CAPÍTULO 17

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La canción que en este capitulo suena es cantada por Poppy Drayton
Y el hechizo esta sacado del libro Hermosas Criaturas, el cual recomiendo ciegamente.

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La noche había caído por completo, las estrellas iluminaban la oscuridad del cielo y la luna llena iluminaba, como una bombilla, la bóveda celestial. Alana seguía en el Santuario, mientras que Sky estaba afuera de él, tumbada.

La Narniana se acerco a ella con una especie de medallón, se sentó junto al Pegaso y le abrió, lentamente de él empezó a entonar una pequeña melodía que hizo que Alana sonriera, e inconscientemente empezó a cantar una canción mientras acariciaba a la yegua.

El mayor de los Pevensie llegó hasta el Santuario y camino por aquel hermoso lugar, a lo lejos escucho la canción, que Alana, estaba cantando. Peter llego hasta una columna y se apoyo en ella, desde allí, pudo observar como la Narniana miraba al infinito, mientras acariciaba al Guardián.

-Ojala mis padres hubieran visto de este lugar. Y de lo que podría desencadenar nuestras muertes.- Comentó Alana cerrando el colgante del que salia la melodía.
-Recuerda que nada es para siempre.- Dijo Evangeline apareciendo como una especie de espectro.
-Lo se, pero soy la única que no a muerto. Se que moriré, y que sera en poco. Cuando eso suceda, todo aquello por lo que he luchado desaparecerá, al igual que tú. Si Jadis es derrotada tú morirás.- Alego Alana bajando la mirada.
-A veces algunas despedidas traen consigo nuevas llegadas. No estas sola. Todos aquí te conocen y te aprecian, has luchado y protegido a muchas especies. Narnia no esta únicamente formada por Narnianos, esta formada por todos ellos que han luchado para protegerla, recuerda que tú también la has protegido. Y no hay mayor protección que la de la sangre.- Dijo Evangeline mirándola.
-¿Crees que debería de hacerle? Nunca he intentado un hechizo así, y tampoco creo que pueda hacerlo desde aquí.- Comentó la Narniana bajando la mirada.
-Recuerda que no eres una Guardiana común, ni mucho menos una Bruja. Eres mucho mas poderosa que todo ello. Eres una Elemental. La última.- Rió Evangeline.
-Sí, una Elemental que es medio Bruja, medio león, cazadora, heredera al trono de Narnia, Guardiana de Narnia y del País de Aslan, y sin olvidarnos que también poseo el poder de una estrella. ¿Me falta algo por enumerar? Jadis va tras de mí, no me preocupa el hecho de morir o que me atrape, sino, que temo por lo que puede hacerme el Hechizo Prohibido o lo que le suceda a Narnia.- Respondió Alana metiendo su cabeza entre sus rodillas.
-No recuerdo que fueras así de asustadiza o de tranquila. Se que el hecho de crecer hace que maduremos, pero se que, a pesar de ello, todavía sigue estando ahí mi hermana pequeña, aquella que reía y se divertía, y la cual, siempre quería aprender sobre Narnia, sobre sus historias y a luchar.- Comentó Evangeline sentándose a su lado.
-Nunca quise dejar de ser como era, pero mama y papa se fueron muy pronto y me separaron de ti a los pocos días. Sabia que eso era porque ellos lo pidieron, querían que fuera un guerrero, pero aquello me hizo madurar y dejar de ser como era. Es cierto que he mentido, y que he dicho que jamás vi su muerte, pero he intentado, tantas veces, olvidar aquello, que temo pensar en ello. Hay noches, que todavía veo sus rostros, su mirada y los gritos, al igual que veo la sangre. ¿Crees que no se puede madurar tras estar traumada, Evi?- Confeso Alana haciendo que tanto Peter con Evangeline se sorprendieran.
-Únicamente no tuviste tiempo de ser como eras. Se que ellos te convirtieron en un Guerrero para que llevases acabo justicia. Muchas veces, desde la mente de Jadis veo que todos los planes que intenta hacer, no van a funcionar. Intenta cazarte como a un animal, pero todavía me sorprende que no se de cuenta de que no puede cazar aquello que nunca a sido cazado. Mira, Alana, hace cinco años, cuando yo tenía quince años, el abuelo me propuso convertirme en Guardiana, denege su propuesta, no porque no quisiera, sino, porque sabia que las Brujas irían tras de mi. Ser Guardiana implica mucho más que proteger a todos, implica mantenerte vivo. Fui yo quien le propuso que fueras tú, sabia que serias capaz, habías sido entrenada en la guerra, habías luchado contra Brujas poderosas, y sabia mejor que nadie que nada iba a impedir tus objetivos. Muchos lo han intentando y mira como han terminado. Ahora, no estas sola, tienes a los Narnianos, a los Elfos, a todos los Guardianes, incluidos algunos Fuegos Fatuos; a grandes Brujas, al abuelo y a los Reyes de Antaño, aquellos que sin saber nada sobre esto o las Brujas, derrotaron a una ex Gran Bruja Blanca. Piensa, que ya no es una guerra que te involucre únicamente a ti, nos involucra a todos. Cada uno lucha por sus motivos, pero todos tenemos una cosa en común, queremos ver un amanecer y un atardecer en Narnia. Además, yo quiero ver la nueva era que traerá tu reinado.- Dijo Evangeline haciendo sonreír a su hermana menor.
-¿Reinado? No se que me da mas miedo, si tener que enfrentarme a la cólera de Shiary o a reinar. Creo que lo segundo.- Rió Alana mirando a su hermana. -Nunca podre igualar a nadie. Todos, me verán como la Bruja que es reina. Pero me alegro que una de las dos este positiva.- Añadió ella.
-Mira, Alana, se que no hemos podido estar juntas. Pero tras todo eso se que hay algo más, tú nunca has temido a reinar, y mucho menos te ha importado "el que dirán". ¿Dime, que te preocupa?- Comentó su hermana.
-Hacer algo mal. Se que cometeré errores, nadie es perfecto. Pero puede que los errores que cometa sean perpetuos. No quiero que los Narnianos estén en peligro, que los que desciendes del reino Telmarino sientan que algo es suyo, o que las Brujas regresen, si es que son derrotadas. Sabes mejor que nadie que jamás me ha gustado reinar, ni estar en un castillo.- Respondió Alana mirándola.
-Lo se. Te acuerdas de pequeñas, cuando había bailes. Mama necesitaba casi a la mitad de Narnia para que te pusieras un vestido de gala.- Rió Evangeline haciendo reír a su hermana menor.
-Claro que sí. Mama se enfadaba, mientras que a papa le divertía que fuera así, mientras que tú, sabías del un baile y eras la primera en estar lista.- Añadió la pequeña de la familia real.
-Lo recuerdo muy bien. Es por ello que Jadis no tiene el control completo de mi mente, porque recuerdo mis momentos felices. Pero también, recuerdo que nuestros padres nos llamaban por motes realmente graciosos y vergonzosos.- Alegó Evangeline.
-¡Es cierto! A ti te llenaban.... "florecita", porque casi siempre llevabas vestidos de colores brillantes, olías a flores y siempre estabas impoluta.- Rió Alana a carcajadas.
-Y a ti te llenaban leoncita. Y no por el hecho de que descendamos de un gigantesco león.- Alegó Evangeline haciendo sonrojar a su hermana.
-Me alegro que de vez en cuando aparezcas. Aquí no hay nadie a a quien pueda contar nada.- Alego Alana mirándola.
-Puede que sea porque no confías en ellos. Pero tienes que empezar a hacerlo, la confianza nos ayuda, no solo en los momentos difíciles, sino, en los buenos. Bueno, he de irme.- Comentó Evangeline despareciendo.

Alana sonrió y se tumbo en la hierba, mirando hacia el cielo, desde allí observo las estrellas y las constelaciones, mientras en su mente se repetía una y otra vez el hechizo, la Narniana sabia que si llegaba a hacer aquel hechizó no solo Allende despertaría, sino, que debería de ser él quien la matase para poder destruir todo, pero Jadis no sabia de aquello, así que podría ser una especie de protección.

Alana se levanto y se puso de pies y se alejo unos metros de Sky, tras estar alejada lo suficiente se arrodillo y cogió una pequeña daga, que estaba guardada bajo la bota que llevaba, Alana se hizo un corte en la palma de la mano, el escozor hizo que sintiera las ganas de gritar, pero se contuvo.

Las gotas de sangre comenzaron a descender de su mano, tornando su mano de rojo y cayendo en la verde hierba tornándola también de rojo. Lentamente las gotas de sangre crearon un símbolo ante la Narniana. Alana suspiró y se preparó para poder decir el hechizo.

  "Sanguis sanguinis mei, tutela tua est.
Sanguis sanguinis mei, tutela tua est.
Sanguis sanguinis mei, tutela tua est.
Sangre de mi sangre, tuya es la protección."

Tras acabar el hechizo un rayo de color rojizo salió del pecho de Alana, mientras que ella cayó desplomada al suelo. En segundos se levanto y examinó todo a su alrededor, todo parecía estar normal, incluso la sangre que cayó sobre la hierba había desaparecido, Alana miró su mano ensangrentada y observó cómo la herida se curaba sola. La Narniana suspiró bajando la mirada y pensando seriamente en lo que había hecho, algo que debería de haber hecho antes de hacer el hechizo.

𝐇𝐈𝐄𝐋𝐎 𝐘 𝐅𝐔𝐄𝐆𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora