El mismo tiempo que nos tomó llegar a Sayula, fue el tiempo que nos tomó volver de nuevo a Yatareni.
Llegamos a la sede de Nipponkenkyo, un conjunto de varias casas de adobe y techo de lámina.
Ya después me enteré que de hecho, todas formaban una sola propiedad.
Era más como un hotel de estilo provinciano con distintas habitaciones, o quizá, una residencia, probablemente parecida a lo que el arqui estaba construyendo.
Estaba en una zona del pueblo que nunca había visitado pero que había visto de lejos, y hasta ese momento me di cuenta de que en realidad era un solo edificio.
Por la manera en que la casa estaba construida, y por todo lo que tenía no fue fácil adivinar que el que la construyó era alguien con mucho dinero.
Entramos por medio de un gran portón que se abría solo y pasamos a un área donde había otros autos estacionados, aunque no eran lujosos como en el que estábamos.
Cuando entramos a la casa, me di cuenta de que no podía llamarla casa, porque no lo era.
Quizá este lugar en algún tiempo antes, sí era un hotel, ya que pude darme cuenta de eso por la distribución de los espacios y las habitaciones que había, pero por todo lo que estaba viendo, ahora parecía un estudio.
Avanzamos por un pasillo central y aunque algunas habitaciones estaban cerradas, pude ver otras abiertas, y entre otras cosas vi, un estudio de voz, como de esos donde se graban discos y canciones, un gran espacio con muchos libros, posiblemente mangas porque todo estaba en japonés, otra habitación donde habían roperos enormes, percheros y muchos disfraces de cosplay y una gran sala que imitaba una sala de cine profesional, con sus butacas, una pantalla enorme y varias bocinas distribuidas por la habitación.
Y llegamos finalmente a otra habitación llena de computadoras, libros de consulta, y demás cosas.
Ahí estaban los demás miembros de Nipponkenkyo, cada uno apostado en una computadora, tres a un lado y tres en otro.
Esa habitación estaba desordenada, había varias repisas con cantidades inmensas de carpetas, papeles sueltos, libros, manga y otras cosas de ese estilo.
Todos los muros estaban tapizados de bocetos de personajes de anime, estudios de personajes, perspectivas, etc.
Había también pizarrones con varias anotaciones acerca de la producción de una animación.
Y también tenían un horno de microondas y una cafetera llena a la mitad.
De cierto modo, ya no mes sentía en un pueblo como Yatareni, si me hubieran vendado los ojos al entrar, me los hubieran destapado, y me dijeran que ya estaba en la ciudad de México, sí me la hubiera creído.
Los demás miembros me vieron llegar junto con su líder, dejaron lo que estaban haciendo y me saludaron. Todos usaban computadoras bastante avanzadas.
Les correspondí el saludo, aunque me sentía extraño, y pienso que era porque, se podría decir que estaba en la base del rival de SPEED, eso técnicamente me convertía en traidor.
Y entonces la líder hizo que cada uno se presentara.
Yo ya los conocía un poco porque los vi en el día del bunkasai, pero esta vez supe sus nombres y a lo que se dedicaban.
El primero en presentarse fue un gordito, estaba dibujando bocetos de chicas de anime en su computadora, se levantó y se presentó como Arturo, pero no dijo nada más y se sentó de nuevo.
ESTÁS LEYENDO
Yatareni (PRIMERA VERSION)
Teen FictionEliseo es un egresado de la carrera de arquitectura que, contra sus propios deseos, tiene que mudarse a un remoto pueblito campestre mexicano llamado Yatareni, para trabajar como dibujante arquitecto, así que llega con la idea de que su estancia en...