CAPITULO 29

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Alana se encontraba en el acantilado, observando las estrellas y pensando en aquella hermosa voz. Tan suave, serena y cercana, pero al mismo tan lejana que parecía que estaba a millones de kilómetros de ella. Al escuchar su propio nombre sintió un escalofrío, como su corazón se contraía y como, de alguna forma, pedía ayuda.

Alana tenía clara una cosa. Era su hermana. No Evangeline, sino, Alisa, sabia que era ella. Aunque nunca la había visto y oído, sabia que era su hermana gemela. Por primera vez en su vida, estaba escuchando a su corazón y estaba dispuesta a hacerle caso, iba a buscar a su hermana e iba a demostrarles a todos que no necesitaba protección de nadie, nunca la había necesitado.

Alana se sentó en la hierba, y miro el azul del mar junto a los destellos plateados que creaba la luna. La Narniana miro su colgante, centrando su vista en las dos piedras, las cuales fueron las causantes de todo lo que estaba sucediendo. Cerro los ojos, y permitió que a su mente llegara, de nuevo, la imagen de su hermana cuando nació. Al ver allí a toda su familia se estremeció, la hizo sonreír. Pero también la hizo recordar que la mintieron y la ocultaron la información más importante para ella.

-¿Que haces tan alejada?- Preguntó Peter sentándose a su lado.

Al verle, Alana únicamente pensó que la seguía, ya que siempre estaba él donde ella estuviera.

-Pensar.- Respondió ella regresando a ese estado frío, distante y cerrado.
-¿En que?- Preguntó él con curiosidad.
-En mi hermana gemela. Creo haberla escuchado antes, como si me llamara.- Explicó Alana recordando la voz.
-Los hermanos piden ayuda siempre que la necesitan. Tal vez ella necesita de tú ayuda.- Respondió él mirándola.
-Pero apenas se algo de ella. Únicamente que se llama Alisa. No se donde esta, ni los motivos que tanto mis padres como Aslan, tuvieron para mentirme.- Aclaro ella pensativa.
-Tal vez por tu bien.- Alego Peter mirándola.
-No podía ser por mi bien, ya que necesitó a mi hermana cerca, al igual que ella me necesita a mi.- Explicó Alana cabizbaja.
-¿A que te refieres con que os necesitáis mutuamente?- Preguntó Peter mirándola.
-Ni Alisa ni yo nacimos con el Alma completa, juntas creamos una única Alma. Así se narra en la leyenda.- Explicó Alana alzando la cabeza para contemplar el mar.
-¿Que leyenda?- Preguntó Peter mirándola.
-Se dice que cuando el Señor de las Bestias y la Dama de la Magia creen al dividido en dos, el poder de la luz y de la oscuridad caerá sobre esos seres.- Contó Alana haciendo una pausa. -Mi padre representa al Señor de las Bestias y mi madre a la Dama de la Magia. Alisa y yo representamos esos dos seres. Ninguna tiene el Alma completa. Alisa representa la luz y yo la oscuridad.- Añadió ella explicándolo.
-¿Como sabes que sois vosotras y lo que representáis? Se supone que el fuego se le asocia a la luz.- Alego Peter mirándola.
-Por mi cicatriz. La tengo desde siempre y tiene forma de luna, la cual es asociada a la oscuridad. Aunque sea una Elemental no significa que deba de ser aquello que mi elemento representa.- Aclaró Alana mientras creaba una pequeña llama de color azul en la palma de su mano, la cual apago con un rápido y brusco movimiento. -Nada es lo que parece. A veces la cosa mas insignificante es la mas peligrosa.- Añadió ella mirando el rastro que había dejado la llama.
-Tal vez haya una forma para que ambas podáis tener vuestra Alma completa.- Comento Peter mirándola.
-¿Porque debería de existir? Al tener media Alma, es mas difícil que te la arrebaten.- Explicó Alana mirándole.
-Pero ¿y la luz cegadora que tenia Jadis?- Preguntó Peter mirándola.
-La mitad de la mitad de mi Alma. Si Jadis quiere mi Alma es por que ya tiene la otra mitad...- Dijo Alana mientras su expresión cambiaba.
-¿Que sucede?- Pregunto Peter con curiosidad.
-Jadis tiene a mi hermana. Por ello necesita de mi Alma. Hay algo mucho mas poderoso que la inmoralidad. Poder controlar todo a tu antojo. Según se sabe, las dos mitades del Alma serían la destrucción y la salvación. Sí Jadis quiere ese poder, es para una cosa: crear y controlar todo. Por eso Allende no despertó cuando morí, debemos de morir ambas...- Alego Alana, esta vez sólo para decírselo a Peter, sino, a ella misma.
-¿Y que plenas hacer?- Preguntó Peter mirándola.
-Buscar los Legendarios y evitar lo que puede ser el fin de todos, incluido vuestro mundo.- Alegó Alana poniéndose de pies.

Alana se alejo del acantilado, y tomo rumbo al castillo. El dolor de cabeza que tenia iba en aumento y la presencia de Peter no ayudaba mucho a calmarse. Era como si su presencia la hiciera estar en alerta y en guardia, pero al mismo tiempo la hacia estar nerviosa, algo que nunca la había pasado. Tal vez, por primera vez se estuviera enamorando de verdad.

Mientras, en Narnia, Aslan preparaba de nuevo la defensa contra las brujas, sabía perfectamente los motivos de la ausencia de su nieta y del resto de reyes, por ello él debía de estar allí, ayudando.

Rowena corría todo lo posible entre los bosques, había conseguido arrebatarla a Jadis aquella bola de nieve. Unos minutos después la bruja llego ante Aslan, quien la observaba extrañado y con una expresión interrogativa.

-Aquí os traigo aquello que Jadis aprecia tanto.- Alego la Bruja mirándole.

Aslan lo examino y observo en su interior. En él pudo ver a una chica.

-Alisa.- Consiguió decir él.
-¿Que sucede? ¿Es importante?- Preguntó Rowena mirándole.
-Tiene que llegar ante Alana, esto es importante.- Comunico Aslan mirando a la Bruja.
-Desconozco donde esta la princesa.- Comentó la Bruja.

Aslan miro a Rowena y suspiro, tenia que hablar con urgencia con su nieta, y la única forma era ausentándose unos días para poder explicarla lo que estaba sucediendo. Había llegado el momento de que supiera su verdad, no solo quien era Alisa, sino, lo que las dos eran realmente y del verdadero poder y deber que las gemelas tenia.

𝐇𝐈𝐄𝐋𝐎 𝐘 𝐅𝐔𝐄𝐆𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora