79. EN ALGÚN MOMENTO DEBÍA PASAR

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Tomo un nuevo taxi apenas salió del centro joyero, feliz al haber encontrado el anillo perfecto para el que sería su futuro e insufrible esposo.
 
Lo de insufrible no le molestaba, al contrario, de forma extraña, esa había sido un de las tantas razones por las
que se había terminado enamorando de Sherlock, aunque conforme más lo pensaba, más se avergonzaba de haber sido tan ciego.
 
Esos sentimientos que ahora para él eran tan claros, hace más de dos años los había confundido con simple
compañerismo y amistad.
 
-Baker Street, en el 221-le dijo al
conductor apenas subió, guardando bien el anillo en uno de sus bolsillos, sin resistirse a mirar dentro de la caja una última vez, comenzando a mirar por la ventana con una sonrisa, dispuesto a disfrutar del viaje de vuelta.
 
Al principio, no vio nada extraño en que el taxista manejara en una dirección diferente a la que estaba
acostumbrado, pues solo había sido una calle, pero al darse cuenta que comenzaba a alejarse cada vez más de la ruta, se puso en guardia.
 
Su mano fue directamente al arma en su pantalón de la que ahora no se separaba gracias a Burell, pero apenas hizo ese movimiento, el hombre giro apenas el rostro, separando su vista del camino por breves segundos.
 
-no se moleste, doctor Watson, le aseguro no está en peligro-le dijo con calma, volviendo a mirar al frente, tomando otra calle, comenzando a buscar algo entre sus bolsillos, donde al sacarlo, John no pudo evitar sacar también su arma para apuntarle, haciendo de forma
inconsciente varios ejercicios de respiración, dispuesto a disparar de ser necesario.
 
El conductor ni siquiera reacciono ante su acción, sino que, al contrario, con gran tranquilidad le mostro el
celular que había sacado, presionando un botón que hizo que la voz de Mycroft saliera del aparato, haciendo que el doctor suspirara con cierta frustración.
 
- ¿Qué diablos te pasa Mycroft? -le reclamo John, recargándose en el asiento de nuevo mientras intentaba volver a respirar con normalidad, sintiéndose tenso aun cuando ya no se sentía en
peligro.
 
-también me alegra escucharte, John-
 
- ¿Qué sucede? Si necesitabas
hablar solo pudiste haber llamado o…o al menos enviar a tu asistente-se quejó, tomando el celular para seguir hablando con él, aun cuando no sentía muchos deseos de hacerlo, pero tal vez si le colgaba solo alargaría más las cosas.
 
-es un tema de vital importancia, prefiero sea algo más directo-le explico el mayor de los hermanos Holmes-sabes
que interacción presencial me permite deducciones más precisas…-
 
- ¿y qué asunto podría ameritar que me secuestres para verme? ¿Qué sentido tendría mentirte? –quiso saber John, realmente indignado por aquella interrupción en un día tan perfecto.
 
-eso es lo que pienso averiguar,
John ¿Por qué razones serías capaz de mentir? –le dijo Mycroft, con ese tono elegante y presuntuoso que siempre usaba, pero detrás de todo eso, había un timbre en particular que John estaba seguro que nunca antes había estado ahí.
 
- ¿y de que quieres hablar?–pregunto con cuidado, con su mente sin ser capaz de imaginar la razón por la
que la reina no oficial de Inglaterra estuviera tan… alterado, si, justo esa era la palabra, teniendo que aguantar la respiración ante la prolongada pausa que hubo.
 
-es sobre el apresurado compromiso entre tú y mi hermano-le dijo Mycroft con gran seriedad, con ese timbre
convirtiéndose en un tono bastante hostil, haciendo que John de inmediato se volviera a tensar.
 
No es que no planearan decirle,
pero habría imaginado que habría sido en otro momento, tal vez junto a los padres de Sherlock para que ellos menguaran los comentarios que seguro Mycroft no se resistiría en compartir, aunque a nadie le importara.
 
Pero que fuera justo en ese
momento, solo, si lo ponía un poco nervioso, pues John no alcanzaba a imaginar cómo se había enterado cuando se lo había propuesto a Sherlock apenas esa mañana.
 
Ya no le respondió nada a Mycroft, empezando a mirar por la ventana para ver si se lastimaría mucho si decidía
saltar del auto en movimiento, pero antes de que pudiera decidirse, el taxi dio vuelta en una esquina, frente a una construcción que parecía de almacén y que le recordó a su primer encuentro, con el que iba a ser su cuñado justo en
frente del auto, colgando apenas pudo ver al doctor.
 
Su mirada se veía menos amigable que de costumbre y para confirmar su mal humor, tres figuras más pudieron verse
tras él, con esa pinta que decía que su presencia iba más allá que para simple intimidación.
 
-supongo que ya es tarde para decir que no estoy disponible-dijo John por el teléfono antes de devolvérselo al conductor, tomando una gran bocanada de aire para abrir la puerta más cercana a él, bajando y cerrándola con algo de fuerza para luego ponerse frente a Mycroft, mirando tras él apenas vio como el taxi se echaba en reversa y se iba.
 
-sigo insistiendo en que esto no
era necesario-
 
-prefiero tomar precauciones-fue todo lo que le dijo el otro, quien miraba al más bajo de forma altiva.
 
-está bien-acepto John, fijando su mirada en él, obligándose a mantener la calma, muy seguro que lo que sea que Mycroft buscara para usar a sus matones, no lo iba a encontrar- ¿de qué hay que hablar? –
 

* * *
 

-ya se ve mucho mejor, señor Holmes ¿ve como no era tan difícil? –le dijo la señora Hudson, cargando con algunos libros que coloco en el librero del otro lado de la habitación, girándose a ver de vez en cuando al detective, supervisando sus acciones y asegurándose que no dejara nada que representara un riesgo para los niños de Watson.
 
Holmes se mantuvo callado, no había mucho con el que pudiera defenderse, al menos no en ese tema en especial, donde su casera le había terminado ganando en la discusión al plantear lo riesgos que todos esos frascos con venenos y algunas de las herramientas punzocortantes que tenía tiradas en su habitación representaban para los gemelos.
 
Adiós nicotina, adiós morfina, adiós juego de química y adiós a todos sus experimentos con venenos, pues había sido obligado a guardarlos bajo llave, con su habitación comenzando a verse cada vez más extraña para él conforme pasaba el tiempo, aquel sobrante de espacio le irritaba, además del excedente de luz que iluminaba la pared llena de disparos.
 
Esa ya no era su habitación.
 
- ¿también mi violín? -pregunto al ver como la mujer lo tomaba y guardaba en su estuche, colocándolo sobre uno de los muebles más altos.
 
-las cuerdas podrían cortar la piel de los niños y el estuche es pesado, podrían aplastar sus dedos-solo respondió ella, sonriendo un poco cuando ya no recibió contestación, aun costándole creer que ya no le discutiera, siendo capaz de dejar sus hábitos más arraigados por volver ese lugar seguro para Sarah y Ethan.
 
- ¿algo más? -pregunto el detective después de un rato, haciendo una mueca, pues no imaginaba a los bebés siendo tan frágiles ¿Cómo podrían sobrevivir en un mundo tan hostil y poco higiénico? Cuando su piel era tan delicada que cualquier cosa podría rasgarla, cuando el más mínimo golpe podría ser de gravedad para ellos.
 
Si se observaba a detalle, el ser humano era por completo dependiente de otros al ser un infante, todo lo contrario, a varios mamíferos que apenas nacían, ya se encontraban preparados para vivir, guiados nada más que por el instinto, perfeccionado con el pasar de los años, pero ¿qué ocurría con los humanos? 9 meses aproximadamente para nacer, siendo una larga temporada para ser tan vulnerables, con tan poca conciencia de sí mismo y lo que los rodea.
 
-doctor Watson ¿Qué le parece? -lo saludo la señora Hudson apenas lo vio subir las escaleras, mostrándole el lugar- ¿verdad que parece otra habitación? –
 
-así es, ahora solo hay que esperar Que Holmes pueda mantenerla así por más de un día-bromeo el doctor, bastante sonriente.
 
-no tenía conocimiento de la poca fe que tiene en mí, Watson-respondió el detective, cruzándose de brazos-le aseguro puedo mantener este nuevo y poco eficiente sistema de organización-
 
-sus hijos están durmiendo, pero despertaran en poco tiempo para comer-le informo su casera-aunque tal vez deba revisar a Sarah, el señor Holmes dijo que podría tener temperatura…-
 
- su rostro estaba ligeramente rojo y su respiración era levemente más rápida de lo normal, no hace daño ser precavido-se defendió el pelinegro, sentándose cerca de la ventana, deteniendo su movimiento al darse cuenta que su mano se dirigía al suelo, buscando su violín, gruñendo un poco por aquel movimiento involuntario.
 
-ya se acostumbrará-le murmuro la señora Hudson a Watson al notar como miraba a su compañero, saliendo de la habitación, queriendo aprovechar el nuevo poder que ahora tenía sobre el detective para hacer que comiera dentro de las horas normales.
 
-desde luego que lo haré-rezongó Holmes al alcanzar a escucharla, desviando la mirada cuando noto como Watson comenzaba a acercarse a él, dejando su saco y sombrero en uno de los sillones, mirando apenas hacia la puerta antes de tomar el mentón del pelinegro y plantarle un beso en los labios.
 
-hicieron un buen trabajo-lo felicito-jamás había visto este lugar tan limpio-
 
-supo estructurar un buen argumento… aunque estuve a punto de igual ignorarlo cuando metió a Anthony a la conversación-
 
-supongo que lo hizo porque es el único que ha vaciado tus reservas de drogas-
 
-no era motivo suficiente…-intento quejarse de nuevo, dándole algunos empujones a Watson en el pecho ante los besos que le estaba dando-doctor… Wat...son-trato de separar sus labios, gimiendo suavemente cuando sintió como la rodilla del otro acariciaba su entrepierna.
 
-lo sé-fue todo lo que el doctor le dijo, chupando un poco los labios del otro antes de soltarlo-sé que esto no ha sido fácil, pero tenga paciencia, ya tengo algo planeado-le prometió, separándose de nuevo-sigua portándose bien y pronto tendrá su premio-
 
Holmes se sonrojo, solo asintiendo, desde que había descubierto lo que podía lograr con su buen comportamiento, había comenzado a esforzarse más en sus modales.
 
Comenzaban a creer que era por la buena influencia que Watson tenía en él, lo que sus hijos habían causado en su vida, pero la verdad era bastante diferente. Y estaba cerca de lograr el premio mayor.

4. DETECTIVES: ENCRUCIJADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora