CAPÍTULO 12

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La noche bañaba de colores oscuros el cielo, mientras las estrellas y la luna llena iluminaban la oscuridad que se había formado.

Las Brujas planeaban atacar de nuevo el castillo, pero antes de ello, querían prepararse, querían planear bien su ataque. Ninguna de ellas quería volver a decepcionar a Jadis, pues sabrían de su cólera, y ninguna quería verla enfadada.

Mientras, algunos de los elfos que resultaron heridos se recuperaron rápidamente, otros pocos, en cambio, murieron a causa de las heridas. Alana no había despertado, y eso alarmaba a todos, ya que había pasado dos semanas del ataque.

Durante aquella noche, los ojos de la Narniana se abrieron de golpe, parpadeo un par de veces e intento tranquilizar su respiración.

Pronto, su mirada se acostumbro a la oscuridad. Se sentó en la cama y tomo pequeñas bocanadas de aire, necesitaba asimilar el hecho de que había conseguido hacer magia. Lo que suponía una cosa: Jadis, sabia de ella.

-Vaya, despertaste.- Rió Peter mirándola.
-¿Que haces aquí? No necesito de un niñero. Se cuidarme sola.- Alego Alana poniéndose de pies.
-Claro...- Alego Peter con sarcasmo.
-Te salve la vida. De nada. Si ese rayo te hubiera tocado, hubieras muerto.- Alego Alana de mal humor.
-Gracias. Te debo una.- Rió el rubio.
-No hace falta. Vosotros ayudasteis a mi pueblo, y por ello estaré agradecida.- Comento Alana cerrando los ojos.
-Le ayudamos, pero ninguno hubiéramos hecho lo que hiciste. Has sabido controlar tus ansias de venganza...- Alego Peter acercándose.
-¿Controlar mis ansias de venganza? No, creeme que no. Mi venganza todavía no ha empezado, y cuando empiece todas esas Brujas sabrán que con Narnia no se deben de meter, porque entonces, morirán.- Dijo Alana con maldad en sus ojos.
-Realmente das miedo, no se si por ser nieta de Aslan o hija de una Bruja.- Rió Peter con una sonrisa.
-Mi madre no era mala. Fue el hechizo... lo que la hizo mala. El Hechizo Prohibido tiene una única finalidad, resucitar aquello que a muerto.- Explico Alana recordando el hechizo de su madre.
-¿Entonces porque esta prohibido?- Preguntó Peter sentándose en la cama contigua a la de Alana.
-Porque solo se puede hacer una vez por persona. Cuando se hace, te conviertes en algo malo y peligroso, y luego acabas destruyendote. Es una cosa complicada.- Explicó Alana restándole importancia
-¿Complicada? Creo que, lo que es, es peligroso y algo demente.- Ironizó Peter.
-Yo lo haría, si quien hubiera muerto fuese importante.- Alego la Elemental con decisión.
-¿Prefieres morir por salvar una vida que salvarte tú?- Preguntó él con perplejidad.
-Mi mundo no es como el tuyo. Muchos, han dado su vida por mi, y lo siguen haciendo. Si yo debiese de perder mi vida lo haría, si de esa forma salvo a Narnia. Mi abuelo me lo enseñó así, siempre nos lo repetía a mi hermana y a mi, cuando eramos pequeñas, y mis padres seguían vivos: "Protegemos y servimos a Narnia. Cuidamos y guiamos a sus reyes. Su vida, la de los Narnianos y la de Narnia, esta por encima de la nuestra."- Dijo Alana recordando a su abuelo cuando era niña. -Lo que mi abuelo intentaba decirnos, era que nosotras servimos a Narnia y a los Narnianos, no al contrario. Muchos reyes, han olvidado eso, por ello acabaron de esa forma. Siempre he servido a Narnia, y lo seguiré haciendo hasta que muera.- Añadió Alana hablando con una gran madurez.
-Vaya, nunca lo había mirado de esa forma. La vez que regresamos a Narnia, me enfade. Yo había sido rey, y había abandonado a todos los Narnianos que confiaron en mi y en mis hermanos. Les fallamos, a todos.- Confeso Peter culpándose de algo de lo que él no era responsable.
-No eres el culpable. Ellos, debían entender, que Narnia no era vuestro mundo, y que en algún momento os deberíais de ir. Creeme que ellos os agradecerían y hoy en día lo siguen haciendo, por quedaros y luchar. Narnia elige a los humanos, por una razón. Vosotros, fuisteis elegidos, mucho antes de que nacierais. Es igual a que yo sea la Elemental, en realidad se suponía que no debería de hacer magia. Las profecías nos eligieron antes de que nacieramos.- Explicó Alana con tranquilidad.

La Narniana miro su colgante, recorrió, con la yema de su dedos, los dibujos que había en dorado. Se quito el colgante y le alzo, hasta donde se encontraban sus ojos. Miro ambas piedras fijamente y con detenimiento, como si hubiera algo dentro de ellas.

Lentamente, las piedras brillaron, iluminando todo a su paso. Alana pudo observar a una mujer, entre la luz que manaba de la piedra traslúcida.

-¿Quien es?- Pregunto Peter poniéndose a su lado.

Alana miro a la mujer que la piedra mostraba, ella tenia el pelo rubio claro y la piel pálida. Sobre su cuello, había un fino colgante que brillaba. La mujer se dio la vuelta, y Alana vio que la cadena, del collar, tenia un copo de nieve de color azul. Al verle sonrió.

-Evi...- Dijo con una amplia sonrisa.
-¿Alana? Si eres tú, debes de irte. Jadis sabe de ti, planea atraparte.- Advirtió la rubia.
-No pienso irme. Ya no.- Dicto con testarudez la rubia.
-Pues debes de encontrar a Arturo. Él sabe como encerrar a Jadis, no solo sirve la espada y tu poder, debe de haber otra cosa para que, nunca mas, regrese de la muerte.- Explicó Evangeline mirando a todas partes.
-¿Arturo?, ¿de que me suena a mi ese nombre?- Preguntó Peter.
-¿Existe alguna forma para sacar a Jadis de tu cuerpo?- Preguntó Alana mirándola.
-Por desgracia si. Pero desconozco de como sera el ritual. Tu sangre, toda, simplemente, es para darla poder e inmortalidad.- Explicó la mayor de las hermanas desapareciendo.

La luz desapareció y la oscuridad regreso, Alana agarro con fuerza su colgante y miro hacia la ventana.

-¿Quien era Arturo?- Preguntó Peter de nuevo.
-Es un hechicero, se recluyo mas allá de las Islas Solitarias.- Explicó Alana mirándole de reojo.
-Pero no se sabe que hay mas allá de ellas.- Alego Peter mirándola.
-Olvidas que mas allá de ellas, esta la nación de Aslan, y que antes de ella hay una isla. La única isla que ningún Narniano a llagado a pisar. Muy pocos saben de ella, pero quienes saben de su existencia saben que para huir, es el mejor sitio en el que deben de esconderse.- Explico Alana saliendo de la enfermería.
-¿A donde vas?- Preguntó Peter mirándola.
-Ya has oído lo que ha dicho mi hermana, si Arturo puede ayudarnos a matar a Jadis, no voy a perder el tiempo. Ya le he perdido bastante.- Respondió ella marchándose.

Alana salio de allí dirigiéndose a su habitación, quería preparar todo para el viaje. Y porque, sabia que no tardaría en derrumbarse, no solo por el hecho de haber visto a su hermana, sino, porque aquello, la superaba.

La Narniana llego a su habitación, el sol comenzaba a surgir por el horizonte, así que pronto amanecería. Alana se arrodillo y cogió el libro que estaba bajo su cama. Y el dibujo, que inicialmente estaba allí. Al desdoblar el trozo de papel, Alana vio una especie de dibujo en la que había un hombre, una mujer y dos niñas. Al verle sonrió y rió mientras sus ojos se empañaban por las lágrimas que salieron por sus ojos.

"No me voy a rendir, Evangeline espera que haga algo, y se que lo haré. Se que cuando acabe todo esto puedo renunciar a ser Bruja, puede que lo haga. Pero hasta entonces, me entrenare y buscare a Arturo." Pensó Alana secándose las lágrimas.

𝐇𝐈𝐄𝐋𝐎 𝐘 𝐅𝐔𝐄𝐆𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora