Observó en silencio el nombre grabado en la placa de piedra frente a él, reflexionando sobre el giro que había tomado su vida, en cómo ese encuentro les había afectado.
John se preguntaba sobre qué tan diferentes serían habrían sido las cosas si Mary no hubiera muerto, si Burell no hubiera aparecido.
Primero Sanders, luego fue Burell y terminó en muerte y tragedia.
Le dolía creer que se hubiera muerto creyendo que les había ganado, que muriera con satisfacción de saber de todas las vidas que arrebato, de cómo los había roto en pedazos para llevarse una parte de ellos, una sin la que jamás volverían a ser los mismos.
Pero por más que lo pensaba, por más que había visto su vida seguir los mismos pasos que la de su antepasado, por más que esa parecía, hablando de forma insensible, la mejor solución, admitía que era demasiado sentimental como para aceptarlo.
Leyó una vez más el nombre de Mary en su lápida, con ese abismo que sintió con mayor intensidad cuando recordó que no muy lejos de ahí, apenas si a un par de metros de distancia, se encontraba la tumba que antes había visitado con tanta frecuencia, en tantas ocasiones que muchos se habían atrevido a decirle que no era sano.
Pero era algo que no podía evitar, así era él, un sentimental y aun cuando el futuro se mostraba tan prometedor después de haber sentido el aplastante peso del mundo sobre sus hombros, lo ocurrido con Mary sería un recordatorio de lo efímera de la vida, un concepto que, en incontables ocasiones, Sherlock se había tomado la molestia de explicarle una y otra vez.
Al fin lo había comprendido, le había tomado bastante tiempo, pero al fin lo hacía, incluso se atrevía a decir que, para Sherlock, aun cuando supiera lo innegable de este hecho, el paso de Burell en sus vidas había sido la demostración perfecta, que, estaba seguro, ni él ni el detective esperaban.
John bajó brevemente la cabeza antes de dar media vuelta, musitando una disculpa para luego emprender el camino de regreso.
Se había convencido que por más que pensara en otras soluciones, en otras formas en que pudieron pasar las cosas, ninguna de sus elaboradas teorías encajaba en la realidad que vivía y eso le frustraba, pero no había más que pudiera hacer el respecto.
Terminó llamando un taxi apenas salió del cementerio, apenas si notando las pequeñas y grandes construcciones por los que iba pasando, pareciéndole apagadas, un panorama que pronto cambió conforme se fue acercando más al centro de Londres, mirando a la gente pasar de un lado a otro, con su vida aún hecha, sin ser conscientes de lo que en realidad se había mantenido oculto entre las sombras, una persona que podía infiltrarse en su vida para hacerla pedazos desde los cimientos.
-llegamos-le informo el conductor una vez que se detuvo en la calle que John le había pedido previamente, sacando de sus pensamientos al doctor.
-sí, gracias-apenas murmuró antes de pagarle y bajar del transporte, alejando de inmediato todas esas inútiles reflexiones, quedándose en la acera por algunos segundos mientras miraba la tienda frente a él, suspirando antes de decidir a dar el primer paso.
Por las ventanas, seguramente con algún tipo de blindaje, se podía ver una gran variedad de joyería, con algunos puntos brillantes debido a que el sol les daba de frente, pero John no se molestó en mirar la muestra, entrando de forma mecánica a la tienda, donde por fin se sintió vivo de nuevo.
Su corazón había dado un ligero salto apenas su mirada se fijó en los aparadores donde descansaban los anillos de compromiso, dando un par de pasos más hasta estar frente a ellos, apreciando mejor su forma y color, además de su valor.
Sonrió al vendedor que se acercó a atenderlo apenas noto su entusiasmo por aquella singular pieza, de seguro habiendo adivinado su intención.
Y para antes de que el vendedor dijera una palabra, él ya tenía en mente lo que quería.
* * *
Al volver de nuevo a su tiempo, Holmes jamás se llegó a imaginar los problemas que aún le quedaban por resolver, sintiéndose culpable al ver que estaba arrastrando a Watson en esos mismos problemas, los cuales, siendo sincero, no le correspondían.
Había intentado en múltiples ocasiones convencerlo de que le dejara a él encargarse, pero el doctor se negaba una y otra vez, sin querer siquiera escuchar a su compañero. Holmes estaba seguro que eso era porque Watson sabía que él tenía razón, y eso era algo que no aceptaría.
-Lo ideal sería que abandonara Londres, por un corto tiempo, mientras la situación se calma y logramos bajar el descontento general…-le propuso Lestrade, quien se encontraba parado un par de pasos a espaldas del detective, que miraba por la ventana de forma vacía.
-ya hicimos eso, inspector, pase una considerable temporada fuera de este tiempo, por cierto ¿Cuánto tiempo me dijo que había sido? -pregunto curioso, apenas si girando el rostro para mirar a Lestrade.
-un mes, Holmes-respondió el inspector, vislumbrando apenas un leve gesto de sorpresa en el otro, que parecía no esperar esa respuesta.
- ya veo, tal vez los métodos usados por el doctor Strange no están tan calibrados como lo estaba el dispositivo de Stark-comento, volviendo su vista a la calle, de momento activa, con el ruido de las carretas percibiéndose claramente dentro de la habitación-de cualquier forma, me temo que el tiempo no es una solución factible-
- ¿y qué más podemos hacer? Han pedido se le encierre de nuevo-
- ¿y bien? –pregunto interesado el detective, sin que aquel suspiro modificara su expresión que fingía ser sería y relajada, pero para cualquier buen observador, la tensión de pronto visible en los hombros le delataba.
-de momento no hay delito que perseguir, no hay castigo que otorgar, pero…-dudo en continuar, sin poder encontrar las palabras para expresarse correctamente.
- ¿teme encuentren alguno? –
-temo no me dejen opción-fue todo lo que contesto Lestrade, dando un paso más hacia Holmes, quien se giró por completo para verlo de frente- Sé lo que ocurrió y sé que usted es inocente de cualquiera de los crímenes que le atribuyen, por el momento son solo exigencias sin fundamento ¿Qué puedo hacer cuando me vea obligado arrestarlo una vez más a causa de nuevas pruebas? -
-cumpla con su deber-le resolvió Holmes con simpleza-esa es su labor y debe honrarla, Lestrade-añadió.
Aquellas consecuencias carecían de completa importancia para él, habían detenido a Burell y había evitado ¿Qué cosa? ¿la muerte de Stark? Bien sabía que eso no era cierto, que en ese juego habían perdido sin ninguna duda.
Pero no por eso pensaba huir, no cuando Watson necesitaba ayuda, no podía dejarlo, aun cuando supiera que le hacía mal, no tenía el valor de dejarlo con dos pequeños a su cargo, no cuando había sido su culpa que matarán a Mary.
Por eso seguía ahí, tratando en vano de mantener a Watson a raya de sus problemas, simplemente no tenía el valor de abandonarlo, de abandonar a esos niños que quería. Y sabía que eso estaba mal. Se estaba volviendo egoísta.
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4. DETECTIVES: ENCRUCIJADA
FanfictionLa situación llego a su punto más crítico, con nuestros protagonistas encontrándose en grandes aprietos. Cada vez llegan más personas nuevas, encontrándose en el mismo peligro que los demás. ¿Isaac lograra su cometido? Y de no ser así ¿Se llevara a...