninguno de los dos se dio cuenta de cuánto tiempo estuvieron abrazados, solo estaban pendientes de los latidos de sus corazones y de las respiraciones que estaban muy cerca, antes de erguirse para mirarse a los ojos, Alfred dejó varios besos en la piel desnuda del cuello de Amaia que soltó un suspiro.

—No sigas o al final no vamos a ver a tu amiga...
—Solo un beso...

Cuando sus ojos se encontraron Amaia pudo ver la intensidad del Alfred que tanto le gustaba, en realidad le gustaban todas o casi todas las facetas de Alfred, pero cuando se ponía intenso... Fue ella la que llevó la voz cantante y sacó su lengua para rozar los labios de él, Alfred sonrió e intentó atraparla entre sus labios, jugaron, rieron hasta que labio a labios el beso se fue intensificando.

—¡¡ID A UN HOTEL, NIÑATOS!!

Una señora que había bajado la basura les miraba con asco, se separaron y se echaron a reír mientras corrían calle abajo para llegar a su destino.

Anahí estaba en la puerta de la sala, conocía al portero de seguridad y por eso no estaba guardando cola, se había encendido un cigarro hacía pocos minutos y le estaba dando un calada cuando les vio, de la mano, riendo, cómplices, se le hizo un nudo en la boca del estomago, si todo le salía bien esa magia iba a desaparecer, soltó todo le humo y decidió no pensar en ello.

—Mira, ahí está.

Alfred saludó con la mano a la que Amaia supuso que era Anahí, casi se quedó sin aire, delante de ellos había una mujer pequeñita y muy sexy, llevaba un vestido muy ceñido a su cuerpo, de color azul oscuro y con un escote con hombros descubiertos, unos tacones negros altísimos pero que al ser tan pequeña no le habían parecer muy alta, la melena rubia le caía como una cascada por la espalda, tenía las uñas perfectamente pintadas y en la mano derecha sujetaba un cigarro del que subía una fina línea de humo que le daba un toque de femme fatale.
Alfred se acercó a Anahí y le dio dos besos sin soltar la mano que tenía entrelazada con Amaia, cuando se separaron las dos mujeres se miraron a los ojos durante varios segundos que parecieron eternos.

—Tenía muchas ganas de conocerte, ya te lo habrá dicho Alfred, pero fui muy fan del programa.

Amaia solo pudo asentir, estaba intimidada, Alfred no supo interpretar el sentimiento exacto que recorría el cuerpo de ella, pero apretó su mano intentando darle fuerza, Anahí le dio dos besos y se separó con una sonrisa.

—¿Queréis uno antes de entrar?— dijo alzando la mano donde tenía el cigarro para darle la última calada, tirar la colilla y pisarla con el tacón.
—No, si eso luego.

Amaia negó con la cabeza y miró a Alfred a los ojos.

—Pues entremos, que es hora de bailar un poco.

El de seguridad les dejó pasar y varias personas de la cola protestaron hasta que se dieron cuenta de quienes eran, intentaron hacer alguna foto, pero ninguna les pilló de lleno, eso sí, Twitter ya sabía exactamente dónde estaban y eso no podía ser bueno.
Subieron las escaleras hasta la zona VIP que no estaba muy llena.

—¿Qué queréis tomar?

Amaia empezó fuerte, pero Alfred prefirió una cerveza, Anahí se pidió un combinado, los tres brindaron y entre conversación intrascendente y alcohol colándose por sus gargantas la situación se fue relajando.

—¿Y te vas a venir a vivir a Barcelona?
—Supongo que si, con mi hermano.
—Ahora te tienen que estar saliendo mil oportunidades, ¿a que sí?
—No puedo decir nada...
—Te entiendo.

Alfred las observaba mientras hablaban y no pudo evita fijarse en lo distintas que eran en todos los sentidos, dio el último trago a su cerveza y se giro para ir a la barra a para pedir otra, se sentía a gusto, pero esos sitios no eran sus lugares favoritos en el mundo, una noche, un rato, vale, pero no mucho más, cuando tuvo el botellín en la mano se dispuso a volver con las dos mujeres y se encontró ante sus ojos con Amaia bailando con Anahí, muy cerca, muy pegadas, ella reía y se movía mientras la rubia tenía los ojos cerrados disfrutando (si es que se puede disfrutar) de la música.
Beber alcohol de alta graduación desde el principio era un riesgo que Amaia había querido correr porque estaba nerviosa, Anahí era el tipo de mujer que hacía que se sintiera fea, estúpida y poca cosa, y tampoco podía negar, de nuevo, que los celos estaban rondando a su alrededor, cuando Alfred se fue hacia la barra ella le dio un largo trago a su copa y se puso a bailar luchando por no pensar en nada hasta que las mano de la otra chica se posaron en sus caderas, algo en su cerebro hizo "click", dejó de pensar al instante y se puso a bailar sintiendo cada movimiento como si fuera el último que haría en su vida.
Alfred se acercó y, aunque torpemente, se puso a bailar detrás de Amaia, Anahí abrió los ojos y le miró a los ojos, sonriendo. Amaia notó el cuerpo de Alfred detrás de ella, sabía que era él por su olor, olía tan bien... Anahí se pegó aún más haciendo que le cuerpo de los tres quedara completamente pegado, Alfred estaba duro pegado al culo de Amaia, tenía la boca cerca de su oído, respiraba entrecortado.

—Vámonos...—susurró dejando una idea caliente y húmeda en el aire.

Amaia se giró para mirarle y alzó la mano hacia su nuca para acariciarle con la mano que no sujetaba el vaso medio vacío, cuando sus miradas se conectaron nada a su alrededor importaba, ninguno notó que Anahí se separó de ellos y se fue hacia la barra, les observaba moverse, se comían con la mirada, si estuvieran solos tenía claro que acabarían follando allí mismo en el suelo, cuando el camarero le sirvió, esta vez un chupito, sin despegar la mirada de la pareja, supo que su plan no iba a ser tan fácil como parecía, pero lo conseguiría, lo tenía claro, se bebió el chupito, quemándose la garganta y el esófago, y volvió junto a la pareja justo cuando el de seguridad se acercó a ellos con cara seria.

—Tenemos un problema, hay que sacaros de aquí.

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