62. ¿POR QUÉ TE RÍES?

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"No había mucho que hacer por él, era algo obvio incluso antes de que comenzara a hablar, atacando con sus palabras igual que fueran cuchillas, sabiendo que con ellas podría herir aún más. Era un arma que no necesitaba ser empuñada, solo dirigida.

Habían corrido hacía la habitación donde se encontraba el prisionero, con Stark y Steve habiendo desaparecido por esos breves momentos, dándole el tiempo suficiente para dormirlos antes de que siquiera pudieran abrir la puerta, lanzando las bombas de gas dentro antes de que alguien pudiera reaccionar.

Una de ellas era para dormirlos. La otra para cubrir la habitación de un denso humo que cubriera a la vista su presencia, pues tenía poco tiempo y no podía esperar a que cayeran por completo inconscientes.

También comenzando a dormirse, Isaac no le represento ningún problema, deshaciéndose de sus amarres de forma bastante ágil, controlando con gran precisión y convicción sus movimientos. De no hacerlo, terminaría por romperle el cuello antes de que siquiera pudiera sacarlo de ahí.

El ducto de ventilación sobre él le había dado la mejor opción de escape, pues eran de un tamaño aceptable como para que él pudiera entrar junto con otra persona, además de que le facilitaba el arrastrar al gran saco de basura que llevaba consigo.

No tuvo ningún tipo de cuidado al avanzar, golpeando el cuerpo con las pequeñas zonas irregulares que había alrededor, sonriendo cada vez que algo golpeaba la cabeza de Burrel o que hiciera algún corte, por mínimo que fuera, sobre su piel.

Había guardado como recuerdo aquel control de viaje en el tiempo, supuso que aquel aparato le daría algunos segundos para escapar, solo viajando a donde se encontraba antes de haber ido a aquella prisión.

Tenía su propio escondite, con sus preciadas y útiles armas, un punto de abastecimiento que visitaba con mucha regularidad cuando aún mataba. Cuando aún no caía rendido ante los caprichos y deseos de un inocente niño que aún parecía no saber el efecto que tenía sobre él.

Sus voces estaban en completo silencio y ahora que lo pensaba, ya eran pocas las veces que hablaban. Antes parloteaban todo el día, hacían todo tipo de comentarios, pero ahora, solo lo hacían en pocas situaciones, mayormente cuando se trataba de su arañita, sirviéndole como recordatorio para no meter la pata y romper la confianza que ahora le tenía.

Si es que aún la tiene.

Gruño al escuchar eso, pues parecía que ahora también con la función de decir lo jodido que podría ponerse todo ahora.

Preparo una silla para su invitado, sin atarle, pues sabía que sus piernas no responderían, aunque intentara escapar y también sabía que Burrell no era idiota. Si iba a actuar, iba a ser solo para tratar de enfurecerlo y obligarle a matarle, rápido y sin dolor. Isaac sabía que estando con él, no habría posibilidad de salir con vida.

Pero no, se había prometido una cosa, y era que mantendría la calma a pesar de todo, haciéndole sufrir con una velocidad pasmosa. Si iba a hacerlo, si se iba a meter en problemas por ello, al menos lo haría bien.

Tuvo una brillante forma de hacerlo despertar, habiendo dejado por algunos minutos una pequeña y delgada cadena sobre el fuego que se había molestado en encender, como si estuviera de campamento y no en horas de trabajo, tomando la cadena, que se encontraba sobre un trozo de fierro, un corto tubo de metal de aproximadamente 4 cm de diámetro y 9 de largo.

Apenas si se dio cuenta que había tomado la cadena con las manos desnudas, sintiendo el ligero metal arder en su mano, casi como si fuera capaz de traspasarle, lo cual, si seguía sosteniéndola, bien podría pasar.

4. DETECTIVES: ENCRUCIJADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora