CAPITULO 74

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"Mis ojos se fueron abriendo lentamente debido a una fuerte luz. Mire a mi alrededor, estaba en una plaza, en ella había puestos con comida, pero no había nadie. Estaba sola. Busque a alguien con la mirada, pero solo veía puestos vacíos, calles vacías y silenció. El silenció era estridentes, ahogador. No quería estar sola, pero no había nadie.

Comencé a caminar, quería salir de allí. ¿Porque salte? De pronto aquel silencio fue interrumpido por una dulce melodía, era una canción de cuna, y bien la conocía pues cuando hablaba con mi abuela ella me la cantaba. Corrí guiándome por la dulce melodía y llegue a una calle con puestos, a escasos metros de mi estaba ella. Con un vestido de manga corta de color azul oscuro, el pelo rubio recogido y su piedra blanca alrededor del cuello. Al verla sonreí y me acerque a ella."

Alana estaba eufórica, pues por primera vez en muchos años volvía a ver a Estrella frente a ella, siempre la veía en sus sueños, pues ella sabia que era cuando sus poderes se activaban, en ellos pudieron hacer muchas cosas.

-Mi niña, cuanto has crecido.- Dijo Estrella abrazándola.
-¿Donde estoy?- Preguntó ella asustada.
-Tienes que luchar, Alana. Debes de vivir, por Alisa.- Se limito a decir su abuela.
-¿Estoy muerta?- Pregunto alarmada la joven.
-Casi muerta. Debes de luchar, luchar por tu vida. Jadis ha muerto, hay paz. Disfrutala.- Pidió su abuela acariciando su mejilla.
-La paz no sera como antes. Miro a tras y pienso que he hecho mal muchas cosas. Afirmaba no ser como Jadis, pero soy igual a ella. ¿En que me diferencio de ella? Mate sin piedad e hice que un pueblo me temiera. Es mentira cuando Alisa afirma que hay bondad en mi. Soy una asesina.- Alego Alana avergonzada de sí misma.
-No mi niña, no eres como ella. Mataste porque eso te enseñaron. Lo hiciste creyendo que ayudabas a tu familia y a tu pueblo. Alana, no eres una asesina y claro que hay bondad en ti, sino, no la hubieras propuesto a Jadis una oportunidad, algo que jamas había visto en un rey Narniano, ser amable con el enemigo. Tú lo fuiste, tu que viste como las Brujas seguían la orden de matar a tus padres, tú que viste como te separaba de tu hermana y como mataba a la otra. Eres buena y piadosa. Haz que regrese esa dulce niña, valiente, decidida, terca, bondadosa y divertida. Regresa a tu verdadero ser. Ahora puedes. Pero primero, lucha por tu vida.- Aclaro Estrella desapareciendo.

Alana sonrió y cerro los ojos, iba a luchar por su vida, iba a regresar a ser ella misma. Iba a volver a ser Alana, aquella que muchos deseaban que regresara.

Alisa miraba a su hermana, desde hacía unas horas, su corazón había vuelto a latir, pero el problema era la fuerte fiebre que tenia. Su temperatura era alta, demasiada. Y eso era un problema. La mayor de las hermanas agarro la mano de su hermana menor. La agarro con fuerza.

-Vamos Alana, lucha. Eres fuerte. No te dejes vencer.- Susurro Alisa mirándola.

Lentamente Alana abrió sus ojos, miro a su hermana y suspiro aliviada.

-Alisa.- Consiguió decir.
-Por Aslan. ¡Estas bien!- Alego Alisa abrazándola.
-¿Que sucedió? ¿Que fue de Jadis?- Pregunto Alana con calma.
-Murió, Alana. Ganamos.- Aclaro Alisa eufórica.
-¿A caso sabes porque Jadis hizo esto? ¿Porque nos odiaba, a nosotras, a nuestra familia?- La pregunto su hermana mayor.
-No lo se. Tal vez por poder.- Alego la mayor.
-No, Alisa. Su hija se enamoró de nuestro padre, pero padre no podía corresponderla, no porque no la quisiera, sino, por lo que Jadis hizo. Nuestro segundo nombre, Esmeralda, viene de ella. Todo comenzó por un mal entendido, Jadis se corrompió; pero la muerte de su hija la enloqueció. Deben de saber la verdad, lo que ella hizo, lo que sucedió, todo.- Explicó Alana mirándola.
-¿Porque defenderla?- Preguntó su hermana confundida.
-Porque se supone que no matamos por que sí, hay que tener piedad. Yo no la tuve, y llegue ha hacer cosas que incluso Jadis hizo, tal vez peores. Hay que romper la regla, demostrar que somos diplomáticos. Si de verdad queremos hacer las cosas de nuestra forma, la mía es dialogando.- Aclaro Alana mirándola con una sonrisa.
-Veo que quieres marcar una nueva época. Eso me gusta. ¿Porque saltaste?- Alego Alisa dándola la mano.
-No lo se. Es decir, me acerque al borde y no lo pensé, simplemente sentí que debía de saltar. No me di cuenta de la consecuencia hasta que me estaba ahogando, luego desperté en un extraño lugar. Era un pueblo Narniano, pero estaba desierto, no había nadie, solo yo. Hasta que la escuche, la nana que cantaba la abuela. La seguí y la vi. ¡La vi de nuevo! Igual que en mi sueños, me dijo que luchara, que luchara por mi vida y mis sueños. Y que volviera a ser yo, la de antes. Ha llegado el momento de serlo, debo de dejar atrás todo. Esa Narniana era la causante de mi tristeza, ahora ya no más.- Explicó Alana mirándola.
-Me gusta que vuelvas a ser tú.- Rió Alisa con una amplia sonrisa.
-Bueno, que, ¿una carrera nocturna?- Dijo Alana incitando a su hermana.
-Siempre.- Respondió Alisa poniéndose de pies.

Las dos hermanas salieron a hurtadillas de la habitación y del castillo, al llagar al exterior ambas observaron la noche, era clara, se veían las miles de estrellas y la luna, la cual estaba en su fase menguante y parecía una sonrisa. Ambas se transformaron en leonas, cada una se fijo en la frente de la otra, ya que en sus frentes habían aparecido una marca. En la frente de Alisa un sol de color negro y en la de Alana una luna plateada. Tras hacer el reconocimiento de la marca de cada una, las dos hermanas se adentraron en la maleza del bosque corriendo. Sintiéndose por fin, libre de cualquier amenaza y peligro.

𝐇𝐈𝐄𝐋𝐎 𝐘 𝐅𝐔𝐄𝐆𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora