--Algún lugar de algún sitio--No habían pasado ni diez minutos desde que habían llegado a la casa cuando Marta cogió una cesta que había encima de un mueble en la entrada, puso su móvil, después de apagarlo, dentro, y fue detrás de sus tres amigos para que hicieran lo mismo, Alfred fue el último.
—No puedo hacer eso, Marta.
—Es obligatorio.
—Marta tengo trabajo, si me llama mi tío o si les pasa algo a mis padres...—tanto Marta como el propio Alfred sabían que no quería dejar el móvil apagado por si Anahí hacía algún movimiento nuevo y hacía daño a Amaia, pero después de la conversación en la que les había contado todo a sus amigos no le apetecía decirlo en voz alta.
—Son órdenes de tu madre, apaga el puto móvil y déjalo aquí dentro hasta dentro de tres días que volvamos a casa.Frunció el ceño, ¿su madre que tenía que ver con todo aquello?, algo dentro de él le dijo que saliera a la calle y pidiera un taxi para volver lo antes posible, pero algo en la mirada de su mejor amiga de toda la vida se lo impidió. Apagó el móvil nuevo, que por cierto no le gustaba nada, no sabía si era porque no se parecía al anterior o porque lo había elegido Anahí, y lo metió en la cesta.
La casa no era ni muy grande ni muy pequeña, estaba en un pequeño pueblo costero y tenía la playa nada más bajar las escaleras, seguro que la habían construido antes de la reforma de la ley que impedía construir tan cerca del mar.
—¿De quién es esta casa?
David se acercó a Alfred y se puso a su lado, ambos miraban hacia el mar, en la oscuridad de la noche solo se intuían las formas de las olas que rompían contra la orilla de manera algo violenta, normal en esa época del año, hacía algo de frío, pero al estar allí no era tan acusado como estando en pleno centro de una ciudad.
—De un amigo de clase, es de sus abuelos.
Asintió y no dijo nada durante varios minutos, Marta se acercó también a ellos.
—¿Qué estamos mirando?—preguntó Eric uniéndose.
—No lo tengo muy claro.
—Parecemos gilipollas.
—No lo parecemos, lo somos.Escuchaba a sus amigos, pero su mente no estaba allí, ni en el horizonte, que era donde estaba mirando él, suspiró y se prometió a sí mismo que esos días iba a relajarse y a disfrutar de la tranquilidad de sus amigos, lo necesitaba.
—¿Qué vamos a cenar?
--Madrid--
Raoul había conseguido que Carlos le acompañara a dar una vuelta y a comprar unas cosas por el centro de Madrid antes de ir a cenar con Nerea, Mimi y Ricky en la casa de este último.
Cuando ya se habían terminado ambos el café aquella mañana, llegaron al móvil de Carlos varios whattsapp seguidos, Amaia no iba a volver a su casa, no le daba muchas explicaciones, incluso parecía esquiva, aunque claro, uno interpreta los mensajes escritos como quiere, Carlos se había quedado algo apático y Raoul lo había notado, algo que no supo interpretar le había hecho quedarse allí con él, en su piso, habían comido juntos una pizza, estaban a gusto juntos, ninguno de los dos podía negarlo.—Pero no los conozco, no pinto nada en esa cena.
—Vienes conmigo y ya está.
—Pero...
—Pero nada, Carlos, primero vamos a ver esas zapatillas y después vamos a cenar, no puedes quedarte aquí encerrado.Y allí estaban, llegando a casa de Ricky, después de una tarde sorprendentemente tranquila, Raoul dejó la bolsa con la caja de las zapatillas en el suelo y llamó al telefonillo, después de varios minutos les abrieron el portal, Raoul se tropezó por culpa de la bolsa y Carlos le sujetó para que no se cayera, ambos se sonrieron notando algo muy cálido. Una vez arriba, llamaron a la puerta y Nerea se abalanzó sobre Raoul para abrazarle, Carlos se quedó detrás.
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Realidad
ФанфикAlfred, Amaia y sus catorce compañeros de concurso han terminado la gira de Operación Triunfo 2017. A partir de ahora empieza el verdadero camino. ¿Conseguirán mantener todo lo que han construido juntos? ¿Se desvanecerá todo como en un sueño?