CAPITULO 22

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Alana había permanecido toda la noche junto a Shiary, haciendo que su rostro pareciera cansado, lo cual no la importó, debido a que estaba acostumbrada a no dormir debido a las pesadillas que tuvo desde pequeña.

La Narniana, se había pasado la noche leyendo el diario de su madre, en el cual narraba todos los dilemas que había tenido a lo largo de su vida, Alana sonreía de nuevo con una verdadera, la cual no había vuelto a tener desde que abandonó aquellas cuatro islas.

-Hola.- Dijo Shiary mirándola.
-¿Que tal estas?- Preguntó Alana cerrando el diario.
-Bien, gracias a ti. Me han dicho lo que hiciste. No sabia que eras capaz de hacer aquello.- Rió Shiary.
-Bueno, es algo que aprendí a hacer, pero solo funciona con cadáveres que llevan tiempo muertos.- Respondió ella.
-¿Que es lo que te sucede? Tienes la mirada perdida y triste.- Comentó la Elfa.
-¿Recuerdas, lo que te conté sobre la Hada traicionera que me engaño?- Preguntó Alana mirándola.
-¿Era de aquí?- Preguntó Shiary mientras Alana asentía. -Si quieres no vamos. Me invento algo y listo.- Añadió Shiary.
-¿Desde cuando yo soy asustadiza? Iré y vera que soy mucho mas que la simple Narniana.- Rió Alana.

Las dos rieron, mientras Alana salia con el diario y se dirigía a la habitación contigua para cambiarse. La Narniana seleccionó un vestido de color verde claro, junto a una capa verde oscuro, se recogió el pelo en una larga trenza de raíz, mientras colocaba sobre su cuello su collar, sobre su mano derecha el brazalete que indicaba que era Guardiana de la Nación de Aslan, y su espada con los dos libros.

Alana salio al pasillo justamente cuando Susan lo hacía.

-Hola.- Saludo la Benevolente.
-Buenos días.- Sonrió Alana.
-Vaya, te veo de buen humor.- Rió Susan mirándola.
-Supongo que sí.- Respondió Alana encogiéndose de hombros mientras su mirada se volvía oscura.
-¿Sucede algo?- Preguntó Susan mientras observaba como su mirada cambiaba.
-Nada, no sucede nada.- Alego Alana quitándole importancia.
-¿Segura? Parece que no te entusiasma ir a la isla de la Tierra.- Comentó Susan con curiosidad.
-No tengo muy buenos recuerdos de ella.- Alego Alana rondando los ojos.
-¿Por?- Preguntó Susan mirándola.
-Solo lo saben Shiary e Isabella, espero que lo que te cuente no se lo digas a nadie...- Comentó Alana dubitativa.
-Prometo no decírselo a nadie.- Alegó Susan alzando su mano derecha en modo de juramento.

Ambas se metieron en un pasillo que estaba vacío y caminaron por él.

-Yo tenia casi quince años, como vivía en la isla de Aire, fui invitada, como el resto de Guardianes a un baile. Allí conocí a una Hada, de la que me enamore. Yo pensaba que también sentía lo mismo por mi, pero un día supe que lo hacia para poner celosa a otra Hada. Y obtener poder y prestigio, pero el creía que no lo hallaría conmigo.- Explicó Alana evadiendo algunos detalles.
-Lo siento...- Alego Susan mirándola.
-No debes de pedir disculpas. No fuiste responsable de ello.- Rió Alana.

Las dos chicas continuaron su camino hasta el vestíbulo donde Isabella ya les estaba esperando.

-¿Preparadas?- Preguntó la Gárgola.
-Supongo, ¿hay algo que deberíamos de saber antes de ir a la isla de las Hadas?- Alego Susan con curiosidad.
-Lo diremos cuando el resto llegue.- Aclaro Isabella.

Susan asintió y espero a que el resto llegara, por suerte no fue mucho tiempo. Cuando el resto de Antiguos reyes y Shiary llegaron, las dos Guardianas pudieron empezar con las normas básicas.

-No toquéis, ni bebáis o comáis nada, dentro de la corte. Eso puede hacer que la reina os atrape y debáis de hacer algo que realmente no queráis hacer.- Explicó Isabella mientras caminaban.
-¿Entonces que podremos comer?- Pregunto Edmund con curiosidad.
-Aquello que las hadas y nosotros comamos.- Aclaro de nuevo Isabella.
-¿Porque las Hadas son peligrosas? Los cuentos no las narran así.- Alego Lucy con curiosidad.
-Nadie sabe que sucedió, algunas Hadas son buenas, otras traicionarían hasta a sus propios padres.- Alego Alana soltando sus palabras como veneno.
-Hace milenios que las Hadas intentan hacer daño al resto de brujas.- Aclaro Isabella.

Alana miro su muñeca, ya que extrañamente sentía pequeñas punzadas. Al subirse levemente la manga observo una especie de venas moradas finas, la Narniana se quedo mirándolas, algo andaba mal. Alana oculto sus muñecas y prosiguió mientras pensaba en lo que sucedía.

"Algo no anda bien, el hecho de que me salgan estas finas venas, hace que me preocupe. Estoy, casi segura de que lo que esta sucediendo tiene relación con Jadis. Lo extraño es que siento como si algo me faltase, ¿que es lo que esta pasando? ¿Que sucedió cuando perdí el conocimiento? ¡Agg! Odio esto, siempre tengo algún problema, sino es con Jadis es con las brujas, y sino con otros Guardianes. Al menos nadie sabe que esta sucediendo esto, ¿pero por cuanto lo ocultaré? ¿Ira a peor? Esto comienza a darme miedo, y el hecho de que yo tenga miedo me da la sensación que no es nada bueno." Pensaba Alana mientras seguía caminando hacia Sky.

Alana se acerco a ella y se subió sobre la Guardiana mientras los Pevensie, Caspian y Shiary se dirigían a una corriente de aire, e Isabella junto a Sam, se transformaban en Gárgolas.

-¿Que sucede?- Preguntó Sky mirándola.
-¿Eh? Nada, no pasa nada.- Alego Alana mientras su expresión se volvía seria.
-¿Segura? Te noto algo preocupada.- Alego Sky mirándola.
-No, tranquila.- Rió Alana.

La Narniana estaba preocupada, y sabia que aquel secreto no tardaría en ver la luz.

No tardaron mucho en llegar a la isla de Tierra, donde fueron recibidos por las dos monarcas, ambas hermanas. La mayor era pelirroja, tenia los ojos verdes y la piel pálida, ella se llamaba Jazmin, mientras que la menor tenia la piel bronceada, el pelo de un rojizo oscuro y los ojos azules, ella se llamaba Rosa. A diferencia de otras hadas, Jazmin no mostraba sus marcas, mientras que su hermana menor sí.

-Bienvenidos.- Dijo la mayor de las dos reinas.

Alana, Sam e Isabella, se sentaron así que el resto les imitaron.

-Gracias por recibirnos. Queríamos poderos permiso para buscar el Arco de Tierra, sabemos que Jadis puede ir tras ello.- Comentó Isabella mirándolas.
-Se perdió hace miles de años. No creo que vosotros le encontréis.- Alego de nuevo la mayor.
-Puede que con vuestra magia no. Pero hay hechizos que pueden ayudar en esa función.- Alego Sam mirando de reojo a Alana, la cual oía, pero no escuchaba.
-¿Magia? Esta prohibida. Incumplir las normas esta prohibido.- Alego Rosa.
-También esta prohibió hipnotizar a los invitados o al resto de Guardianes.- Respondió Alana seriamente.
-¿Como sabes eso?- Pregunto Jazmín alarmada.
-El olor que esa comida desprende, no es normal.- Alego Alana sin apartar su mirada.
-¡Prometiste no incumplir las normas!- Grito Rosa a su hermana mayor.
-Es por nuestro bien. El Fuego esta en nuestra contra.- Alego su hermana.
-El elemento del fuego esta bajo control.- Alego Isabella.
-¡Mentira! Hace mil años pudimos haberles echado de aquí, evitando todo.- Alego Jazmín enfurecida.
-Todos creéis que la desaparición de mi elemento traería la paz. Bien, esto es lo que pasaría.- Alego Alana mientras se relajaba y cerraba sus sus ojos. -"Kilátás"- Añadió abriéndoles y mirando a las dos Guardianas.

Ambas hermanas vieron lo que sucedería si el elemento del fuego desaparecía. Cuando la visión desapareció, ambas tenían una expresión de miedo en sus rostros.

-Es imposible que suceda.- Alego de nuevo Jazmín.
-No es imposible, todos los Guardianes sabemos que si una sola isla desaparece, el equilibrio desaparecerá, lo que causara estragos. Pero no solo aquí, sino, en Narnia, en el País de Aslan, o en cualquier otro mundo.- Alego Isabella seriamente.

Los reyes de Antaño junto a Shiary estaban realmente impresionados al ver como, los tres Guardianes, defendían su opinión frente al de la reina.

-Lo siento pero no voy a cambiar de padecer, la comida y nuestra opinión seguirá igual.- Alego Jazmín sin tener en cuenta la opinión de su hermana.
-Sabes que eso puede hacer que te enfrentes a un juicio e incluso, a Aslan. El menor castigo que podrías tener sería la pérdida de tu titulo, llegando incluso a perder todo derecho como Guardiana y residente de los Cuatro reinos.- Advirtió Alana mirándola.
-La Elemental tiene razón, además, olvidas que yo también soy reina. ¿De verdad quieres que te suceda algo, por defender una absurda opinión?- Dijo Rosa mirando a su hermana.

Jazmín no dijo nada, y se quedo pensativa, mientras sobre ella recaía las duras miradas de su hermana y el resto de Guardianes.

La Hada, alzo la vista y asintió cediendo ante todo aquello que la pedían, no únicamente por su bien, sino, por el de su pueblo, su elemento y su familia. Tras ceder, Jazmín se fue enfadada, debido a que lo que estaba sucediendo estaba fuera de sus planes, en cambio, Rosa, se quedo con los invitados explicándoles la situación y lo sucedido.

𝐇𝐈𝐄𝐋𝐎 𝐘 𝐅𝐔𝐄𝐆𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora