71. DESPERTAR.

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Un estremecimiento le recorrido el cuerpo entero cuando intento girarse, soltando un suspiro al descubrir que no podía moverse.

Movió débilmente su cabeza, mirando a su alrededor, o al menos todo lo que su cuello le permitía girarse, sintiendo un escalofrío apenas sintió una grande mano posarse sobre su espalda con delicadeza.

-lo siento, Tony… ¿te duele...?-le pregunto la voz del rubio, quien, sin poder evitarlo, paseaba de nuevo su mirada por el cuerpo del millonario, como temiendo haber olvidado algún centímetro de su piel al verlo, tocarlo o saborearlo.

-no, no, estoy de maravilla-respondió Tony, sin hacer intento de separarse de la cama, notando como Steve le miraba apenado, pero no lo suficiente como para dejar de tocar su trasero, masajeándolo suavemente.

Solo una sábana cubría a medias su cuerpo, con su entrada pegajosa y aun chorreando de semen, mismo que resbalaba por sus piernas, además de que, en sus caderas, podían mirarse débiles moretones, mismos que eran la principal preocupación del super soldado.

No podía negarlo, esa había sido la mejor noche en su vida, como Steve le había hecho sentir tanto placer, al punto de casi desfallecerse, por que estaba muy seguro de que aquellos fragmentos de la actividad que no recordaba, era por que se había desmayado por algunos segundos. Y también estaba la inexperiencia del rubio, que le había dejado con sus caderas doliendo al más mínimo movimiento, con sus piernas por completo dormidas y su columna quejándose de los excesos.

Tal vez debería empezar a considerar a hacer más ejercicio y algunos estiramientos si quería aguantar al menos un poco más el ritmo de Steve.

Gruño un poco al sentirse manoseado de nuevo, no es que le molestara, pero ¡Por amor de Dios! ¿Qué acaso Steve no había tenido suficiente?

Trago en seco al tan solo imaginar que pudieran empezar su día con otra calurosa y agotadora ronda antes de que decidiera fundirse para siempre con el colchón.

-deja de tocar mi trasero, Rogers, estas castigado-

-¿castigado? ¿hice algo mal?-le pregunto Steve curioso, aunque también un poco asustado por que al millonario no le hubiera gustado, solo tranquilizándose al mirar una dulce sonrisa formándose en los labios del otro.

-no, se podría decir que tienes habilidad-respondió el castaño, suspirando-tú no eres un cachorrito, en definitiva no lo eres-se quejó, sin evitar sonreír más al sentir como el rubio besaba su frente-no, no puedes fingir ser inocente cuando ya vi que en realidad no lo eres, quiero mi beso en los labios-le exigió-y.…también quiero un par de aspirinas, tu y yo tenemos que hablar sobre el cuidado de mi trasero, creo que… Aahh Dios, creo que me has partido en dos-le regaño cuando intento girarse para quedar boca arriba, no tardando en sentir el pecho desnudo de su pareja contra sus manos.

Tal vez fue arrogante de su parte suponer que podría manejar todo eso a su antojo, él mismo había provocado toda ese intenso y placentero accidente.

-cielos, Tony ¿te lastime?-le abrazo con cuidado, dejando débiles caricias en su espalda, se sentía culpable de ver algunas débiles marcas de sus dedos sobre la piel del millonario, tal vez lo había apretado demasiado fuerte-entonces…-empezó a decir al escuchar lo último, un poco sonrojado, pero también luciendo una brillante sonrisa-¿significa que esto se volverá a repetir?-

El millonario levanto la mirada, observándolo a los ojos, tardando un poco en contestar, pero terminando por asentir.

-sí, Steve, se repetirá… pero por favor, primero necesito me prepares, esa capconda es demasiado grande para mi ya no tan virginal entrada-toco un poco su cintura, descubriendo ahí la mano del rubio, que ahora parecía que no querría dejar de tocarle-necesito un baño, Rogers, ayúdame a levantarme-

-¿Quieres que te cargue? Puedo llevarte sin ningún problema-
El millonario iba a negarse, pero pronto se dio cuenta que no podría si quiera moverse por su cuenta, por lo que termino asintiendo, sorprendiéndose ante el cuidado y la ternura con la que el rubio le levantaba en brazos.

Su cachorrito había vuelto a aparecer, con sus ojos azules pareciendo pedir mimos y besos, pero esta vez, Tony no se dejaría engañar.

Al menos agradecía que no hubiera nadie para verlo así. En especial Holmes o Sherlock, se había burlado tanto de ellos que estaba seguro de que no dudarían ni un segundo en devolverle la broma apenas pudieran. Y el no pensaba darles ocasión para eso.


* * *


Lestrade fue quien les recibió apenas llegaron a Baker Street, siendo aquella su quinta vuelta por la zona, pues ninguno les había respondido a sus llamadas y con lo visto por las noticias y los informes que había recibido del caso, se había sentido preocupado por ellos, sobre todo considerando que después de lo ocurrido con Mary, no había vuelto a ver a ninguno de los dos.

Además de que al entregarle a Mycroft en persona el sobre que Sherlock le había encargado, las pocas palabras que el mayo de los hermanos Holmes profirió, solo acrecentaron sus nervios y preocupación en lugar de disminuirlos.

Realmente esperaba ver alguna clase de mirada triunfal al ver bajar a Sherlock y John de la limosina que los había llevado, por haber resuelto el caso, el haber atrapado al culpable.
Pero sus miradas parecían estar perdidas, como si de pronto, no reconocieran el lugar donde se encontraban, como si no lo reconocieran a él.

-Greg-fue John el primero en saludarlo al notar su presencia, dándole un apretón de manos.

-John, me alegra hayan vuelto-le dijo-señora Hudson…-trato de saludarla también, pero la mujer solo dio un asentimiento de cabeza y entro de inmediato a la propiedad.

Realmente le habría encantado pasar más tiempo con los pequeños Watson, el al menos haber podido despedirse de ellos, se había encariñado demasiado rápido al pasar tanto tiempo cuidándolos. Esperaba que Watson pudiera hacerse cargo de dos bebés más aparte de Holmes, aquel trayecto de vuelta a Londres solo había servido para llenarla de nostalgia. Ni siquiera las pláticas con la madre de Sherlock lograron animarla.

-¿ocurre algo?-les pregunto Lestrade, luego tratando de corregirse-quiero decir, sé que en realidad ha pasado mucho... yo solo… ¿hay algo que necesiten?-

-todo bien, Greg, sabremos manejarlo-le dijo Sherlock de forma distraída, también entrando a la casa. Con una pequeña cabecita puntiaguda asomándose desde uno de los bolsillos de su saco.

-Solo es cuestión de tomar un descanso-respondió John.

-¿de verdad? Creo que Holmes y Watson son lo que necesitan aquí para animarse-

-ellos ya volvieron a su tiempo-

-¿no podía aplazarse?-quiso saber el inspector.

-no, al parecer no-

-pero... pueden volver, ¿no? Después de arreglar sus asuntos y tal vez…-

-no volverán-lo interrumpió John, suspirando-la despedida fue definitiva, algo que era demasiado riesgo que volvieran a nuestro tiempo y de que aún tenían un papel importante que jugar en el pasado y… bueno, la señora Hudson está un poco sentida por no haberse podido despedir de los hijos de Watson… sus hijos ya habían nacido apenas este desastre comenzó y…-

-entiendo-respondió Lestrade, dándose cuenta de todo lo que se había perdido-

-si, bueno… y ¿Mary?-pregunto con duda el doctor.

-tuvo un… entierro organizado por algunos de sus amigos y… lo siento John, supuse querías estar presente pero no había manera de retrasarlo y conservar más tiempo el cuerpo-

-descuida, entiendo-lo tranquilizo-solo, me hubiera gustado un verla una vez más…-termino susurrando, planeando ir a verla de inmediato, para al menos dejar unas flores y disculparse de nuevo. Esperaba que realmente ella pudiera perdonarlo-gracias por todo, yo…-trato de despedirse.

-claro, no hay de que, los veré luego-Lestrade le dio un par de palmadas en el hombro, dándose media vuelta mientras empezaba a caminar, deteniéndose al darse cuenta de algo-¿En verdad Sherlock me llamo Greg?-

4. DETECTIVES: ENCRUCIJADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora