CAPITULO 30

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A la mañana siguiente el cielo mostraba un aire triste y lúgubre, varias nubes grises amenazaban con desatar una tormenta, mientras el aire se levantaba alzando algunas hojas, en cambio, el mar mostraba una tranquilidad que daba miedo.

Las Ondinas todavía seguían preparando todo para lo que sucedería en unos días, mientras los reyes de Narnia seguían con sus clases de historia. Isabella y Alana hablaban mientras Lyria y Catalina supervisaban de que todos estuvieran bien.

Alana entro al castillo junto a la Gárgola cuando de pronto Lyria apareció.

-Aslan esta aquí.- Dijo la Ondina.

Al saber que su abuelo estaba allí, Alana se tenso y siguió a la Ondina hasta una sala donde estaban todos. Al entrar ambas Guardianas se inclinaron ante el león.

-Dajarme a solas con mi nieta.- Pidió el león.

Todos se fueron dejando allí a la Narniana y al León.

-¿Que haces aquí?- Pregunto Alana mirándole.
-Creo que ha llegado el momento que sepas de Alisa.- Alegó Aslan mirándola.
-Vaya, ya vas a hablar de mi hermana gemela. Esta esperando a saber de ella, o que por lo menos alguien tuviera el valor de decirme de su existencia. Pero me he enterado gracias al arco y a las visiones de las Ondinas. ¿Cuando pensaba decírmelo?- Alegó Alana cruzándose de brazos.
-No era el momento para que supieras de ella.- Comento Aslan mirándola.
-¿Que no era el momento? Tengo derecho a saber de mi hermana, de que no nací con el Alma completa y que ambas somos pertenecientes a una leyenda. Siempre me habéis ocultado cosas, primero con lo de Evangeline, con quien era. ¡Tengo derecho a saberlo!- Dijo Alana mientras el fuego de la chimenea se descontrolaba.
-Alana tranquilizate. Debes de entender, que cuando Alisa desapareció lo mejor fue borrar su recuerdo de todos, incluido en ti, pero nunca fue del todo posible, siempre afirmabas ver a una niña.- Explicó Aslan mirándola.
-¿Que derecho teníais en hurgar en mi mente o en la de los demás?- Preguntó ella molesta.
-Por el bien de todos.- Respondió él.
-¿Que bien? Jadis esta descontrolada, y en vez de detenerla se os ocurrió borrar a mi hermana de los recuerdos de todos. ¿Crees que no la recordaría?- Alego Alana mirándole.
-Alana, debes de entender que fue por tú bien. Aún que hubierais estado juntas también deberíais de haber estado separadas.- Aclaro Aslan empeorando todo.
-Siempre creéis que los problemas se solucionan abandonándoles, o haciendo olvidar. Sabias que Jadis regresaría y nunca lo has impedido, creaste Narnia y la dejaste a su suerte. A veces crees que las cosas se solucionan solas, y no es así. A veces no pueden ser solucionadas.- Respondió Alana mirando su brazalete. -Ten, renunció a todo.- Añadió ella marchándose.

Alana se fue por otra puerta dejando a Aslan con la palabra en la boca, el león bajo la cabeza y recogió el brazalete mientras su mirada se entristecía.

La Narniana salió del castillo y se dirigió al patio donde las lágrimas resbalaron por sus mejillas. El viento y el calor de su cuerpo las hacia desaparecer, pero el enfado que aquello la causaba era grande y sabia que si alguien la decía algo acabaría explotando, desatando de esa forma todo su poder y ella lo sabia.

Alana miro hacia el mar y después desvío su mirada a su colgante, las lágrimas resbalaron por sus mejillas, cayendo justamente en las dos piedras. Aquello la distrajo por un momento, pero si pudo darse cuenta de que alguien se acercaba, rápidamente Alana seco sus lágrimas, pero estas querían regresar. Cosa que con un poco de concentración y tranquilidad consiguió evitar.

-No deberías de haberle hablado así a Aslan.- Alego Peter junto a Susan.

Alana no respondió. Sabía que ninguno de ellos entendía el hecho de que te hicieran olvidar a tu propia familia.

-Él ha hecho mucho por Narnia.- Prosiguió Susan.
-¿Y que derecho tiene él para borrar los recuerdos de los demás?- Preguntó Alana con la voz ronca.
-Lo hizo por el bien de todos.- Alegó Peter.
-¿Bien? No lo entendéis. ¿Como os sentiría a vosotros olvidar a uno de vuestros hermanos?- Respondió Alana dándose la vuelta y mirando ambas miradas azules.

Susan miro a a Peter y ambos intercambiaron una mirada cómplice.

-No nos gustaría.- Respondió Susan por ambos.
-Entonces entender el motivo de mi enfado. Esto ya no se trata de venganza, se trata de un engaño. Mi abuelo me a mentido toda la vida, me ha hecho creer que solo me quedaba él y Evangeline, que tras la muerte de ella, pronto estaría sola. No me gustan los secretos y mucho menos que me mientan. Él, mejor que nadie debería de saberlo.- Alego Alana dándose la vuelta y marchándose de allí.

Los dos hermanos se miraron con una expresión de temor. Caspian les había advertido del temperamento de la joven princesa, pero nunca se esperaron que se rindiera con tanta facilidad. Aquello les causaba temor, ya que podría dar ventaja a Jadis, no solo en Narnia sino allí, en las cuatro islas.

-¿Y ahora que hacemos?- Preguntó Peter mirando a su hermana menor.

Antes de que Susan pudiera decir o hacer algo se escucho un agudo chillido, procedente de la dirección que Alana había tomado. Ambos hermanos se dirigieron hacia la zona de donde había salido aquel grito. Al llegar vieron como Alana alzaba a una Bruja sin tocarla, esta intentaba forcejear pero la era imposible. Los dos hermanos observaron como finas gotas de sangre hacían un recorrido, parándose justamente donde estaba Alana.

-Alana... Sueltala...- Dijo Peter intentando acercarse.
-¡No!- Grito Alana mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas.

La Bruja comenzó a reírse haciendo que la Narniana se enfadara y que incrementara su poder.

-Alana, detende. Es lo que quiere, que uses tu poder para hacerte daño.- Dijo Susan acercándose.
-¡Silencio!- Grito ella haciendo una especie de barrera entre ella y los dos hermanos.

El dolor comenzó a recorrer el cuerpo de Alana, mientras la sangre no dejaba de salir de su brazo.

Lentamente el fuego empezó a envolver a la Bruja mientras Alana la miraba con temor. Su mirada había quedado fija en las llamas, olvidándose de los ensordecedores gritos de la Bruja.

-¡Estas loca!- Grito la Bruja.

Alana reacción y la miro fijamente.

-No estoy loca. Es por vuestra culpa que soy así. Si ninguna de tus compañeras hubiera roto las normas nada de esto hubiera sucedido.- Alegó Alana justamente cuando la Bruja desaparecía.

Antes de que pudiera hacer o decir algo sus ojos se cerraron por completo y cayo desplomada sobre el suelo. El escudo desapareció y Susan y Peter fueron hacia Alana. La Benevolente comprobó que estuviera bien.

-Esta bien, o eso parece.- Dijo con tranquilidad Susan mientras arremangaba el brazo de Alana para ver la herida.

Al subirla, ambos vieron la cicatriz que anteriormente ella les había nombrado, esta tenia forma de luna creciente y de ella salia la sangre.

-¿Como es posible...?- Preguntó Peter reconociendo la cicatriz pero asombrado que de ella saliera la sangre.

Susan no dijo nada y observo la sangre salir de ella.

-Hay que llevarla al castillo.- Dijo Susan mirándole.

Peter no dijo nada y se acerco a la Narniana dispuesto a cogerla para llevarla hasta allí.

Al cogerla, Peter observo el rostro pálido y apacible que ella tenía. Era lógico que fuera así, nunca nadie se ha preocupado por ella.

"Esa cicatriz yo ya la he visto. Pero donde la vi no era aquí en Narnia, era en mi mundo. Antes de la muerte de mis padres... Pero no podía ser ella, me acordaría." Pensaba Peter mientras caminaban hacia el castillo.

Al llegar Susan comenzó a pedir ayuda, rápidamente Aslan y dos Ondinas aparecieron.

Las dos Ondinas guiaron a Peter hasta la habitación de la Narniana, donde la empezaron a examinar y a observar aquella particular cicatriz. Después de ello, Aslan pidió una explicación de lo sucedido, ya que le parecía raro que su nieta sangrara de aquella cicatriz de la que él, no tenia constancia de su existencia. Algo estaba pasando, algo que Alana ocultaba y que seguramente tenia relación con la mítica leyenda. Pero el que realmente comenzaba a hacerse preguntas era Peter, ya que sabía que había visto esa cicatriz y algo le decía que ya conocía, de mucho antes, a Alana.

𝐇𝐈𝐄𝐋𝐎 𝐘 𝐅𝐔𝐄𝐆𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora