Capítulo 122: Mika

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Tal y como lo dijo Mayra Páez el día anterior, a las ocho de la mañana, las dos Mayras y yo salimos del hotel. Aun a esa hora, los demás chicos dormían.

Como Reiko pasará por ellos hasta las doce del día, aprovecharán para dormir un poco más.

Desde un día antes, Mayra Páez investigó cómo llegar a las oficinas de Mika, y también aprendió a moverse por el transporte público de Tokio. Todo gracias a Reiko.

Y bueno, fue una travesía de lo más interesante porque ninguna de las dos chicas que me acompañaban cruzaba palabras entre sí.

Hablaban un poco conmigo, pero no entre ellas, y si querían decirse algo, me lo decían a mí para que yo se lo dijera a la otra. Sin importar que estuvieran a un metro de distancia.

Un comportamiento infantil de la líder, pero solamente de ella, porque la otra Mayra no le hablaba por pena después de lo sucedido.

Fue un verdadero letargo, porque las oficinas de la cantante estaban al otro lado de la ciudad. Entre aglomeraciones humanas, transbordos y demás cosas comunes de las grandes ciudades, nos tomó casi tres horas llegar.

Pero llegamos. Un edificio de diez pisos, sede de la compañía discográfica que representaba a Mika y a otras artistas.

─Es aquí ─murmuró la líder mientras los tres veíamos en la fachada, propaganda de varios artistas además de Mika.

Entramos al edificio y mostramos nuestras identificaciones al personal de seguridad, ellos ya estaban enterados de que nosotros íbamos a visitar a Mika, de modo que nos dejaron pasar sin tanto problema.

O al menos eso pensamos.

Pudimos oír en ingles que nos pedían regresar.

Platicaron con Mayra Páez, que es la que mejor sabe inglés. Ellos esperaban a dos personas, pero veníamos tres.

─Ella viene conmigo ─abogué mientras señalaba a Mayra Palacios─ Es una amiga que admira mucho a Mika y... quiere un autógrafo suyo.

Fue lo primero que se me ocurrió decir. Un pésimo pretexto, pero traté de sonar natural para que no se viera sospechoso.

Al final, los de seguridad se conformaron con aquella burda explicación y nos dejaron pasar después de darnos unas credenciales de visitante.

─Dijiste que no habría problema si la traíamos ─me recriminó la líder mientras nos encaminábamos al elevador.

─Pues... ─respondí─ Lo siento, pero no importa, nos dejaron pasar de todas formas.

Mayra Palacios no dijo palabra alguna pero pude notar que se sentía culpable.

El elevador nos dejó en el sexto piso y frente a nosotros aparecieron varias oficinas.

Caminamos por un pasillo central hasta llegar a la oficina, o lo que fuera, de Mika.

Nos recibió una recepcionista quien nos indicó que Mika nos atendería en cuanto terminara una junta en la que ella estaba. Mientras tanto, nos invitó a esperarla en una pequeña sala de espera contigua a la recepción.

Y ahí nos sentamos los tres en un sillón cómodo. Al lado había un taburete con revistas y periódicos que no leí porque estaban en japonés.

No pensamos que se tardaría tanto.

De haber sabido quizá nos habríamos levantado más tarde.

Supongo que el horario de los artistas fluctúa mucho.

─No sé por qué nos citaron a una cierta hora si de todos modos nos atenderán cuando se les dé la gana ─murmuró Mayra Páez.

─Luego surgen imprevistos, cosas así ─dije─ Ya sabes lo ocupados que son los artistas.

─Pero esto ya estaba planificado desde hace más de un mes ─replicó la líder─ No es posible que a última hora nos salgan con esto.

De nada sirvió quejarse, nos hicieron esperar dos horas.

Vimos entonces salir a un montón de hombres y mujeres de traje y entonces, la recepcionista nos indicó que ya podíamos pasar.

Agradecimos y pasamos al recinto.

Nos encontrábamos en una oficina pequeña pero minimalista.

Parecía como si cada cosa ahí dentro solo pudiera ocupar un solo lugar y si algo se moviera, todo se desequilibraría.

Sería un paraíso para perfeccionistas y obsesionados con el orden.

En el fondo del lugar, frente a un gran ventanal desde donde podía verse la ciudad de Tokio, estaba un escritorio, y en él, estaba ella.

Mika Nakayama, vestida de ejecutiva, sentada frente a nosotros con una sonrisa que revelaba una gran seguridad.

Me recordó mucho a la mamá de Mayra Páez, aunque sería mejor decir que todas las mujeres jóvenes vestidas de ejecutiva me la recuerdan.

A su lado y de pie, se encontraba una chica rubia. Ella nos indicó en español que tomáramos asiento.

Sin embargo, solo había dos asientos porque originalmente solo esperaban a dos personas. Aunque quise ofrecerle mi asiento a Mayra Palacios, ella prefirió permanecer de pie.

─Saludos ─nos dijo la rubia con un acento español que revelaba que era americana─ Yo fungiré como traductora en esta reunión.

─Saludos ─dijimos nosotros también.

Mika suspiró un poco y comenzó a hablar en japonés. Sonaba animada pero nunca dejó de hablar de manera recta.

Cuando acababa, la intérprete nos decía en español lo que Mika nos había dicho, y cuando nosotros le platicábamos algo, traducía al japonés para Mika.

─Mika les agradece haberse tomado el tiempo de venir a verla hasta aquí, y asimismo, les dice que ella está muy interesada en su proyecto.

No sé si fue por el modo de hablar de la traductora, pero se sintió como si habláramos con una máquina.

Una cosa es hablar de manera formal, pero otra diferente era hablar con alguien carente de emociones.

─Nosotros también estamos muy agradecidos ─respondí un poco nervioso─ Realmente nunca imaginamos que Mika no solo nos permitiría usar sus canciones, sino que se interesaría también por el proyecto, es un honor de verdad.

Guardé silencio porque no supe que más decir y la intérprete le tradujo todo eso a Mika en japonés.

Sentía como si cualquier cosa que dijera, aunque fuera un halago, pudiera ofenderla.

Luego la cantante formuló su respuesta a través de la rubia:

─Mika desea que le platiquen acerca de su proyecto.

─Bueno ─esta vez respondió Mayra Páez también nerviosa así como yo─ Yo dirijo un pequeño estudio de animación que fundé recientemente, y nuestro primer proyecto animado es una adaptación de una obra original, una novela escrita por mi colega Eliseo, quien está aquí a mi lado ─en ese momento yo levanté la mano tímidamente como queriendo saludar a Mika─ Realmente nos encanta que usted, siendo de una nación y una cultura tan diferente, haya puesto sus ojos en el proyecto de dos desconocidos, por eso le estamos muy agradecidos.

Mika sonrió como si hubiera entendido lo que le dijimos, aun cuando la rubia todavía no se lo traducía.

Después de escuchar la traducción al japonés de nuestras palabras, ella nos respondió por medio de la intérprete:

─Mika quiere apoyarlos financieramente para que su proyecto florezca.

─¿De verdad? ─dijimos al mismo tiempo.

─Mika les ofrece comprarles el estudio de animación en su totalidad y también que el autor ceda todos los derechos de la novela para saber si tiene potencial una eventual publicación en japonés de la misma.

Yatareni (PRIMERA VERSION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora