CAPÍTULO 57

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Alana permaneció allí sentada toda la noche, observando el mar y los delfines que saltaban junto a las sirenas. Aquello la hizo sonreír, olvidarse de todo por un momento, el cual no duro mucho.

El sol comenzaba a salir, llenando de luz a la oscuridad que la noche había traído, apenas se podían ver las estrellas o la hermosa luna, ahora solo era la luz del día, la cuál, según muchos, llenaba de vida y fortaleza. Mientras que para otros, como era el caso de Alana, les recordaba que era otro día mas de aquel eterno sufriendo. El cual, era llamado, vida.

Alisa, abrió sus ojos y observo la cama de su hermana vacía, rápidamente se puso de pies y se vistió, sin pensarlo dos veces salió fuera de su camarote y empezó a buscar a Alana como si de ello tratase su vida. Pero no la encontraba, no había rastro de ella. Era como si su hermana pequeña, jamas hubiera existido.

-¿Buscas a Alana?- Preguntó Dominic junto a la estrella.
-Sí, ¿donde esta? Quiero saber con que soñó.- Alego ella impaciente.
-Despertó anoche.- Respondió Dominic.
-La conté que murió poco después de nacer.- Explico Vela, la estrella.
-¿Como se lo tomo?- Preguntó Alisa mirándola.
-Mejor de lo que yo podría esperar. Pero a sido difícil enterarse.- Explico Dominic.
-¿Y donde esta ahora?- Preguntó ella impaciente y nerviosa.
-Entro en el camarote.- Alego Dominic.
-Esta encerrada en el balcón que hay en él.- Prosiguió Vela.
-Gracias.- Dijo Alisa corriendo.

La mayor de las gemelas entro en su camarote y se acerco a la puerta del balcón, al intentar abrir, pudo ver que estaba atrancada. Se sentó en el suelo, y tocó a la puerta.

-Dejarme en paz.- Respondió Alana con tristeza.
-¿Quieres hablarlo?- Preguntó su hermana.
-¿Hablar de que? No hay nada de que hablar Alisa.- Alego Alana apoyando su cabeza en la pared.
-Tal vez de lo que sucedió hace dieciocho años, horas después de nuestro nacimiento.- Comentó Alisa con una suave voz.
-Morí, resucite por el poder de las estrellas, el cuál es su esencia. No hay nada de que hablar. El abuelo me oculto esa información. Vale, acepto que ocultara tu existencia y de lo que era, pero esto no. No permito que me oculte la verdad, que yo ya morí. ¿Para que demonios quería traerme de nuevo a la vida? Para que mis padres no llorasen mi muerte, o para que el poder de Acheron no se esfumara. Como siempre, todo gira entorno al poder. Vete, por favor. Quiero estar sola.- Alego Alana molesta.
-Siempre estas sola. Siempre metida en tus pensamientos, provocando que nos preocupemos. No nos cuentas lo que pasa, seremos hermanas. Pero apenas se algo de ti. Algo de la verdadera Alana.- Alego Alisa enfadada por primera vez.
-No existe esa persona que ansias conocer. No te cuento nada para que tal vez, tu pensamiento sobre mi sea mejor, y no como el que muchos tienen. Quieres saber la verdad, Alisa. He matado a familias enteras de Brujas, niños, ancianos, hombres y mujeres. Todos sin el menor sentimiento de remordimiento, diciéndome a mi misma que era lo correcto. ¿Esta bien matar a una familia? No, no lo esta. Pero debía de hacerlo, ¿motivo? Ni yo misma le recuerdo ya.- Contó Alana con la voz entrecortada.
-No es tu culpa. Nadie te debió de llevar por aquel camino.- Comentó Alisa.

La mayor de las hermanas, se percato de que su hermana estaba rota, traumatizada. Pero, sabia que si ella no conseguía ayudarla y Dominic tampoco, lo haría Peter. Ahora que él sabia que ella se acordaba de lo vivido en su mundo, seria un buen momento para que hablaran. Alisa salió y con un gesto, hizo que Peter se acercara a ella.

-Sería un buen momento para que hables con ella.- Comentó Alisa.

Peter esbozo una media sonrisa y se adentro en el camarote, donde se acerco al balcón. Conocía de sobra a Alana, para saber que cuando estaba enfadada o deprimida, estaría encerrada.

-Alana...- Dijo el rubio sentándose en el suelo.

La Narniana no respondió, solamente cerro los ojos y permitió que las lágrimas resbalaran por sus mejillas.

-Dajame en paz.- Consiguió decir.
-¿Para que vuelvan a borrar mis recuerdos?- Respondió él molesto.
-Eso, lo hablas con mi abuelo.- Respondió Alana mientras daba vueltas a su anillo.
-Eres igual de responsable que él.- Respondió él.
-Tuve mis motivos.- Respondió ella mirando al mar.
-¿Cuales? ¿Podrías hacerme una lista?- Preguntó él molesto.
-Que no supieras que lo que sucedió allí. Porque te culparías de no haberte dado cuenta y te enfadarías conmigo de no decírtelo. Y también, por si me llegara a pasar algo, como ha sucedido, no te preocuparás tanto.- Respondió ella.
-¿Creías que nunca recordaría? ¿Que seria un idiota?- Pregunto él con curiosidad.
-Claro que sabía que recordarías. Pero debes de entender que no te hice recordar por lo que esta sucediendo. En un solo movimiento puedo convertirme en un ser destructivo, y el hecho de que tal vez la muerte este mas cerca de mi que de vosotros me hecho para atrás. He muerto dos veces, a la tercera no regresaré. Ni con ayuda de la magia ni con un milagro.- Alegó Alana esbozando una sonrisa al ver a las sirenas.
-¿Quien afirma que vayas a morir?- Preguntó él preocupado.
-Nadie lo afirmó, simplemente digo que podrá pasar. ¿Creéis que Jadis no actuara, que no intentara obtener aquello que ansia tener? Estáis muy equivocados. Las estrellas que dieron su poder, quieren reclamar lo que es suyo. El poder de una estrella, incluido si ha sido cedido, se extrae de una forma. Mediante un rito conocido como la Extracción. En él se hacen dos cortes en cada mano, creando el dibujo de una cruz, después de un rato, la sangre cesaría y daría paso a la esencia, la cual es como un trozo de la vida. Para extraerla por completo, se debe de matar a la estrella, y por último beber su sangré. Sí, un proceso repugnante, pero un proceso que únicamente las Brujas, practicantes de la Magia Negra, se atreven a hacer. Únicamente, para obtener mas tiempo de vida, junto a la juventud y a la salud.- Explicó ella con miedo en su voz.
-¿No podrías darlo? Igual que podemos hacer nosotros.- Alego Peter.
-No, porque no se sabe donde termina el poder que ellas me dieron y con el que nací.- Explicó ella cerrando los ojos.
-¿Vas a salir de ahí?- Preguntó él con impaciencia.
-Quiero estar sola. Necesito estar aislada.- Explicó ella.
-Permaneceré aquí hasta que decidas salir.- Alego él con una sonrisa.

Alana sonrió, y miro al mar, la luz del sol hacía destellos en las cristalinas agua, mientras ella, abandonada aquello que la rodeaba y se centraba en sus pensamientos, los cuales eran una fusión de información de todo lo que estaba ocurriendo.

𝐇𝐈𝐄𝐋𝐎 𝐘 𝐅𝐔𝐄𝐆𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora