CAPÍTULO 6

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El sol brillaba en lo alto del cielo, mientras Evengeline, una hermosa niña de diez años corría por los bosques que rodeaban el castillo. Ella tenia el pelo rubio y los ojos de un azul hipnótico, tras ella corría su hermana menor, de siete años, Alana, la pequeña tenia los ojos azules y el pelo tan oscuro que parecia negro.

Las dos hermanas, corrían y reían mientras varios Narnianos se inclinaban ante ellas. Ambas niñas, reían y les devolvían el gesto con una amplia sonrisa.

-Evi, ¿donde estas?- Dijo la mas pequeña.

Evi, era la forma cariñosa que Alana usaba para llamar a su hermana.

La rubia, se acerco a ella por la espalda y la asusto, haciendo que la mas pequeña gritase asustada.

-Que fácil es asustarte.- Rió Evangeline mientras caminaban de regreso al castillo.
-Algun día, no le tendré miedo a nadie ni a nada. Seré tan valiente como los reyes de antaño.- Dijo Alana con determinación.
-No creo que haya nadie tan valiente, decidido, justo y benevolente como tu. Pase, lo que pase, se que siempre seras tú.- Alego su hermana mayor, haciendo que Alana se pusiera roja como un tomate.

Las dos niñas llegaron al castillo, ambas fueron en busca de sus padres. Hasta que por fin les encontraron en el patio. El rey Leo, era un hombre alto, de ojos azules, idénticos a los de sus hijas, y de un rubio oscuro casi castaño claro. A su lado, estaba la reina Sigrid, ella tenia el pelo tan oscuro como su hija menor, y los ojos de un tono gris claro.

-Al fin llegáis.- Dijo su madre acercándose a ambas niñas.
-¿Sucede algo?- Preguntó Evangeline asustada.

Ambos padres intercambiaron una mirada.

-Edward, por favor, llevate a Alana un momento.- Dijo Leo mirando a si hija pequeña.

El centauro obedeció la petición del rey, y se llevo a la mas pequeña a jugar. Mientras Evangeline miraba a sus padres con desconcierto.

-¿Que sucede?- Preguntó Evangeline con curiosidad.
-Debemos de separaros.- Dijo su padre.
-Es peligroso, que ambas estén juntas. Las brujas, que practican la magia negra, van detrás de las Grandes Brujas Blancas, y es muy peligroso que ambas estén juntas.- Explicó Sigrid mirando como los ojos de Evangeline se entristecían.
-¿Y quien de las dos se ira?- Preguntó ella mirándoles.
-Alana. Tu hermana, sera entrenada y educada, al margen de la magia. Ella se educara como un guerrero.- Explicó su padre mirándola.
-Para ser mas exactos, Alana, se convertirá en una cazadora de Brujas. Brujas que practican la Magia Negra.- Prosiguió su madre.
-Pero, ¿porque debemos de separarnos? Ella no hace magia, yo sí.- Alego la rubia enfadada.
-Es difícil de explicar. En algún momento lo entenderás. Es mejor para ambas, que estéis separadas.- Alego su padre.

Desde una roca, Alana escucho la conversación. La mas pequeña bajo la mirada y se dirigió al árbol al que usualmente iba cuando estaba triste.

Los ojos de la nieta de Aslan, se abrieron. Alana vio que solo había sido un sueño. La morena, suspiro y miro hacia la oscuridad. Hacía tiempo, que no recordaba cuando supo que se iría. Aquello sucedió unos días antes de la desaparición de sus padres. Poco después ella se fue. Alana, se levantó, y se dirigió al exterior del castillo, junto a su espada.
La Narniana, salio al jardín trasero, y se dirigió al viejo árbol, al llegar a él, vio que estaba, prácticamente, muerto. Alana se sentó apoyándose en él, mientras observaba el firmamento.

𝐇𝐈𝐄𝐋𝐎 𝐘 𝐅𝐔𝐄𝐆𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora