CAPITULO 56

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Habían pasado varios días y todavía no habían avistado tierra. Alana, tampoco, había despertado. Por suerte las tormentas, que ella causaba, desaparecían y reaparecían. Pero en ningún momento, el barco llego a estar en peligro.

Los ojos de Alana se abrieron de golpe, su vista en seguida se acostumbro a la penumbra, observo que tenia las manos atadas. Con un poco de magia deshizo los nudos y pudo levantarse. Palpo su cuello en busca de su collar, se tranquilizo al saber que le tenia. La Narniana salió al exterior y observo el mar y todo lo que la rodeaba. Se acerco al borde del barco y miro la masa de agua salada. Recordando los sucesos con los que había soñado.

"No podían ser reales. No podía ser cierto. Yo no podía hacer aquello. Por muy oscuro que este mi alma y mi corazón, todavía tengo humanidad. No la puedo apagar, no puedo permitir aquello. Debe de haber una solución, algo para evitarlo o por lo menos retrasarlo el tiempo suficiente." Pensaba Alana mientras miraba embobada el mar.

-Ya despertaste.- Rió Dominic poniéndose a su lado.
-Volvió a suceder. Igual que cuando os libere. Las perpetuas pesadillas de las que no me puedo liberar.- Alegó Alana mirando al océano.
-¿Con que soñabas?- Preguntó él.
-Con mi mayor miedo. Yo misma.- Confeso Alana.
-Sabes, cuando se descubrió, supe de una cosa. De la cual, tal vez te alegres.- Rió Dominic.
-¿Cual?- Pregunto ella sin interés.
-Él te recuerda.- Respondió el cambiante.
-Genial.- Dijo ella con sarcasmo.
-¿Acaso no te alegra?- Preguntó Dominic con curiosidad.
-No, porque eso hace que tenga mas miedo. Lo único que hace que no me convierta en un ser destructivo es el collar que llevo sobre el cuello, e incluso, puede que mi humanidad. Pero estoy segura de que sera consumida por la oscuridad que poseo. Tal vez, si que debía de haber muerto cuando me suicide o cuando aquellas brujas me torturaron, o cuando me salvaste. Seguro, que sin mi, las cosas estarían mejor. Ahora, ¿para que me sirve hacer magia?, ¿o ser reina? Si estoy destinada a destruir todo.- Alego ella cabizbaja.
-Para vivir la paz que mereces y ansías tener. Te conozco desde hace mucho tiempo, he visto de lo que eres capaz y tengo claro una cosa. Puede que lo hayas oído mil veces, pero todos sabemos que has perdido y sacrificado mucho. ¿Porque no empezar ahora a vivir la vida que no pudiste tener antes?- Alego él con una sonrisa.
-Porque hay cosas que han sucedido que yo no quería. Yo no quería ser reina, ni Elemental, ni Bruja, ni el ser que debió ser uno. Únicamente quería paz, tranquilidad y proteger a mi pueblo y a mi familia. ¿He conseguido algo de eso? No, he perdido a mi familia, no soy capaz de proteger a mi pueblo y a lo que me queda de familia. Y mucho menos, he conseguido vivir en paz. ¿Crees que quería ser una cazadora de brujas? Matar y perseguirlas, fingir ser lo que no soy, ocultar lo que fui. No me arrepiento de lo que he hecho, pero sí de que me tratasen inferior por ser una mujer, y no haber demostrado muchas cosas.- Alego Alana dándose la vuelta, dando la espalda al océano.

Dominic observo a su amiga, y se dio cuenta que aquella chica divertida, espontánea, protectora y amable había, prácticamente, desaparecido, siendo sustituida por alguien frío, distante y protector. Él se compadecía de ella, por que sabia que la habían hecho cambiar. Todo aquel que la conociera sabia que ella jamas quiso ser reina, ni mucho menos matar a Brujas, que tal vez fueron obligadas a practicar la Magia Negra o que lo hicieron sin darse cuenta. El cambiante, había percibido una cosa, aparte de toda aquella tristeza. Ella no era feliz.

-Se que no eres feliz. Pero tal vez, deberías de empezar a serlo.- Alego él.
-¿Para que? Todo aquello que quiero muere, es destruido, esta en peligro o le hacen olvidar. Esta claro, que yo no debería de estar en este juego.- Alego Alana mirando a la nada.
-Alana, me alegro que estés bien.- Dijo la estrella a su espalda.
-No gracias a tus compañeras.- Alego la Narniana.
-Hay algo que debes de saber. Algo que nadie sabe.- Dijo ella acercándose.
-¿Que nuevo problema hay?- Preguntó ella con poca paciencia.
-No, no es un problema. Es algo que tus padres, junto a tu abuelo hicieron.- Explicó ella.
-Adelante, dime que sucedió.- Pidió Alana seriamente.
-Cuando nacisteis tu y Alisa, al cabo de unas horas, tu corazón dejo de latir. Tus padres, junto a Aslan, te llevaron a una gruta que une vuestro mundo con el mio. Allí, Aslan pidió que diéramos parte de nuestro poder, para traerte a la vida. A cambio, él nos ofrecía una forma de que no nos hicieran daño. Muchas dimos de nuestro poder, y con ello conseguimos que nuestra magia, no fuera robada.- Explico la estrella.
-¿Morí? Pero entonces... No entiendo nada.- Dijo Alana mirándola.
-Se que debí de decírtelo, pero no estaba segura si eras tu. Cuando caíste en el sueño, lo supe. Solo una estrella poderosa puede hacer eso para recobrar energías.- Explicó ella.
-Yo..., tengo que irme.- Dijo ella dirigiéndose a su camarote.

Una vez allí, se metió en el balcón atrancó la puerta y se sentó en el suelo, mirando a la nada, mientras las lágrimas mojaban su vestido y su mundo, de nuevo, se derrumbaba a sus pies.

𝐇𝐈𝐄𝐋𝐎 𝐘 𝐅𝐔𝐄𝐆𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora