CAPITULO 3

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Durante la noche Alana tuvo un sueño, pero este fue muy diferente a los que usualmente solía tener.

La princesa se encontraba en el interior de una montaña, siguió caminando y llego ante la mesa de piedra. Allí vio la imagen de su abuelo, y el lugar, donde años atrás él había entregado su vida a cambio de la del hijo de Adán. Se acerco con un paso lento y con cierto temor. Desde pequeña sus padres las habían pedido a ella y a su hermana que no se acercaran a aquel lugar. Ya que era un lugar donde la magia negra, por alguna razón, era mas poderosa.

-Has crecido.- Dijo una voz a su espalda.

Rápidamente Alana se dio la vuelta y vio a Aslan con una sonrisa.

-¿Abuelo?, ¿que haces aquí?- Preguntó Alana mirándole.
-Prevenirte. Jadis ha regresado y va en busca de la Gran Bruja Blanca. Debes de encontrarla y dar muerte a Jadis. Si consigue su corazón será catastrófico. Por ello he traído de nuevo a los reyes de Antaño y al rey Telmarino. Se que te podrán ayudar.- Explico el león acercándose.
-¿Que fue de mi hermana?- Preguntó ella mirándole.
-Me temo que no puedo decírtelo. Pero debes de tener cuidado, en unos días sufrirás tu primera transformación con la capacidad cambiante, ya sabes, transformarte de humano a león cuando quieras.- Advirtió Aslan con una tierna mirada.
-¿Mi transformación?, ¿la de león?, ¿como la de mi padre?- Preguntó con tranquilidad ella.
-Sí, así es. Espero que salga bien.- Rió él, al ver la tranquilidad con la que su nieta hablaba.
-¿Porque no nos ayudas? Todos te esperan a ti, como cuando se enfrentaron a los Telmarinos o a Jadis.- Alego su nieta mirándole.
-Se que puedo confiar en ti. A diferencia que tu hermana, tú, te has enfrentado a Brujas y has estado en guerras, seras de mayor ayuda que yo. Aunque no todos confíen en ti, yo lo hago y pese a todo eres mi nieta. Se que podrás ser capaz de ello.- Alego Aslan mirándola con aquella feroz mirada.
-Tienes demasiadas esperanzas. Llevo sin enfrentarme a una Bruja dos años, es un milagro que recuerde usar un arco o una espada.- Alego ella mirándole.
-Creeme, usar un arma nunca se olvida y menos cuando eres tu quien la usa. He visto como has luchado en todas aquellas misiones, y se que no se te va a olvidar.- Alego Aslan mirando el colgante que llevaba.

De pronto los ojos de Alana se abrieron de golpe, estaba en su habitación, en su cama, y tras muchos años había vuelto a ver y a hablar con su abuelo. Aquello la hacia feliz. Se acerco a la ventana. El sol comenzaba a salir por el horizonte, cuando de pronto vio humo en el muelle. Lentamente se empezaron a escuchar gritos. Alana cogió su espada, unas bostas y corrió al muelle.

Al llegar vio como los Narnianos intentaban apagar las llamas, que se propagaban a una gran velocidad.

Alana miro a su alrededor, algo asustada, no sabia que hacer, pero sabía que debía de hacer algo.

-"Toca el agua."- Dijo Aslan en su cabeza.

Alana se acerco al agua y metió su mano, de pronto, un gran chorro de agua salió y apagó el incendió. La princesa respiro aliviada y comenzó a examinar los daños. Se acerco a unos escudos, y les miro detinadamente. El fuego no les había afectado, lo que indicaba que no eran como el resto, tal vez estaban hechos de magia o algo.

Alana miro el dibujo de uno de ellos, era una especie de espiral con cabezas de serpientes, realmente era un hermoso escudo, pero bastante antiguo, ya que, hacia años que no se veía un escudo así.

-Ese símbolo es de Brujas.- Alego Susan mirándola.
-Eso me intuía.- Respondió Alana mirándola.
-¿Como has hecho lo del agua?- Preguntó la Benevolente.
-Fue Aslan, él me dijo que tocara el agua.- Respondió Alana dando la vuelta al escudo.

𝐇𝐈𝐄𝐋𝐎 𝐘 𝐅𝐔𝐄𝐆𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora