CAPITULO 2

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Alana camino con paso decidido hasta la sala donde se reunía el consejo.

Entro en la sala con una sonrisa, pero en su mirada no había felicidad ni alegría, había preocupación y temor.

El consejo, estaba formado, únicamente por hombres, algo que a Alana la irritaba. Entre los consejeros, había humanos, como Narnianos, en este último grupo había varios tipos, como Centauros, Faunos e incluso un Minotauro.

Todos se inclinaron en modo de reverencia ante la princesa, Alana suspiro con pesadez y les miro a todos.

-Hoy, ha habido otros dos ataques, uno al sur y otro al norte.- Empezó a decir Alana con tranquilidad.
-Estamos buscando a los responsables.- Dijo un humano.
-No hay que buscar a los responsables. Todos sabemos quienes son, y lo llevamos sabiendo desde hace meses. No podemos permitir que el miedo o el temor siga creciendo.- Dijo Alana mirándoles.
-¿Y que pretende que hagamos?- Preguntó un Fauno.
-Mi abuelo, me decía de niña, que las cosas nunca suceden igual dos veces. Pero ha llegado el momento de que todo esto cambie. Mañana, partiré para examinar los pueblos que han sido devastados, y poder buscar una solución a ello.- Dictó la chica.

Al oír aquello, todos los consejeros comenzaron a hablar entre ellos y a alzar la voz. Algo que Alana odiaba profundamente.

»¡Silencio!- Grito Alana, haciendo que todos se cayeran.
-Alteza es peligroso...- Empezó a decir un Narniano, este era un minotauro.
-Ustedes, saben que he sido educada y entrenada para atrapar, juzgar o matar, a las brujas que practican la magia negra. Ustedes están únicamente aquí para ayudarme a cuidar de Narnia, no a mi. Si no respetan mi decisión, es que no entienden lo que es que todo un pueblo pueda morir. En esta sala no debatimos mi seguridad, debatimos la de Narnia.- Alego Alana haciendo callar a todos.

Desde el exterior de la sala, los Pevensie, junto a Caspian escucharon la discusión que adentro se estaba librando. Y al igual que los consejeros, todos quedaron impresionados.

-¿Quien es la que a gritado?- Preguntó Lucy con curiosidad.
-La princesa Alana, heredara al trono. Sus padres cambiaron las leyes, para que ningún príncipe accediera al trono con menos edad que la de dieciocho.- Explicó Caspian caminando.

Dentro de la sala el silencio se había hecho perpetuo, todos los consejeros se habían quedado asombrados ante las palabras de la joven, nunca antes la habían visto gritar y mucho menos decir de aquella forma lo que opinaba, pero por primera vez, veían en ella a la reina que esperaban que fuera.

Todos los consejeros se miraron entre sí y asintieron al mismo tiempo que sonreían.

-Alteza, tiene nuestro apoyo.- Dijo un humano mirándola.
-¿Que es lo que necesita?- Preguntó otro a su derecha.
-Un pequeño y reducido grupo examine lo que una vez fue su castillo e informe de todo lo que veían. Cualquier símbolo o indicación de magia negra, que encuentren, haganmelo saber de inmediato. Y, por favor, no enfrenten a brujas. Las que ahora hay no son las mismas que en la época en la que Narnia era joven. Ahora, se han vuelto mas fuertes y poderosas. Tengan cuidado.- Dijo Alana marchándose de allí.

La nieta de Aslan sonrió con orgullo, al ver que había conseguido ganarse el apoyo del consejo, algo que ni su hermana mayor, Evangeline, había conseguido. Alana camino a su habitación, si iba a partir de inmediato debía de preparar todo lo que fuera a necesitar, no solo ropa, sino, armas.

Alana entró en su habitación, y se acerco al baúl que reposaba a los pies de su cama, se acerco a él y le abrió, dentro, había toda clase de armas, desde espadas, hasta redes. Tras sacar todo el armamento, saco un libro, la nieta de Aslan, sonrió con melancolía y le abrió. En él, estaban escritos todos los nombres de las Brujas que ella misma había matado. Pero, también, la marca que muchas de ellas hacían, ya que por alguna razón, a las brujas les gustaba dejar una firma. Y al igual que ellas, Alana también dejaba su firma, una "A" junto a la huella de un animal.

𝐇𝐈𝐄𝐋𝐎 𝐘 𝐅𝐔𝐄𝐆𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora