CAPITULO 59

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Alana despertó, estaba alrededor de una fogata, no recordaba nada de lo sucedido, pero necesitaba despejarse. Por ello se levanto, y sin hacer el menor ruido se alejo de allí, adentrándose en la espesa maleza y la oscuridad que reinaba en ella. Transformada en leona, caminó por allí, permitiendo que sus sentidos se relajasen y fueran en busca de todo aquello que había mas allá de sus alrededores. Desde su posición pudo escuchar a las aves nocturnas y a los insectos nocturnos, también escucho al viento mecer las ramas, las hojas caer y el mar romper en los acantilados. Además de escuchar todo aquello, pudo oler el exótico olor de flores que jamas había olido, la salitre del mar e incluso el olor a sangre.

Aquello último la alarmó, ya que creía que la muerte, de nuevo, la rondaba, pero no era a ella, sino, que se debía a un buitre, el cual comía un ciervo muerto, el cual llevaba bastantes días muerto.

-¿Vienes a robarme mi comida?- Preguntó el buitre mirándola.
-No, solamente estaba caminando.- Respondió ella.
-Nunca he visto leones aquí, ¿quien eres? ¿Porque caminas cuando deberías de dormir?- Alegó él acercándose.
-Soy Alana. Princesa, digo, Reina de Narnia. Camino por la noche porque me gusta la tranquilidad, soledad y silenció que esta proporciona.- Respondió Alana con temor en su voz.
-¿Narnia? Vaya, hacia años que no se mencionaba ese reino. Bueno, desde que Jadis decidió someterla. ¿Que sucedió?- Alego el animal con curiosidad.
-Aslan gano. Los reyes de Antaño la vencieron. Pero Jadis ha regresado, viene en busca de venganza, poder y de nosotras.- Respondió Alana mirándole.
-¿Nosotras?- Preguntó el animal.
-Mi hermana y yo. ¿Que hace un buitre a estas horas comiendo? No eres nocturno.- Alego Alana extrañada.
-Aquí, las cosas no son como crees, joven reina.- Respondió el buitre alzando el vuelo.
-¿A que te refieres?- Preguntó Alana con curiosidad.
-Lo entenderás.- Respondió el animal.

Alana se quedo pensativa y miro a su alrededor, tras asegurarse de que no había nadie, se transformó en humana, se arrodilló en el suelo y creo ante ella una esfera, donde pudo observar a su pueblo. Aquello la recordó el don que tenía. Así que sin mas preámbulos se concentró y se puso en contacto con Evangeline.

-Hola hermanita.- Rió la rubia.
-Hola, Evi. ¿Como es aquello?- Dijo Alana con temor en su voz.
-Lúgubre, pero bonito. Al fin estoy con mamá y papá, y la abuela. Todo es increíble, pero diferente. Veo a Jadis, su alma sigue atada a la mía, planea cosas, cosas terribles. No solo para Narnia, o los Narnianos, sino lo que te hará. Te odia, mucho mas que a Aslan o a los reyes de Antaño. Temo que algo malo te suceda.- Alego su hermana mayor.
-Me sorprende, que siendo la única que sabe la verdad, te preocupes por mi. Se que el odio de las brujas por mi fue aumentando conforme las iba cazando. Pero en realidad jamas quise hacerlo, no llego a tender porque lo hice. Tal vez se debe a la oscuridad que poseo.- Alego ella pensativa.
-¿Que sucedido en ese mundo? ¿Porque lo permitiste?- Preguntó su hermana con curiosidad.
-Maltrataba a su esposa e incluso al pequeño niño que estaba bajo su tutela, la primera vez que le plante cara me rompió el labio, y después vino todo lo demás. Golpes, insultos y los latigazos. Me curaba rápidamente, y eso le enfurecía mas.- Explico Alana cabizbaja.
-Tu magia le enfurecía.- Aclaro su hermana, mientras Alana asentía. -¿Porque nunca lo dijiste? ¿Acaso no confiabas en nadie?- Preguntó de nuevo Evangeline.
-¿Porque nunca lo dije? Tal vez por miedo, vergüenza o simplemente porque creía que podría con ello. Pero fíjate, así estuve varios meses, hasta que un día abandoné ese mundo. Yo le pedí al abuelo que borrará mis recuerdos, todas las noches recreaba aquellas escenas, me despertaba llorando e incluso gritando. Cuando Aslan me borro los recuerdos sentí un alivio, uno que jamas había podido profundizar. Pero cuando recordé, todo regreso como un jarro de agua fría. Desde entonces las pesadillas se han incrementado mas de lo que creía.- Explico Alana con seriedad.
-Pero siempre has tenido pesadillas, ¿porque nunca lo dijiste? Lo podías haber enfrentado.- Alego Evangeline molesta.
-No soportaba vivir con ello, bastante eran los recuerdos de las Brujas, no podía vivir atormentada por ello. Así que opte por la decisión mas fácil.- Explicó ella mirando a la nada.
-Bueno, al menos no te paso nada. Eso es lo bueno.- Dictó su hermana.
-Tu siempre tan positiva.- Rió Alana.
-La positividad y la esperanza es lo ultimo que debemos de perder. ¿No crees?- Alego Evangeline.

Alana no dijo nada y sonrió, mientras su hermana desaparecía lentamente y se quedaba ella sola, pero por lo menos tranquila por haber dicho aquello, sentía que se había quitado un gran peso de encima. Alzó la cabeza, miró al cielo, cerro los ojos y sonrió. Inspiró hondo, y les abrió de nuevo, esta vez, sus ojos habían adquirido su color dorado, llenando de belleza todo.

-Te prometo que la esperanza sera lo último que pierda.- Alego Alana con una sonrisa.

"Estamos en la isla, podremos vencer a Jadis. Entender nuestros poderes, y no me voy a rendir, no he llegado tan lejos para nada. Lucharemos y ganaremos. Porque sino, derrotare yo misma a Jadis, aunque tenga que destruir a Narnia. Pero aquello sera si es necesario, no quiero que Allende despierte, que Jadis gane y que todo lo que hemos conseguido haya sido en vano." Pensó Alana mientras regresaba al interior de la maleza y de la oscuridad. Aquella en la que solo ella veía belleza. ¿Pero como no iba a ser bella? Si nadie la admiraba y veía su hermosura y todo aquello que proporcionaba, únicamente veían el mal, aquello a lo que odiaban lo asociaban a ella, a la oscuridad. Pero no era así, ni toda la luz era hermosa ni toda la oscuridad malvada.

𝐇𝐈𝐄𝐋𝐎 𝐘 𝐅𝐔𝐄𝐆𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora