Me puse mi chamarra y salimos a la oscuridad de la noche, Yatareni era un pueblo hermoso de día, pero de noche cambiaba completamente, debido a que no todas las casas y calles contaban con luz eléctrica, había grandes espacios vacíos y oscuros donde no se veía prácticamente nada. Apenas y se distinguían las siluetas de los cerros entre la noche estrellada, por cierto, más estrellada que en la ciudad, debido a la ausencia de contaminación.
Caminamos unas 3 cuadras hasta que llegamos a una especie de jacal, ahí afuera, estaba sentado un anciano con sombrero, como de costumbre y una chamarra parecida a la de mi tío.
─¿Tienes pulque? ─preguntó mi tío.
─Claro Isidoro ─dijo el viejo mientras sonreía al tiempo que se levantaba─ Para ti siempre hay. Pasen.
Los dos entramos al jacal donde habían algunas cubetas blancas y esperamos sentados en una banca.
Y entonces el viejo gritó el nombre de una mujer ordenándole que trajera una botella vacía.
Minutos después, una niña de alrededor de 14 años, llamada Martina, llegó corriendo con una botella de refresco vacía, de 3 litros.
Era una niña morena, de baja estatura, y pelo castaño amarrado en dos trenzas que estaban rematadas con dos listones rojos. Vestía un atuendo tradicional simple, una especie de camisa con decorados de grecas, un short corto y unas sandalias.
─Aquí tiene abue ─dijo la pequeña antes de darme una rápida mirada y alejarse rápidamente así como vino.
El viejo tomó la botella y un embudo que había cerca de las cubetas, vertió el contenido de la que estaba más vacía y llenó la botella.
─Aquí tienes Isidoro ─dijo al tiempo que le daba la botella llena de pulque─ Recién salida de las pencas.
─Por eso me gusta tu pulque ─respondió─ ¿Cuánto se te debe?
─Ya sabes, lo que gustes.
Mi tío sacó un billete arrugado de 20 pesos y se lo dio al viejo, agradeció y nos despedimos.
Iba a preguntarle a mi tío si eso era pulque pero la respuesta era demasiado obvia.
Y es que jamás lo había visto.
Mi madre comentaba a veces que su abuelo tomaba mucho pulque, y tenía un negocio así como este que acabamos de visitar, donde la gente venía a comprarle pulque.
Eran muy comunes los negocios así antes, pero últimamente, ya no hay porque me parece que la planta de donde se obtiene el pulque ya se está extinguiendo.
Pero aunque me decían esas cosas, yo jamás había probado el pulque ni tampoco sabía cómo se veía.
Llegamos a su casa y mientras él ponía música de bandas como la de El Recoco, Los Cadetes del Norte, Los Tigres de Linares y todas esas como para crear ambiente, yo examinaba aquella bebida blanca.
Se notaba que era demasiado espesa.
Verlo cómo se movía cuando mi tío me sirvió un vaso, o mejor dicho, una jarra llena de pulque, me dio un poco de asco, pero traté de que no se me notara tanto.
─¿Jamás lo has probado verdad? ─me preguntó mi tío.
─No ─respondí.
─Ah pues, ahora lo probarás.
Vi a mi tío tomarse su bebida en segundos, así que supuse que no sabría tan mal.
Y entonces le di un sorbo, sentí una extraña sensación en mi lengua, pero seguí tomando.
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Yatareni (PRIMERA VERSION)
Novela JuvenilEliseo es un egresado de la carrera de arquitectura que, contra sus propios deseos, tiene que mudarse a un remoto pueblito campestre mexicano llamado Yatareni, para trabajar como dibujante arquitecto, así que llega con la idea de que su estancia en...