Al día siguiente, Reiko nos esperaba en el hotel más temprano que de costumbre.
Esa también fue la primera vez que la vimos sin su uniforme. Llevaba una ropa casual, la ropa que llevaría cuando se sale con amigos.
No sé si fue por las cosas que pasaron el día anterior, pero, ya no la sentíamos como una chica que habíamos contratado para que fuera nuestra guía turística.
Se sentía más como si ya fuera parte del equipo, como si ya la conociéramos desde hace tiempo.
Y esto quedó evidenciado cuando, al saludarla, la abrazamos.
─¿Todo bien con tu hermano? ─le preguntó Mayra.
─Muy bien chicos ─respondió alegre─ Se siente mejor, pero ahora mis padres lo cuidan. Trataré de compensarles este día por el de ayer.
─No te preocupes ─le dijo la líder─ Ya te lo dije, lo importante es que tu hermano esté bien.
Tomamos el transporte y esta vez nos movimos más lejos hasta salir a las afueras de Tokio.
Me sorprendió que varias de las líneas del transporte salieran de la ciudad y llegaban incluso a zonas rurales que están alrededor de la ciudad. Considerando que Tokio es enorme, estas líneas deberían recorrer muchos kilómetros.
Poco después del mediodía, cosa que reforzó mi teoría, llegamos a una estación que ya no lucia como las que estaban en la ciudad.
Era como una de las viejas paradas de ferrocarril que había en México hace muchos años y que ahora están fuera de servicio.
Y a nuestro alrededor, una zona rural, el campo japonés.
La provincia japonesa, aunque no sé si debería llamarla así, es muy bonita, sobretodo porque era increíble que tuviera la misma belleza del campo mexicano.
De cierto modo se sintió como si hubiéramos regresado otra vez a Yatareni.
O como dijo también Gibrán en tono de broma, acabábamos de llegar a la versión japonesa de Yatareni.
Un pueblo japonés con puras casas tradicionales se extendía frente a nosotros. Me recordaba vagamente a la zona rural de la ciudad de Kioto, y que he visto en fotos, quizá por el comentario que hizo Mayra el día anterior.
Sin embargo, aquí había muchos turistas de distintas nacionalidades, transitando por todos lados, yendo a templos, a museos, a mercados y demás cosas.
También pudimos ver caminando por ahí a varias mujeres con kimonos verdaderamente lindos. Supongo que eran geishas.
Un poco como lo que vimos en el aeropuerto cuando llegamos a Tokio.
─¿A dónde vamos ahora? ─preguntó Gibrán.
─Cerca de aquí hay un hotel con aguas termales ─respondió la líder─ Nos registraremos ahí.
─¿Onsen? ─murmuró Reiko─ Tiene tiempo que no voy a uno.
─¿Son esas aguas termales de los animes? ─preguntó Martina─ Me agrada la idea.
No caminamos mucho tiempo, quizá solo unos diez minutos porque el lugar no era muy grande.
Llegamos a algo que en un principio pensé que era un templo sintoísta de no ser por algunos letreros en japonés que indicaban que ahí habían aguas termales.
Con ayuda de Reiko, Mayra Páez pagó y nos registramos en aquel lugar. Aunque era un hotel, no pasaríamos ahí la noche, ya que solo pagaríamos por los servicios de las aguas termales.
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Yatareni (PRIMERA VERSION)
Teen FictionEliseo es un egresado de la carrera de arquitectura que, contra sus propios deseos, tiene que mudarse a un remoto pueblito campestre mexicano llamado Yatareni, para trabajar como dibujante arquitecto, así que llega con la idea de que su estancia en...