CAPITULO 49

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El ajetreo había invadido por completo toda Narnia. La coronación iba a ser en un día, y todo debía de estar perfecto, o eso opinaba Shiary. La Elfa organizaba todo, mientras Alisa la ayudaba. Alana no ponía mucho interés en ello, ya que no la gustaba. Lo que realmente ocupaba, casi todo, el tiempo de la Narniana, eran los libros. Se pasaba las mañanas en la biblioteca leyendo o observando mapas, por las tardes probándose el vestido, corriendo y entrenando. Y por las noches, caminar como alma en pena por todo Narnia. Las dos hermanas que provisionalmente habían acogido, ya habían regresado a su casa, ambas en perfectas condiciones, y con la promesa de no decir nada de lo sucedido. En cambió, el caballero no había muerto, pero sí había hecho efecto la maldición, la cual hacia acto de presencia todas las noches.

Aquella mañana, Alana descendió a las mazmorras junto a Caspian, ambos querían interrogar al preso. Cada uno con un motivo diferente pero que les llevaba a un objetivo común. La protección de Narnia.

-¿Que queréis ahora?- Preguntó el preso mirándoles.
-La verdad. ¿Quien os ha metido esas ideas? Jadis no ha sido, ya que al nombrarla, tu rostro demuestra miedo. Y también porque Narnia nunca engaña.- Respondió Caspian.
-¿Porque debería de responderos? No sois mis reyes.- Alego él.
-Todos tenemos un punto débil, sino es físico, tal vez es otro, la familia o los amigos, o incluido tu pueblo. Si no respondes a nuestras preguntas, tal vez ellos sufran.- Amenazo Alana mientras mentía.
-No te temo.- Respondió él con frialdad.
-Tal vez a mi no. Pero, ¿y Aslan? Todos habéis oído hablar de él, un enorme león que creo Narnia. Tan poderoso que derroto a los Telmarinos con un rugido. ¿A él también no le temes?- Alego Alana cruzándose de brazos.
-¿Aslan? Él es solo un mito.- Respondió el Telmarino.
-Cuando yo era príncipe los Narnianos también eran un mito, y fíjate ganaron. ¿Crees que Aslan es un mito? Entonces, ella, que se transforma en león es también un mito.- Alego Caspian.
-Aslan es tan real como la maldición que tienes. Quiero saber quien os metió esas ideas en la cabeza, y porque os fiáis de Jadis.- Dijo Alana cruzándose de brazos.
-Jadis, como tu la llamas, nos dijo que si la apoyábamos nos daría todo lo que nos quitasteis. Nos fiamos, porque afirmaba ser la que acabó con la vida de Aslan, y de los reyes. Sí de verdad era ella, seriamos invencibles. Pero se la olvido decir que Narnia tenia una Guardiana. Vigila bien tus espaldas, porque vamos a ir a por ti y tu familia.- Amenazó él.
-Intentar hacer algo a mi familia, y os perseguire hasta el mismo infierno.- Dijo Alana mientras sus ojos se volvían amarillos.
-Las amenazas no me afectan.- Dijo él mientras caía muerto.

Caspian se acerco a él y le tomo el pulso. Después miro a la Narniana y negó con la cabeza. Los dos salieron de las mazmorras y cada uno tomo un camino diferente. Alana regreso, como de costumbre, a la biblioteca. Allí era el único lugar donde podía estar a solas con sus pensamientos, donde no era molestada por nadie y donde podía pensar como decirle a su abuelo que habían visto algo mas que Arturo. Alaba cerro el libro y suspiro frustrada. Atrajo un mapa de Narnia y empezó a examinarle, pero por mas que quisiera no conseguía concentrarse, por una parte por el miedo que tenia de aquella extraña cosa, por otra los nervios que tenia por la coronación y por otra la amenaza que el Telmarino la había hecho.

-¿Que sucede?- Preguntó Aslan mirándola.
-Nada.- Respondió ella mintiendo.
-Si no te conociera diría que me mientes. Puede que engañes a todos, pero no a mi. ¿Que sucede, Alana?- Dijo Aslan acercándose.
-Cuando Alisa y yo hicimos el hechizo vimos algo, algo peligroso, no sabemos lo que es, ni lo hemos averiguado. Tememos que esa cosa aceche Narnia, o que en la búsqueda de Arturo aparezca y nos ataque. No lo hemos dicho antes, porque primero queríamos saber a que nos enfrentamos.- Explicó Alana seriamente.
-Deberíais de habérmelo dicho, por lo menos a mi. Ahora, ven y acompañame, tu hermana nos esta esperando.- Alego Aslan seriamente.
-¿Esperando para que, abuelo?- Pregunto Alana desconcertada.
-Quiero explicárselo cuando estén juntas.- Respondió él.

Alana miro extrañada a su abuelo, y le siguió con un poco de curiosidad, algo que siempre había tenido, curiosidad. Ambos recorrienron el castillo, pasando por sus pasillos y subiendo escaleras, hasta llegar a una de las torres. En ella había unas magnificas vistas de la playa y de los bosques, haciendo que los dos ecosistemas coexistieran en perfecta armonía sin molestarse ni dañarse. Allí estaba Alisa observando aquellas hermosas vistas sin poder apartar la mirada.

-¿Porque nos has traído a este lugar?- Preguntó Alisa mirando a su abuelo.
-No creo que solo sea para ver estas vistas, aunque he de reconocer que son hermosas.- Añadió Alana mirando a todas partes.
-Las he traído para explicarlas que las cosas opuestas pueden coexistir en un mismo lugar y en un mismo tiempo. Ambas son una clara referencia a ello. Alisa, tu sientes debilidad por el día y por la luz, mientras que Alana, se siente atraída por la luna y su misteriosa oscuridad.- Dijo Aslan dando vueltas.
-¿Que quieres decir abuelo?- Preguntó Alisa mirando la cara de desconcierto de su hermana.
-Ambas, saben que son poderosas. Los dos seres mas poderosos que existen. Sois opuestas, y del mismo modo idénticas. Cada una fue elegida por el sol y la luna, de los cuales surgía el poder de Acheron. Alisa, el tuyo, viene directamente de la luz y del sol, y el tuyo Alana, de la luna y la oscuridad. Por eso ven belleza en aquello que no lo es, por eso su apariencia de león es diferente, y por ello tenéis una marca cada una.- Explicó Aslan mirándolas.
-Pero eso ya lo sabíamos. Nos lo explicaste. Por eso Alisa puede usar con mayor facilidad sus poderes de día, y yo en la noche. Y juntas en cualquier momento.- Aclaró Alana desconcertada.
-Al nacer, vuestros padres os dieron un regalo a cada una. Les he estado buscando por muchos sitios, hasta que he dado con ellos.- Empezó a decir Aslan.

Aslan mostró dos cajas, cada una en la dirección en la que estaba cada una de sus nietas. Ambas se arrodillaron y al mismo tiempo, abrieron la caja, en ella había un anillo. El de Alisa tenia forma de sol y estaba decorado con diamantes, y en el centro una exótica y extraña piedra que a la luz del sol cambiada de color. El anillo de Alana tenia forma de luna con una pequeña estrella; ambas con diamantes, y en el centro de la luna una piedra azul, que en la oscuridad cambiaba de color. Las dos miraron las joyas como si ya las hubieran visto antes pero no se acordaran.

-Son hermosos.- Dijo Alisa mirando a su abuelo.
-Espero que ahora, que sabéis la verdad y que empezáis a tener un dominio en vuestros poderes, podáis usarles con sabiduría.- Dijo Aslan mirándolas.
-¿Acaso son mágicos?- Pregunto de nuevo Alisa.
-Así es. Si en algún momento estáis separadas y en peligro, y por alguna razón no podéis usar vuestros poderes, por falta de luz o de oscuridad, o del astro correspondiente, los anillos os ayudaran. Las piedras, almacenan la luz del sol y la oscuridad de la luna. Siempre estaréis protegidas.- Explicó Aslan mirándolas con una sonrisa.
-Creo que sabemos protegernos sin ayuda de la magia.- Alego Alana.
-Se que no te gusta la magia, pero a veces la necesitarás. Puede que alguno de tus enemigos sean hechiceros o brujas, y puede que un arma no pueda acabar con ellos, pero el poder vuestro si. Cuando vayáis en busca de Arturo, estar atentas a todo, y únicamente confiar en vuestros instintos. Seguramente que intenten engañaros, por ello debéis de ser mas listas.- Aconsejo Aslan. -Ahora ya os dejo libres.- Rió el león.

Alisa se fue con él, mientras Alana se quedo allí sentada mirando a la nada.

"¿Porque cree mi abuelo que voy a necesitar ayuda de la magia? No me gusta, trae problemas, muerte y destrucción. ¿Porque debería de usarla? Un arma nunca me ha defraudado ni a atacado contra mi voluntad, en cambio la magia sí, la que yo poseo me hace volverme mala e incluso el hecho de no tener alma provoca que pueda sucederme algo, o peor, a mi hermana. Sigo sin entender su empeño en que debería de practicar mas magia. No, gracias." Pensó Alana mientras regresaba a su propio mundo.

𝐇𝐈𝐄𝐋𝐎 𝐘 𝐅𝐔𝐄𝐆𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora