CAPITULO 68

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El día había llagado. La boda se celebraría en tan solo un par de horas. Alisa caminaba nerviosa de un lado a otro, mientras Alana la miraba, la menor, todavía no había conseguido encontrar el documento y eso ponía nerviosos a todos.

-No va a aparecer. Y me tendré que casar con él.- Dijo Alisa dando vueltas.
-No te vas a casar con él. Aunque inicie una guerra lo impediré, cuidamos la una de la otra. Siempre.- Alego Alana poniéndose frente a su hermana mayor.
-Esperó que tengas razón.- Comentó Alisa entristecida.
-Ahora, seguiré buscando. Estoy segura se que esta en su despachó.- Aclaro la menor dándola un beso en la mejilla y marchándose.

Alana, transformada en león, recorrió los pasillo del castillo. Hasta que de pronto un hombre alto, de ojos oscuros, pelo rubio y rizado la asalto.

-¿Que hacéis en esta parte del castillo?- Preguntó él.
-Nada de lo que vos os debáis de preocupar.- Alego Alana prosiguiendo con su camino.
-Mira, se que eres reina y todo eso. Pero sino te apartas de mi camino arrasaré contigo.- Amenazo.
-No me amenaces. Porque tienes las de perder. Se luchar mucho mejor de lo que puedes creer, así que ten cuidado, porque si pretendes hacer daño a Narnia, a mi hermana o a mis amigos, no saldrás de aquí con vida.- Alego Alana mirándole con una feroz mirada.
-No creo que seáis tan buena como he oído decir. Apenas sois una chiquilla.- Rió él.
-Las apariencias engañan. Tenga cuidado con lo que hace en mi reino.- Dijo Alana marchándose.

La Narniana empezó a enfadarse. ¿Quien se creía él para amenazarla? Se preguntaba ella continuamente.

"Tengo que encontrarlo de inmediato. No puedo permitir que ese idiota se case con mi hermana, antes sería capaz de matarle." Pensaba Alana enfadada.

-¿No vas a ir a la boda?- Preguntó Susan mirándola.
-No, todavía no he encontrado el documento.- Respondió Alana entristecida.
-¿Estas bien? Te noto rara.- Alego Susan preocupada.
-Una de las dos traicionara a Narnia. Lo se, y puedo afirmar quien sera. Seré yo. Todos lo sabemos, el collar atrasa lo que sera inevitable, son días.- Explico Alana mirándola con tristeza.
-¿Y que pretendes hacer para evitarlo? Se que temes hacernos daño, pero te aseguro que no lo harás.- Alego la Benevolente.
-Me voy a ir, Susan. Voy alejarme lo máximo de Narnia. Recluirme en cualquier lugar y buscar la forma de deshacerme de todo rastro de magia. Así evitare haceros daño.- Explicó Alana cabizbaja.
-¿Como crees que reaccionaran todos? Alana, muchos aquí siguen luchando o con vida únicamente por ti. Si tu ni Alisa os mantenéis de pie muchos Narnianos o tal vez Narnia entera se desmoronara.- Explicó Susan mirándola.
-Si me quedo la destruyo, su me voy abandonó todo por lo que he luchado. ¿Que siguieres que haga?- Alegó la Narniana nerviosa.
-Luchar. No solo por tu pueblo, sino, por ti. Se sincera, ¿cuando has hecho algo que tu realmente quisieras hacer?- Dijo Susan mientras llegaban al despacho del padre de Alana.
-¿Hacer lo que yo quiero? ¿A que te refieres exactamente?- Preguntó Alana confundida.
-A seguir tus sueños. Desde que te conozco, lo único que he visto a sido a una chica que intenta proteger a su pueblo, pero nunca he visto que hagas algo que te apasione. Siempre estas seria, cayada y a veces incluso fría. Por mucho odio que tengas, a veces debes de ser feliz y de ser egoísta. No todo se resume a luchar y proteger, hay que vivir la vida. Disfrutar y ser feliz. Puede que desde pequeña te inculcaran otras cosas, pero debes de entender que lo hacían para que Jadis no te corrompiera. La felicidad es la luz, y la luz siempre ha neutralizado a la oscuridad. Puede que esa sea la forma de neutralizar la tuya, siendo tu feliz.- Alego Susan mirándola.
-Agradezco que intentes ayudarme. Pero no puedo ser feliz, Susan. Nunca lo he sido. Y dudo que alguna vez lo sea. Llevo soportando muchas cosas a lo largo de mi vida, y no puedo olvidarlas. Si pudiera, tal vez, conseguiría ser feliz. La muerte de muchos reposa sobre mi conciencia.- Explicó Alana entrando al despacho.
-Se que es imposible olvidarlas, pero es posible pasar pagina. Debes de hacerlo, salir de ahí.- Alego la reina de Antaño.
-¿Salir de donde? ¿De la depresión en la que estoy? ¿De la soledad por la que he estado rodeada gran parte de mi vida? ¿De que puedo matar a todos y que fui la responsable de la muerte de mis padres? No puedo olvidar nada, Susan. Siempre ha sido así, finjo que todo esta bien, ¿pero cuando ha estado bien realmente? Creo que nunca, ahora Alisa esta aquí, intenta ayudarme, ¿pero como quieres que la diga que yo fui responsable de su muerte? No puedo, siempre que miro a mi alrededor me acuerdo de lo que hice y de lo que puedo hacer. Ahora, para compensar todo ese mal la protejo. De esa forma ella no se convertirá en lo que yo.- Explico Alana mirándola.

Susan no dijo nada, y simplemente la abrazo. Alana la correspondió con el abrazo dejando que algunas lágrimas resbalaran por sus mejillas. Rato después Susan se fue, y Alana prosiguió con su búsqueda. Mientras la boda daba comienzo.

Alisa llevaba un hermoso vestido blanco, junto a una corona, la cual había pertenecido a Alana. Alisa cogió la pluma, la cual debía de usar para firmar el compromiso y que daba a su marido plenos poderes en Narnia, al igual que él había firmado. Justamente cuando Alisa iba a firmar Alana irrumpió.

-Esta boda queda cancelada.- Ordenó ella.
-¿Pero que dices?- Alego el rey de Calormen.
-Mi padre, el rey Leo, decreto que ningún príncipe ni rey se casaría por obligación. Lo que hoy se esta celebrando va en contra de la ley que él impuso. Así que si no queréis entrar en una guerra, lo mejor es que os vayáis.- Alego Alana conforme avanzaba con el documento.
-Eso es mentira. Además, ¿vosotras vais a luchar contra nosotros?- Rió él.
-Muy fácil. Si mi hermana, Alana, te gana a ti en una batalla con espadas, el compromiso se cancela, si es al contrarió yo me casare.- Alego Alisa mirando a su hermana.
-¿Segura que quieres que mate a tu hermana?- Rió él.
-¿Matar a una cazadora de Brujas? Vaya, eso seria interesanten.- Rió Alana mirándole.
-De eso te conocía. Tu matabas brujas, ¿y ahora eres reina? ¿Que clase de magia usas?- Alego él apuntando a Alana con una espada.
-Mi hermana, fue entrenada para la guerra, para proteger a Narnia y lo hace. Así que si no quieres cancelar este compromiso por las buenas, lo harás por las malas. Y en el segundo caso, dejaras a Calormen a la deriva.- Alego Alisa poniéndose al lado de su hermana.
-¿Creéis que dos insignificantes reinas pueden vencerme? No ayude a las brujas a lo tonto.- Alego él.
-¿Que has dicho?- Pregunto Alana mirándole desconcertada.
-Las Brujas me pidieron ayuda para entrar, yo se la di a cambio de inmortalidad. Solo necesitaban la sangre de un corazón puro, uno que no hubiera visto la muerte ni la oscuridad. El tuyo Alana.- Explicó él.
-¡Tu mataste a mis padres!- Grito Alana mientras le alzaba con magia.
-Alana, no vale la pena.- Alego Alisa.
-Para mi sí, llevo mas de ocho años culpándome de su muerte, creyendo que se debió a aquel dibujo. Pero fuiste tú. Lo pagaras.- Grito Alana mientras sus ojos se volvían amarillos.

Alisa hechizo a su hermana, ya que se había dado cuenta de que la oscuridad se estaba apoderando de ella. El rey de Calormen, del que se desconocía su nombre fue sometido a un juicio, y fue expulsado tanto de su reino como de Narnia. Ahora, el collar de Alana no funcionaba, la oscuridad la había corrompido, y aquel colgante estaba evitando lo que ya de por sí, iba a suceder.

𝐇𝐈𝐄𝐋𝐎 𝐘 𝐅𝐔𝐄𝐆𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora